Todo por ganar: la filosofía de la industria tecnológica china

Fotografía: Blasting News

Un grupo de ejecutivos de Silicon Valley en la firma de inversiones Sinovation Ventures en Pekín en agosto. Fue parte de un viaje a China que sus compañías organizaron para explorar cómo el país se ha convertido rápidamente en una potencia tecnológica que rivaliza con Estados Unidos

Un ejecutivo del sector tecnológico de China comentó que trabajaba de catorce a quince horas al día al menos seis días a la semana. Otro señaló que trabajaba todas las horas diurnas y se obligaba a ver películas para relajarse.

La reacción de un grupo de ejecutivos de Silicon Valley fue de sorpresa. “¡Qué flojos somos en Estados Unidos!”, dijo Wesley Chan, un inversionista de capital de riesgo, el primer día de su viaje de una semana por la industria tecnológica china.

Los hábitos laborales no fueron la única diferencia marcada entre Silicon Valley y China. Para el final de la semana, un grupo de ejecutivos e inversionistas estadounidenses encontró un universo tecnológico alterno. En la superficie, se parece a Silicon Valley. Si se mira de cerca, se vuelve un mundo futurista pero cerrado, que puede ser igual de impresionante, alienante y distópico.

Según lo que observaron, los ejecutivos tecnológicos de China tenían una mayor determinación y disposición para hacer lo necesario con el fin de ganar. Sin embargo, eso acarrea importantes sacrificios, y los horarios laborales agotadores son apenas el comienzo. Encontraron que los ejecutivos tecnológicos de ese país eran menos reflexivos sobre el impacto social y el abuso potencial de sus tecnologías, una cualidad que podría ser preocupante en un país laxo al momento de hacer cumplir las leyes de privacidad, con una estricta censura gubernamental y un poderoso aparato de seguridad a nivel nacional.

“Fue impresionante ver el ritmo de innovación que hay en China”, mencionó Mark Goldberg, socio de Index Ventures, una firma de capital de riesgo. “Algunas de las tecnologías más nuevas, como el software de reconocimiento facial, pueden ser muy poderosas, y tendrán que implementarse con profundas consideraciones, no solo en China, sino también en Occidente”.

En agosto, Chan, Goldberg y otros once inversionistas y fundadores de empresas emergentes de Silicon Valley viajaron a Pekín y Shenzhen, dos ciudades que compiten por ser el Silicon Valley de China. Las firmas de capital de riesgo Basis Set Ventures, Index Ventures y Silicon Valley Bank organizaron el viaje, cuyo objetivo era ayudarles a entender cómo es que China se ha convertido en el rival tecnológico de Estados Unidos en tan solo dos décadas.

En algún momento, Silicon Valley consideró a China como una imitadora, pero ahora esta tiene algunas de las empresas de Internet más grandes y poderosas del mundo. Hay más unicornios —empresas privadas con valoraciones superiores a 1000 millones de dólares— en China que en Estados Unidos. En la actualidad, las oficinas en China de las firmas de capital de riesgo como Sequoia Capital administran fondos más grandes que las que están en Estados Unidos. Las luminarias de Silicon Valley, como Michael Moritz de Sequoia Capital, han instado a empresarios e inversionistas estadounidenses a aprender de la ética laboral, la ambición y los avances tecnológicos de China.

Los estadounidenses recibieron lecciones de lo rápido que fue el proceso para que China acogiera los celulares, los pagos electrónicos y la emisión en continuo de vídeo, además de la gran intensidad con la que ha buscado desarrollar los sistemas de inteligencia artificial.

“Vivo en San Francisco, pero me sirve visitar otro universo paralelo de vez en cuando”, comentó Lan Xuezhao, socia fundadora de Basis Set Ventures, quien nació en China y todos los años viaja a ese país. “En cierta medida, es como ver hacia el futuro”.

Todo comenzó cuando los miembros del grupo entraron a sus habitaciones del Park Hyatt Hotel, ubicado en el céntrico distrito empresarial de Pekín, donde un aviso enlistaba algunos de los sitios web que no iban a poder visitar “debido a regulaciones del Internet en China”: Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, Google, Bloomberg y The New York Times.

Los pagos en línea representaron otra metáfora reveladora. Los pagos móviles son casi ubicuos en las ciudades más grandes de China, pero registrar una cuenta requiere un número móvil local y una cuenta bancaria de China.

Sus anfitriones no dejaron de recordarles las ventajas de China sobre Estados Unidos en el desarrollo de la inteligencia artificial. La inmensa población de China y la laxitud de sus leyes de privacidad les dan acceso a mucho más datos. Las empresas de inteligencia artificial también tienen un considerable respaldo gubernamental y están dispuestas a pagar más por el mejor talento.

“La ventaja competitiva de Estados Unidos sobre China podría no durar mucho”, les dijo Kai-Fu Lee, director ejecutivo de Sinovation Ventures y exdirector de Google China. “De hecho, los estadounidenses ahora tienen la desventaja de la información”, agregó.

Sin embargo, para el grupo también fue evidente qué le hacía falta a China. Para empezar, todo el mundo es chino. Incluso en sus primeras etapas, Google tuvo empleados de 39 nacionalidades que conformaban un personal que hablaba más de 40 idiomas.

“China es bastante homogénea”, comentó Chan, uno de los primeros empleados de Google. “Aquí no se encuentran todas las perspectivas del mundo que hay en Silicon Valley”.

Luego están los horarios laborales. A los oriundos de Silicon Valley les presentaron el concepto 996 de las empresas emergentes chinas: trabajo de 9 de la mañana a 9 de la noche, 6 días a la semana. Una vez que superaron la conmoción, tuvieron que preguntar: ¿ese horario agotador tiene sentido?

“No me preocupa tanto que mis sociedades de cartera no trabajen todo lo que lo hacen las empresas chinas”, mencionó Chan, ahora socio de Felicis Ventures. “Me preocuparé cuando sean menos creativos y menos eficientes”.

Aunque China se ha vuelto más innovadora, muchos miembros del grupo consideran que Estados Unidos aún lidera en algunas áreas, y algunos de sus colegas chinos estuvieron de acuerdo.

A pesar de que algunas empresas tecnológicas chinas pueden parecer de Silicon Valley —con sus campus extensos que incluyen comedores, gimnasios y salas para dormir la siesta—, su estilo de dirección sigue siendo vertical y orientado a resultados. A diferencia de Silicon Valley, los subordinados inteligentes tienen menos libertad para empezar algo nuevo.

Además, estuvo el asunto de la vigilancia. A las empresas chinas no les quedan muchas alternativas más que cooperar con los esfuerzos crecientes de Pekín para monitorear la vida diaria de su propia gente. De hecho, hay quienes ganan dinero con esa situación.

Aun así, la delegación de Silicon Valley no esperaba que la tecnología de reconocimiento facial estuviera tan extendida en la vida china. Las empresas que visitaron la utilizaban en las entradas de las oficinas y en los comercios minoristas al interior de las instalaciones. Además, vieron unos videos de demostración en los que se observaba la forma en que la policía china podía usar la tecnología para monitorear posibles crímenes en espacios públicos concurridos y saber cuántos sospechosos se habían arrestado.

Tras darse una idea de cuán prevalentes eran las cámaras, comenzaron a contarlas. Incluso la camioneta que rentaron en el hotel de Shenzhen tenía un puñado de cámaras instaladas, las cuales parpadeaban de vez en cuando para avisar que estaban encendidas.

Después, como muchas personas en China, se acostumbraron, como si las cámaras ni siquiera estuvieran ahí.


Redacción: Li Yuan The New York Times (Es)