‘Trump, Putin… es triste, el machismo gobierna el mundo’

Foto: Juan Manuel Vargas. EL TIEMPO

Edoardo Albinati resuelve dudas en ‘La escuela católica’, su novela que fue Premio Strega en 2016.

Por: Armando Neira

EL TIEMPO

No dudó siquiera un par de segundos. El escritor italiano Edoardo Albinati (Roma, 1956) estaba en su lujosa habitación del Hotel Santa Clara, en el casco histórico, cuando le preguntaron si quería ir a la hacinada cárcel de Ternera, al otro extremo de Cartagena.

–Claro que sí. ¡Vamos!

Dio su entusiasta respuesta en español. Además de su lengua materna también habla inglés, francés y alemán. Culto, sobrio, elegante y amable, en pocas palabras un interlocutor ideal para sentarse a hablar de literatura, música y arte en esta tarde en que la brisa fresca mece los verdes jardines de la joya arquitectónica donde se hospeda.

Pero no. Él prefiere irse a un penal donde se apiñan casi 3.000 reclusos cuando debería tener máximo 1.400. “Es muy interesante hablar con los presos”, dice. De hecho, en Italia combina su laureada profesión de escritor con la de profesor en la cárcel de Rebibbia. ¿Por qué? “Con ellos fluye más una clase de Dante o Maquiavelo. Rara vez tienen velos frente al poder, el sexo, la violencia”.

Para Albinati es fundamental que en las relaciones interpersonales primen la honestidad, la transparencia. “Empecé a escribir mi libro La escuela católica por lo que no vi, por lo que percibí, uno está con gente que quiere y de un día para otro se da cuenta de que ocultan cosas imposibles de imaginar”.

Pero ¿qué fue lo que dejó de notar Albinati en sus años de juventud? ¿Qué tiene que ver su colegio, el instituto San Leone Magno, en el apacible barrio romano de Trieste?
Él recuerda que era un vecindario de clase media, con muchachos alegres que en apariencia se formaban felices. Pasaba los días jugando en casa de su mejor amigo y con Aldo Izzo, el hermano mayor de este.

En 1975, Aldo Izzo lo sorprendió al protagonizar un hecho de sangre que conmocionó a la península y que se conoció como la masacre del Circeo. Junto con dos jóvenes más del mismo perfil, secuestraron, torturaron y violaron durante 35 horas a dos jovencitas, de 17 y 19 años. Un caso similar al cometido por Rafael Uribe Noguera contra la niña de 7 años Yuliana Samboní, en Bogotá.

El joven que departió con Albinati fue condenado a cadena perpetua. En 2005 recibió un permiso penitenciario y lo aprovechó para violar y estrangular a la esposa y a la hija de un jefe mafioso, excompañero de celda con quien había tenido una discusión.
“El mismo muchacho que yo vi crecer, con el que jugué, era un individuo que no tenía limites en su odio a las mujeres”, le dice a EL TIEMPO en una charla en la Heroica.

“Nunca, en aquellos años. me di cuenta. Por eso, me dediqué a investigar a fondo el tema, quería respuestas y luego, con toda la información disponible, escribí La escuela católica, un retrato de los asesinos sí, pero también del conjunto de mi sociedad, de Italia en general”.

Son 1.200 páginas de una obra por la que recibió, en 2016, el Premio Strega, el galardón más prestigioso de ese país y está ya en Colombia.

¿Esos muchachos que usted conoció eran unos monstruos?

Decir sí sería la respuesta más fácil. Tras la conmoción por los hechos y para eludir el problema se llegó a la rápida conclusión de que eran unos locos y nada más. Pero hubo otras variables, un contexto.

¿Por ejemplo?

Estudiábamos en el instituto San Leone Magno. Un colegio católico y masculino. Donde se exaltaba el machismo desde los primeros cursos. En un espacio así es difícil que se manifieste un hombre tímido, frágil. No. Es como una manada que sigue a los más duros.

¿Se transmitía el rechazo a la mujer?

En un colegio con esas características había unos comportamientos muy definidos en los que primaba el rechazo a la mujer. Te educan en la creencia de que nacer varón es mejor y en la idea de que ingresas en las privilegiadas filas del sexo fuerte. Nacer hombre es una enfermedad incurable.

¿Por qué?

El mundo masculino se aísla del mundo, se retroalimenta y se basa en el poder.

¿El reinado de la hombría?

Sí. Pero pasa un hecho contradictorio. El auténtico enemigo no era la mujer sino el homosexual. La identidad masculina fuerte tiende a la homosexualidad, el macho de pura raza odia a la mujer y busca la compañía del compañero, lo que genera patrones homosexuales cuando pretende combatirlos.

¿Conoce usted ‘La ciudad y los perros’?

Claro que sí. Es una situación muy similar. Podría decir que el instituto San Leone Magno es para mi universo lo que el Colegio Militar Leoncio Prado, en Lima, significó para Mario Vargas Llosa. Son estamentos en lo que los alumnos crecían con la idea de una humanidad fracturada. Los hombres, por un lado; las mujeres, por otro.

¿Influyó también el hecho de que fuera un colegio católico?

Hay una paradoja porque se trataba de una educación liberal, de avanzada, moderna. Sin embargo, también era imposible dejar al margen la estructura patriarcal que sostiene a la iglesia. Por más esfuerzos que hicieran para dar una mirada distinta, siempre terminaba imponiéndose aquella en la que la mujer está relegada.

¿Es una de las causas del abuso sexual?

Sí. Los abusadores se han criado en una sociedad en la que a diario, por todas partes, a toda hora, reciben los mensajes de la superioridad del hombre. El abuso sexual es eso: una manifestación del poder. No es de sexo.

De hecho, muchos violadores no son sexualmente activos y por eso en ocasiones usan objetos, como una pistola, una escoba, lo que tengan a la mano, el ataque es una cruel manera para demostrar que tienen poder. Un poder masculino.

¿En contra de ellas?

En efecto. Con la violación se les recuerda tristemente a las mujeres su posición de sumisión.

¿A esta conclusión llegó tras escribir su libro?

He escrito este libro porque estos jóvenes eran mis compañeros de escuela. Nunca había escrito de violencia sexual y posiblemente no lo hubiera hecho si no fuera porque iba dos o tres veces a la semana a estudiar a la casa del jefe de este grupo, ellos eran como de mi familia, de mi escuela. Compartí con ellos el 99 por ciento de mi vida de esa época, entonces al mismo tiempo este libro podía ser mi confesión, mi historia, como me criaron y educaron, es mi conclusión.

Pero ¿su libro es ficción o realidad?

Podría ser 50 y 50. O puede ser 100 por ciento realidad. No hay una distinción tan clara porque encajé todas las piezas de años de investigación. Notas de prensa, archivos, documentos policiales, testimonios. El material era abundante y, claro, al final los utilicé y elaboré como si fuera ficción.

¿Qué diferencias existen entre su obra y ‘A sangre fría’, de Truman Capote?

Todas. Porque si bien Capote narra el asesinato de los cuatro miembros de una familia (de los Clutter, en un hecho que también sacudió en su momento la conciencia de la sociedad estadounidense), él no tenía ninguna relación con ellos. En mi caso, hice un trabajo investigativo de búsqueda sin parar, con muchas noches en vela, casi enfermizo, para encontrar la verdad de aquellos que quise y con quienes compartí.

¿Ha leído la novela ‘Los divinos’, de Laura Restrepo?

Aún no. ¿Por qué?

Es una ficción a partir del mundo que rodeaba al asesino y violador Uribe Noguera, también criado en un ambiente de privilegios y mirando a las mujeres como objetos…

Es similar. Voy a leerla. Los patrones del machismo se repiten aquí y allá.

¿Qué tanto influyó en el machismo de su época la herencia del fascismo y que, por ejemplo, retrató Bernardo Bertolucci en ‘Novecento’?

Mucho, naturalmente. Son sistemas que nos dejaron una influencia nefasta. A propósito de Novecento, en la escritura me propuse utilizar la misma técnica de narración para que el lector tuviera la totalidad del panorama.

¡En 1.200 páginas!

Sí. Pero fíjese que ese número tan descomunal también demuestra un hecho que a mí me encanta. La novela es un éxito, mucha gente la lee, se traduce a varios idiomas, la piden de varios países. Eso significa que la gente hoy no solo lee trinos de 280 caracteres sino que también quiere obras extensas como la mías.

A propósito de estos tiempos, ¿hemos evolucionado? ¿El mundo hoy es mejor?

Pues creía que sí. Pero si usted mira quién nos gobierna hoy creo que hemos dado dos pasos atrás. El machismo diario del primer ministro, Giuseppe Conte, me hace pensar que estamos mucho peor que con Berlusconi, alguien de quien podías llegar a reírte, mientras que él infunde miedo.

Y no es el único…

No. Mire a Donald Trump, en Estados Unidos; Bolsonaro, en Brasil; Putin, en Rusia; muestran que tristemente el machismo gobierna el planeta.

Armando Neira
Editor de EL TIEMPO


Tomado de diairo EL TIEMPO