“Yo, dejar de tocar el piano, nunca”: Blanca Uribe

Foto: Carlos Velázquez Piedrahita

Uribe se topó con un piano a los seis años y no pudo dejarlo. Su abuela fue su primera maestra y en su ascendencia figura una familia de apasionados por la música.

Por: Valeria Murcia Valdés
El Colombiano

No importa cuántas veces se haya sentado al piano, la maestra Blanca Uribe piensa que aún es posible que la interpretación de una obra suene mejor.

Han sido más de 50 años los que le ha dedicado a este trabajo de pulir con delicadeza esa conexión entre cabeza, corazón, oído y disciplina, y así fue como logró convertirse en una de las mejores pianistas colombianas de la historia.

El Teatro Metropolitano le rendirá un homenaje este miércoles a las 8:00 p.m. por esa labor incansable, por las enseñanzas que entregó y por el inmenso legado cultural que ha construido.

En esta ocasión, Uribe escogió interpretar La Sonata en Si menor, Hob. XVI:32 de Franz Joseph Haydn y 33 variaciones sobre un vals de Anton Diabelli, Op. 120 de Ludwig van Beethoven.

“Las 33 variaciones es una pieza que me ha acompañado toda la vida, desde que me gradué en Viena ha sido muy importante en mi repertorio”, recuerda la maestra sobre su paso por la Academia de Música y Arte Dramático de esa ciudad.

“No es una obra que se toque con frecuencia pero me enamoré de ella hace mucho tiempo”, relata. Es larga, dura un poco más de 50 minutos y este año la retomó junto a la Sonata de Haydn en varios conciertos en Pereira, Manizales y Bogotá.

Cree que la última vez que las interpretó en vivo, antes de eso, fue a finales de los ochentas o comienzos de los noventa.

Siendo una de las obras que ha marcado su carrera, la tiene interiorizada, pero maestras como ella saben la importancia de practicar por cinco o seis horas diarias aún con décadas de experiencia encima.

Es una obra compleja que requiere esfuerzo y concentración. “El disco duro ahí está, pero hay que estarlo refinando cada vez para que suene mejor”.

Ir bajándole a la velocidad

Se rumora que dejará de tocar, pero ella tiene claro que eso solo sería sobre los escenarios porque “yo, dejar de tocar piano, nunca”, declara.

La maestra no quiere sonar como uno de esos artistas que anuncia que ofrecerá su último concierto y luego vuelve a tocar, pero sí está considerando ir cerrando el telón. Es más, no sería extraño que este sea uno de sus últimos recitales.

Por ahora está todavía muy activa, la próxima semana volverá a tocar con la maestra Teresita Gómez, una de sus cómplices en ese camino de la música, y seguirá acompañando a varios de sus estudiantes de la Universidad Eafit, donde planea continuar enseñando por un tiempo más.

Compartir con músicos jóvenes le ha permitido conocer más ese instrumento que la ha fascinado toda la vida, ese que su abuela le enseñó a tocar cuando ella apenas empezaba a escribir y sumar. En ese momento en el que se sueña con ser cualquier cosa, ella se topó con aquel elemento que ha sido el complemento perfecto de sus dos manos.

Contexto de la noticia
Anécdota
Un concierto que trae memorias

Hace casi 20 años, la maestra Uribe entró a ser docente en la Universidad Eafit por insistencia de la maestra Cecilia Espinosa. La directora recuerda una vez en la que compartieron escenario en Cuba: “Fuimos invitadas a presentar el concierto de No. 1 de Ginestera, uno muy difícil que nadie toca, y en el segundo ensayo ella llegó sin partitura, no aparecía. Se devolvió a buscarla hasta el hotel y nada. Pensábamos que iba a ser difícil encontrar un duplicado en ese tiempo y estábamos hechos un desastre, perdíamos tiempo de ensayo muy valioso. De repente la partitura apareció en la fotocopiadora de la orquesta. Al final, si hay que tachar algo del concierto fue de la orquesta, no de ella”.

 


Tomado del diario El Colombiano