Abucheos, revueltas y botellazos: 23 grandes artistas que salieron mal parados del escenario

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Lo que suelen oír son aplausos, pero en algunas ocasiones los artistas más grandes, tanto a nivel nacional como mundial, han metido la pata y han tenido que enfrentarse al rechazo del público que había pagado para verlos

Por: David Gallardo

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Cuando están sobre el escenario, iluminados por los focos, los músicos parecen deidades intocables. Seres superiores ajenos que han bajado durante un rato para compartir sus dones con multitudes anónimas. Pero lo cierto es que, aunque no lo parezca cuando acaparan toda nuestra atención, son tan mortales como cualquiera. Y de hecho, en ocasiones, el público pasa súbitamente de la adoración al odio por los motivos más insospechados.

En ICON recogemos más de una veintena de ejemplos.

U2 en Barcelona en 1997

Durante la gira Popmart de 1997, el guitarrista The Edge se convertía en protagonista durante el momento karaoke en el que cantaba una canción con la letra en la pantalla gigante. Un momento por lo general divertido, en el que el público cantó durante el tour clásicos como Daydream Believer, Suspicious minds o Sugar. Sin embargo, en Barcelona alguien aconsejó mal al grupo y The Edge entonó La Macarena ante un Estadio Olímpico que no le vio la gracia al asunto.

Tanto fue así que hubo pitada general con una buena ración de abucheos ante el desconcierto generalizado. Visiblemente contrariado, Bono reapareció en escena para acabar con aquel despropósito y retomar el mando. En el libro U2 en España se asegura que el mánager del grupo, Paul McGuinness, recuerda este episodio como uno de los grandes errores de la banda.

Peal Jam en Nueva York en 2003

Peal Jam cruzaron la delgada línea roja para muchos de sus seguidores en 2003 con la canción Bu$hleaguer, que criticaba abiertamente al presidente republicano George W. Bush. Habían pasado solo un par de años desde el ataque a las Torres Gemelas y Estados Unidos se encontraba en plena guerra contra el terrorismo en Afganistán e Irák, por lo que era previsible que alguien se ofendiera cuando en sus conciertos Eddie Vedder colocaba una máscara del presidente Bush sobre el pie de micro, como si hubiera sido decapitado.

“¿No os gusta esta?”, preguntó el vocalista en su concierto de aquel año en Uniondale, lo cual provocó gritos de “¡U.S.A.! ¡U.S.A.!” en un ambiente de tensión cuando menos inquietante. “Nosotros amamos Estados Unidos, ¿vale?”, afirmó Vedder, quien se enfrentó al público planteando que es positivo confrontar ideas.

Neil Young en Atlanta en 2006

Profundamente conmovido por la guerra de Iraq, Neil Young publicó en 2006 Living with war, un álbum crítico con el presidente George W. Bush y la guerra de Iraq. Para presentarlo en vivo y difundir su mensaje antibelicista, en lugar de salir de gira solo se reunió con sus viejos colegas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash en el Freedom of Speech Tour, en el que recuperaban el repertorio más pacifista de CSNY.

Este posicionamiento polarizó al público, especialmente en los estados más conservadores de Estados Unidos -los que una década después darían la victoria a Donald Trump-, con abucheos frecuentes sobre todo cuando cantaban Let’s impeach of president. Todo quedó registrado en el documental CSNY: Deja Vu (2008), titulado así por la sensación de haber vivido ya estas situaciones en los años sesenta.

“La música abrió la discusión. Vi familias peleando, los chavales que querían quedarse y los padres diciendo ‘No, tenemos que salir de aquí. Esto no está bien’. Los padres arrastran al muchacho y el muchacho mira hacia atrás. Y no estamos hablando de un niño de 10 años, sino de jóvenes universitarios expulsados por sus padres”, declaró Young a Reuters con motivo del estreno del documental en 2008.

Guns N’ Roses en Dublín en 2010

Si hay alguien que a lo largo de los años haya mantenido una relación tirante con su público ese sin duda es Axl Rose. Porque aunque desde que Slash y Duff regresaron al grupo muestra una puntualidad exquisita, eso no fue ni mucho menos así en el pasado, pues el vocalista hizo gala reiteradamente de un desprecio absoluto el cumplimiento de los horarios fijados.

Eso lo ha sufrido el público español en varias ocasiones, siendo la más recordada la de 2006 cuando en Madrid el cantante apareció dos horas tarde sobre las tablas. Esta actitud desafiante genera un estado de excitación en el que Axl Rose se movía con comodidad a pesar de ser recibido con cortante hostilidad. Pero como decíamos, era algo ya rutinario y, por ejemplo, en 2010 en Dublín el ambiente estaba tan cargado por la espera que el vocalista cortó abruptamente la primera canción ante los abucheos y el lanzamiento de objetos. Milagrosamente y tras un parón que enfadó aún más al gentío, el concierto prosiguió y todos hicieron las paces. Más o menos.

Coldplay en Barcelona en 2009

Vale que no fue culpa de los músicos, pero no es menos cierto que el concierto de Coldplay en 2009 en el estadio Olímpico de Barcelona es recordado por el descontento de parte de los asistentes. Porque cuando la tecnología se empeña en sabotear un macroconcierto, lo destruye con saña. Eso lo saben bien los 55.000 asistentes al mencionado concierto, que tuvieron que soportar problemas de sonido constantes, derivados de un erróneo cálculo de las condiciones del lugar, que dejaba algunas zonas en relativo silencio. Por si fuera poco, en varios momentos el equipo fallaba y dejaba a medio estadio silbando y abucheando como muestra de desaprobación.

Así lo relató El País: “Los problemas técnicos -de los que Chris Martin se disculpó al final con admirable vergüenza torera y que quiso compensar regalando discos (que efectivamente lanzaron unos empleados)- lastraron el concierto, cuyo sonido varió de intensidad en algunos tramos provocando que el público gritase ‘¡no se oye!’ con notable determinación. Antes, en el comienzo del espectáculo, el sonido se interrumpió breves segundos en varias ocasiones”.

Madonna en Bucarest en 2009

Cuando la gente asiste a un concierto de pop, quiere disfrutar de música pop. Y ya. Eso lo sabe perfectamente Madonna, pero en agosto de 2009 en Bucarest no se pudo contener y soltó un largo discurso para condenar la discriminación hacia los gitanos en Rumanía.

“Se me ha informado de que hay mucha discriminación contra los romaníes y los gitanos en general en el este de Europa. Eso me pone muy triste”, dijo al público, que lejos de mostrar empatía con el discurso, respondió con abucheos y pitidos. Y aún prosiguió, obviando la hostilidad reinante: “Nosotros creemos en la libertad y los mismos derechos para todos”. Después del recital, celebrado ante 60.000 personas, la publicista de Madonna admitió la recepción dividida de sus palabras, pero remarcó que buena parte del público mostró su apoyo con aplausos.

Drake en Los Ángeles en 2019

El rapero canadiense es uno de los artistas más escuchados del último lustro en todo el mundo, pero también sabe lo que es sentirse fuera de lugar. Esa desconcertante sensación le llevó el pasado noviembre, de hecho, a acortar por las bravas su actuación sorpresa en el Camp Flog Gnaw Festival al ser abucheado por buena parte del público, que había dado por hecho de manera generalizada durante las horas previas que el sorpresón sería Frank Ocean.

“Estoy aquí por vosotros esta noche. Si queréis seguir, yo seguiré”, dijo Drake a la concurrencia visiblemente molesto. Un ultimátum que no obtuvo la respuesta deseada, por lo que optó por largarse para evitar males mayores y porque, bueno, él no tiene por qué aguantar semejante humillación: “Miren. Ha sido amor. Les quiero a todos. Me llamo Drake, gracias por invitarme”.

Raphael en Madrid en 2016

No quedó nada contento el personal con la presentación en noviembre de 2016 en Joy Eslava del disco Infinitos bailes de Raphael. Para empezar, porque a pesar de ser vendido como un concierto, fue más bien un ‘evento’ con cátering para los periodistas e invitados ubicados en la pista, mandando a la segunda y tercera planta a los admiradores que habían pagado 85 euros (esperando, además, cóctel y cena).

Descontento generalizado y conatos de tanganas con señoras –y algunos señores– que no se cortaron y que reclamaron lo que consideraban suyo. Por eso, la velada comenzó con gritos de “timo, timo, timo” por parte de un sector del público, que se calmó cuando Raphael salió al escenario… a cantar ocho canciones. Y ya, porque eso fue todo.

Red Hot Chili Peppers en Ohio en 2017

No está muy claro si el batería Chad Smith es un temerario o un cachondo. De hecho, en su caso en particular, es especialmente difícil diferenciar tales extremos. Más aún si al término de un concierto de Red Hot Chili Peppers, le da por enfadar premeditadamente al público.

Eso hizo en mayo de 2017 en Columbus (Ohio) al cantar la ‘canción de guerra’ del equipo de fútbol americano del Estado rival. El de la Universidad de Michigan, concretamente, un viejo himno que data del siglo XIX y se titula The Victors. Ya se saben cómo son las rivalidades deportivas, de modo que la respuesta no pudo pillarle por sorpresa. Pero es que Smith pasó la mayor parte de su infancia y juventud en Bloomfield Hills (Michigan), por lo que abstenerse de trolear a los rivales de Ohio es algo superior a sus fuerzas: según una historia de 2012 publicada por ESPN, también cantó The Victors durante el show de Red Hot Chili Peppers en 2012 en Columbus.

Héroes del Silencio en Los Ángeles en 1996

No fue feliz el final de Héroes del Silencio en 1996. Con la decisión ya tomada, el grupo recorrorió varios países americanos antes del último concierto el 6 de octubre en el Universal Studios Amphitheater de Los Ángeles. Allí el público recibió al grupo con incomprensión por su separación y con cabreo por una frase de Bunbury publicada en la revista Primera Línea y de la que se hicieron eco muchos medios mexicanos y del sur de Estados Unidos: “En México, excepto las chicas que salen en televisión, las mujeres son bastante feas. A mí, realmente, las mexicanas me tiran poco, muy poco. En cambio, las argentinas sí, esas sí que me tiran”.

En Lo demás es silencio de Pep Blay (2007, Plaza & Janés) se cuenta que cuando comenzó aquel recital “cayó una lluvia de piedras y de monedas sobre Enrique”, quien “cantó la primera canción, la segunda, la tercera, la cuarta… y ya no soportó más y se fue”. Y así lo recuerda en el mismo libro el batería Pedro Andreu: “Le tiraron de todo. Estaba harto y además llevaba una carga interna del copón y no pudo más. Se largó. Esa reacción era una de las cosas que más le jodían a Juan Valdivia”.

Led Zeppelin en Detroit en 1969

En otoño de 1969 Led Zeppelin habían publicado dos discos y, aunque eran grandes, aún les quedaban muchos peldaños por subir en su célebre escalera hacia el cielo. Y a fe que lo comprobaron en la que fue su cuarta gira por Norteamérica, cuando cometieron la torpeza de contratar como teloneros a los locales Grand Funk Railroad, oriundos de Michigan que les robaron la cartera ante su gente en el Olympia de Detroit. No es que les hicieran sombra, no, es que se los comieron con patatas.

Tanto fue así que, fuera de sus casillas ante la respuesta entusiasta del público, el gigantón mánager de Led Zeppelin, Peter Grant, agarró por el cuello al representante de los Grand Funk Railroad para exigirle que su banda dejara de tocar o él mismo les desenchufaría la electricidad.

Así lo recordó en 2019 el líder del grupo, Mark Farner, en el podcast del reputado periodista rockero Eddie Trunk: “Nos desenchufaron, así que lo único que se podía escuchar era la batería. Los tambores están sonando, me doy la vuelta y miro y nuestro mánager sale con un micrófono en la mano y dice ‘Debido a una obligación contractual, Grand Funk tiene que abandonar el escenario. No podrías creer las botellas de vino y whisky que la gente tiraba”.

Led Zeppelin esperó a que los ánimos se calmaran y salió al escenario más de una hora después, pero para entonces el pabellón con capacidad para 15.000 personas estaba medio vacío. A pesar de todo, aún hicieron ambas bandas otro concierto conjunto en Cleveland días después, con la misma reacción del gentío, por lo que los teloneros fueron expulsados del tour.

Motörhead en Medio Oriente en 1980

Con su cuarto disco, Ace of Spades (1980), el estruendoso trío británico sentó cátedra y consiguió su primer gran éxito, a duras penas igualado después. Eso cimentó su estatus en su Gran Bretaña y les animó a visitar por primera vez Estados Unidos como teloneros de Ozzy Osbourne, tal y como recuerda Lemmy en sus memorias: “Al principio los norteamericanos no sabían muy bien qué pensar de Motörhead. No fueron pocas las mandíbulas que cayeron al suelo durante aquella gira con Ozzy. Obtuvimos un recibimiento caluroso en las costas y en Detroit y Chicago. Pero en buena parte del Medio Oriente incluso les asustamos bastante. De modo que éramos una entidad extraña y desconocida cada vez que subíamos al escenario”.

Una novatada, en definitiva, pues la banda era humillantemente ignorada o, aún peor, ruidosamente abucheada por las hordas de fans de Ozzy. En las pocas ocasiones en las que se atrevieron a tocar por su cuenta en tierras americanas, se encontraron con los locales vacíos, según se relata en Lemmy: La biografía definitiva (Mick Wall, 2016).

Ramones en San Bernardino en 1978

No había nadie igual que los Ramones a en el segundo lustro de los setenta. Además, por pura idiosincrasia, el punk había venido para confrontar contra el hard rock y el heavy metal imperante, con lo cual era mejor que el cuarteto neoyorkino se mantuviera en su propio micromundo. Pero no fue así y, para ganar popularidad, acabaron teloneando a las más grandes bandas de rock duro cuando más grande era el rock en general. Y tuvieron problemas por eso en varias ocasiones.

“Íbamos conduciendo hacia un concierto en San Bernardino con Black Sabbath en 1978 y vi una marquesina que decía: ‘Los reyes del heavy metal contra los reyes del punk rock’. Pensé: ‘Dios, tenemos problemas”, rememora el guitarrista Johnny Ramone en el libro De gira con los Ramones (2003).

Y añade el vocalista Joey Ramone: “No encajábamos allí. En San Bernardino hay un montón de granjeros paletos moteros que seguían a muerte a Black Sabbath. Son fans muy leales, como los nuestros, pero nuestro publico entonces era muy reducido. Empezamos a tocar y la gente con botellas haciéndonos ver que nos las iban a tirar. Al cabo de veinte minutos empezó a caernos encima medio mundo: botellas, bujías, carburadores. Fuimos capaces de esquivarlo todo y nadie salió herido, pero les dijimos ‘¡Que os jodan!’ y nos largamos”.

Aerosmith en Nueva York en 1974

Cuenta la vasta leyenda del rock que Aerosmith decepcionaron reiteradamente a sus fans durante aquellos locos (y maravillosos) setenta en los que se drogaban en escena con escaso disimulo, se peleaban mientras tocaban y acortaban bruscamente sus actuaciones. Eso forma parte de la memoria colectiva de quienes asistieron a aquellos conciertos, aunque los protagonistas apenas pueden recordarlo.

Lo que sí recuerda el guitarrista Joe Perry en sus memorias de 2014 fue aquella vez en la que el público les cogió una tirria insoportable porque tocaron después de Rory Gallagher. Fue en el Central Park de Nueva York ante 50.000 personas en 1974, cuando Aerosmith eran la nueva gran sensación del rock.

Y relata Joe: “Tocó y tocó mucho más de la hora en la que tenía que terminar. Temerosos de una revuelta, los promotores le dejaron hacer… a costa nuestra. Cuando finalmente se largó, el gentío quería más Rory y empezó a tirar botellas y latas mientras nos preparábamos. Los objetos siguieron volando mientras tocábamos y uno golpeó a Brad (guitarrista), mientras otro hizo un corte en el brazo a Joey (batería). Lo recuerdo como la única vez que nos barrieron del escenario al verdadero estilo de rock and roll, aunque nos las apañamos para tocar hasta el final. Esa noche, Rory Gallagher fue demasiado bueno para parar”.

Amy Winehouse en Belgrado en 2011

El último recital de la diva del soul tuvo lugar el 18 de junio de 2011 en Belgrado (Serbia) y no dejó un buen recuerdo para la posteridad. Fue, al contrario, una tragedia en vivo a los ojos de un público que, para empezar, tuvo que esperar a la británica durante toda una hora de retraso.

Tardó y ya tenía a la concurrencia de malas, pero es que lo primero que hizo nada más aparecer fue tropezarse. Una vez ejemplificada la definición de ’empezar con pal mie’ la cosa no mejoró en absoluto, pues Amy se mantuvo en pie a duras penas, tambaleándose ante el micrófono y cantando como canta quien no tiene ninguna gana de cantar. De hecho, también se dedicó a salir y entrar del escenario para desconcierto de los 20.000 asistentes, que se dedicaron a abucher ante lo penoso de la situación.

Después de esta penosa actuación, canceló el resto de su gira para luchar contra sus múltiples adicciones. Pero un murió un mes después, el 23 de julio.

Ozzy Osbourne en Buenos Aires en 2013

A lo largo de su perpetuo maratón de autodestrucción, Ozzy podría haber sido abucheado miles de veces por los más peregrinos motivos, pero siempre se las apañó para salir victorioso. Por eso no deja de tener su gracia que fuera un desliz de lo más habitual y tontorrón el que le llevó hasta los titulares de la prensa argentina en el otoño de 2013.

Porque el legendario icono del heavy metal cometió uno de los pocos errores que se consideran imperdonables: equivocarse de bandera. Porque andaba Ozzy a tope de power en La Plata, en Buenos Aires, y alguien le pasó una bandera para electrizar a las masas. Con tan mal tino que resultó que el amarillo y el verde de la enseña brasileña nada tiene que ver con el azul y blanco de la argentina. “Un público fantástico anoche en Buenos Aires. Deseando veros a todos en Porto Alegre”, tuiteó alguien en la cuenta de Ozzy horas después para terminar de enredar el enredo.

Beastie Boys en 1985

Nadie sabe por qué acabaron los Beastie Boys de teloneros de Madonna. La cosa es que por aquel entonces, aunque ya luchaban por su derecho a desfasar, los neoyorkinos no dejaban de ser unos cualesquiera ante la diosa del pop.  “Ninguno de nosotros conocía tanto a Madonna, pero todos solíamos pasar el rato en Danceteria -un club de Nueva York- así que ya nos conocíamos. Sin embargo, fue una idea terrible. Pero de alguna manera fue genial para ella porque éramos tan terribles que cuando subía al escenario, el público tenía que estar feliz”, rememoró una década después el grupo en la revista Spin.

Y Madonna aún añadió en ese mismo número de 1998: “Eran chicos muy malos. Decían fuck todo el tiempo en el escenario. El público siempre los abucheaba y ellos siempre les respondían a todos que se fuesen a la mierda. Me encantaban por eso. No podía entender por qué todos los odiaban, me parecieron muy adorables”.

Bruce Springsteen en Nueva York en el 2000

Pasando por alto a Ted Nugent por motivos diametralmente opuestos, no hay rockero más yankee que Bruce Springsteen. Ninguno con el que se identifiquen más los estadounidenses y ninguno que tenga más selfies con los policías de cualquier ciudad del planeta. Es uno de los suyos y uno de los nuestros porque, al final del día, todos somos currantes.

Pero al rockero de New Jersey le pareció algo excesivo pegar 41 tiros a un sospechoso por ser negro. Amadou Diallo, un imigrante africano, fue tiroteado por policías de paisano cuando intentaba sacar su cartera para identificarse. Los hechos ocurrieron en 1999 y un año después el rockero estrenaba la canción American Skin (41 shots) en Atlanta a modo de prueba. El resto lo cuenta en sus memorias él mismo: “Pensaba que era simplemente otro de mis temas que entroncaba con mi larga trayectoria de abordar temas de actualidad, así que me quedé un tanto conmocionado cuando Steve Van Zandt entró corriendo durante nuestro ensayo antes del primero de dos semanas y media de conciertos en el Madison Square Garden. Me preguntó ‘¿has visto esto?’ En la portada del venerable New York Post aparecía el responsable de la Orden Fraternal de la Policía Estatal de Nueva York llamándome ‘saco de mierda’ y ‘marica flotante”.

Y prosigue: “Los policías del backstage, normalmente parte de mi público, no nos hablaban ni sonreían. Recibí al señor y la señora Diallo brevemente. Nunca había estado en un escenario sintiendo que la gente esperaba solo una canción. Al empezar oí algunos abucheos dispersos. A pesar de lo que se diga, se distinguen muy bien de los gritos de ¡Bruuuuuce! Era de esperar. Entonces, vi a varios jóvenes encolerizados, uno de ellos sacando una placa y mostrando el pájaro insignia del estado de Nueva Jersey, corriendo hasta ponerse delante del escenario. Comenzaron a gritar a mis pies durante un momento. Qué gritaban exactamente, no podría decirlo, pero no eran vítores ni saludos”.

Andrés Calamaro en Bolivia en 2019

El propio Andrés confesó abiertamente que lo del pasado año en Bolivia fue un desastre. El público se empachó de enojo y la prensa local no se mostró en general entusiasta de manera que, por lo que sea, él mismo escribió acto seguido unas líneas en sus redes sociales. Tan latente lo sentía.

A saber: “Cochabamba, estuve horrible. Hace muchos años no ofrecía un concierto tan flojo, ni podía respirar. No me levanté con el pie derecho esta mañana. La verdadera pesadilla que es ‘no tener buenas sensaciones en el escenario’. Ni la altura es excusa, ni los horribles teléfonos en alto, ni el sitio ni el escenario; mía es la responsabilidad. Tampoco va a ser siempre bonito e inspirado pero siempre lo intentamos. Caballo viejo y cansado. No es fácil cumplimentar responsabilidades que no son pocas; estar a la altura de las expectativas así sean escasas o demasiadas. Son muchos años cantando y están todos en los pulmones y en la garganta. En el escenario soy toro y torero, no tengo excusas ni a quien echar culpas, tampoco basta con la voluntad y la buena disposición. Llegar con lo justo, esperando la ‘aparición del duende lorquiano’ no siempre alcanza. Perdón Cochabamba, todos se merecen lo mejor de mí”.

Queen en Río de Janeiro en 1985

El primer Rock in Rio fue un festival colosal que congregó a más de 300.000 personas para ver a AC/DC, Def Leppard, Iron Maiden, Ozzy Osbourne o Queen en dos fines de semana de enero de 1985. Todos ellos hicieron doblete y la interpretación de Freddie Mercury tuvo un elemento bien diferenciador.

Porque en el bis de la primera noche, el 12 de enero, el cantante volvió al escenario para cantar I want to break free vestido como en su emblemático videoclip: minifalda, pechos falsos y peluca. La biografía Queen (Jacky Gunn y Jim Jenkins, 1993, Editorial Cátedra) relata que algunos asistentes se molestaron y “les lanzaron botellas, latas y piedras”.

En el libro Queen: Complete Works (George Purvis, 2011), se rebaja la grandilocuencia del relato, también difundido en su momento por cronistas de People o Record Mirror, asegurando que no fue para tanto, aunque parte del público sí que reaccionó “negativamente y con abucheos”. En lo que sí coinciden todos es en que el motivo último fue que I want to break free se había convertido en Sudamérica en un himno político contra las dictaduras y, por eso, una vez advertido, Freddie no salió disfrazado en su segunda aparición en Rock in Rio el 19 de enero.

Kanye West en Londres en 2014

Igual lo que pasa es que Kanye está predicando en el desierto. Con un tipo tan excesivo, ocurre que estás con él o contra él, por mucho que se meta en el rollo pastoral como quien se ha caído del caballo y está de vuelta de todo. La cuestión es que, a lo largo de los años, Kanye ha sacado de sus casillas al público en reiteradas ocasiones. Una muy recordada tuvo lugar en el Wireless Festival de Londres en 2014, cuando quedó prácticamente sepultado por un aluvión de abucheos tras marcarse un airado discurso de (según los reportes) veinte minutos.

Según The Independent, el rapero, que apareció con una máscara tapando su cara, detuvo su espectáculo para hablar en plan predicador sobre sus proyectos y las críticas que recibe. “Soy un diseñador, un músico, un mánager. Los medios tratan de deshumanizar a la gente que cree en sí misma. Que le jodan a lo que cualquiera piense, esto va de los sueños de Kanye”.

The Clash en Filadelfia en 1982

El punk nació para acabar con toda la megalomanía del rock de los dinosáurios de los setenta, pero conectaba de maravilla con la generación anterior, la que lo cimentó todo durante los años sesenta. Por eso, The Clash terminaron en 1982 como artistas invitados en varios grandes conciertos en estadios de Estados Unidos de The Who, una de las bandas favoritas de Joe Strummer.

Los aspirantes gozaban entonces de un pico de popularidad gracias al álbum Combat Rock, pero eso no significaba que los fans estadounidenses fueran a abrazar a esa banda de jovenzuelos ingleses. Fueron noches locas en estadios como el JFK de Philadelphia o el Shea Stadium de Nueva York, históricas para quienes asistieron por diferentes motivos.

En la web de fans especializada www.thewholive.net se comenta repetidamente que los teloneros fueron pitados y humillados concierto tras concierto. “The Clash fueron tratados de manera abominable. El público empezó a abuchearles nada más ser presentados. Todo tipo de basura fue lanzada la escenario y recuerdo que Joe Strummer fue golpeado por una manzana en la cara. A Mick Jones le dieron con una botella de refresco que luego cogió y se bebión”, rememora un usuario, ejemplificando lo que fue la norma en aquellos recitales del otoño de 1982. Justo cuando iba a empezar la cuesta abajo de The Clash. Aunque esa es otra historia para otro rato.

Nirvana en Buenos Aires en 1992

En octubre de 1992, Nirvana fueron recibidos en Buenos Aires con toda la proverbial locura del público argentino, más que predispuesto para su concierto del 30 de octubre de 1992 en el Estadio José Amalfitani de Vélez. Pero buena parte de los 20.000 asistentes se pasaron de revoluciones y no dejaron de insultar y arrojar objetos a Calamity Jane, la banda de chicas telonera invitada por Nirvana.

Según contó la líder del grupo a Clarín, Gilly Ann Hanner, Kurt consideró la opción de no salir a tocar en respuesta a esa afrenta sexista, pero lo hizo para no romper el contrato y para evitar una revuelta. Eso sí, lo que el grupo perpetró esa noche fue una burla en toda regla, en la que pagaron justos por pecadores.

Escogieron canciones desconocidas de su repertorio, caras-b y canciones de lo que meses despues vería la luz como Incesticide, su disco de rarezas. Concesiones, las justas. Incluso amagaron varias veces con el riff inicial de Smells like teen spirit pero nunca la tocaron entera, provocando el mosqueo generalizado de un público que ni por asomo sabía lo que estaba pasando y se quejaba en vano con gritos y silbidos.

En el libreto del disco Incesticide, Kurt mostró una lista de cosas buenas y malas vividas por el grupo en los meses de su ascensión descontrolada hacia el éxito y ahí había una frase que lo resumía todo: “O pagarle 5.000 dólares a las Calamity Jane para que sean interrumpidas por 20.000 machitos en Argentina”.


Tomado del portal Icon del diario EL PAÍS (ES)