El Papa destaca la eficacia del Vaticano en la lucha contra los delitos financieros

Foto: Vatican Media

El Papa Francisco destacó la eficacia del Estado del Vaticano en la prevención y detección de delitos financieros gracias a las últimas reformas legislativas introducidas de acuerdo con las normas internacionales.

El Pontífice realizó esta valoración en la mañana de este sábado 15 de febrero en la inauguración del Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano que presidió en el Palacio Apostólico.

Ante el promotor de justicia, los prelados auditores, los oficiales, los abogados y los colaboradores del tribunal, el Santo Padre pronunció un discurso en el que puso en valor los esfuerzos del Vaticano por modernizar y adecuar su legislación mediante una serie de reformas que respondan a la misión de la Iglesia.

El Papa reflexionó sobre “las leyes que regulan las relaciones interpersonales y, por lo tanto, su legalidad, así como los valores éticos que rigen en su trasfondo”.

Respecto a este asunto, el Pontífice destacó las reformas introducidas durante el último decenio en la legislación vaticana y, en concreto, en el ámbito penal.

Esas modificaciones, aclaró Francisco, se deben tanto a una necesaria modernización como, principalmente, a la necesidad de respetar los compromisos internacionales que la Santa Sede ha asumido en el Estado Vaticano.

Los compromisos citados por el Papa “se refieren sobre todo a la protección de la persona humana, amenazada en su misma dignidad, y a la tutela de grupos sociales, con frecuencia víctimas de nuevas, odiosas, formas de ilegalidad”.

El principal desafío de estas reformas se encuentra insertado dentro de la misión de la Iglesia, “forma parte integrante y esencial de su actividad ministerial”.

“Eso explica el hecho de que la Santa Sede insista en compartir los esfuerzos de la comunidad internacional para la construcción de una convivencia justa y honesta, además de atenta a las condiciones de los más desfavorecidos y de los excluidos, privados de los bienes esenciales, con frecuencia golpeados en su dignidad humana y reducidos a invisibles y descartados”.

El Papa explicó que la Santa Sede está desarrollando “un proceso de conformación de su legislación a las normas del derecho internacional y, en el plano operativo, está comprometida de forma particular en la lucha contra la ilegalidad en el ámbito de las finanzas a nivel internacional”.

Para ello, “ha promovido relaciones de cooperación y de intercambio de políticas e iniciativas de contraste, creando sistemas internos de vigilancia y de intervención capaces de realizar servicios y controles eficaces”.

“Tales acciones han sacado a la luz recientemente situaciones financieras sospechosas que, más allá de su posible ilegalidad, o se ajustan a la naturaleza y los objetivos de la Iglesia, y han generado desorientación e inquietud en la comunidad de los fieles”.

Se trata de “hechos que examina la magistratura y que deben aclararse todavía por cuanto se refiere a los perfiles de relevancia penal. Por lo tanto, no es posible pronunciarse sobre ellos en esta fase”.

El Papa valoró como un hecho positivo el que los primeros informes sobre estas posibles ilegalidades partieran de las autoridades internas del Vaticano. “Esto demuestra la eficacia y la eficiencia de las medidas de contraste, tal y como exigen las normas internacionales”.

En ese sentido, subrayó que “la Santa Sede está firmemente decidida a continuar por el camino emprendido” “también mediante el inicio de nuevas formas de cooperación judicial tanto a nivel de los órganos instructores como de los organismos de investigación, en las formas previstas por las normas y la práctica internacionales”.

Justicia y misericordia

A los jueces, y a los demás trabajadores de la administración de la justicia, el Papa Francisco pidió en su discurso que no olviden que en su trabajo diario “os encontráis con frecuencia ante personas que tiene hambre y sed de justicia, personas que sufren, que a veces padecen angustia y desesperación existencial”.

Subrayó que “en el momento de juzgar debéis ser vosotros quienes, profundizando en la complejidad de las relaciones humanas, deis respuestas justas, conjugando la corrección de las leyes con el valor añadido de la misericordia que nos enseñó Jesús”.

De hecho, “la misericordia no es la cancelación de la justicia, sino su cumplimiento, porque lo sitúa todo en un orden más elevado, donde también los condenados a las penas más duras encuentran un resquicio de esperanza”.

Juzgar es una tarea “que requiere no solo preparación y equilibrio, sino también pasión por la justicia y conciencia de grandes responsabilidades ligadas al juicio”.

“Vuestra labor no puede descuidar el compromiso constante de comprender las causas del error y la fragilidad de quienes violaron la ley”, afirmó.

Inspirarse en el Evangelio

Por otro lado, Francisco destacó la importancia para la sociedad del trabajo en la administración de la justicia y de la tutela del orden público, porque ese trabajo “es garantía no solo de orden, sino, sobre todo, de responsabilidad en la calidad de las relaciones interpersonales vividas en nuestro territorio”.

El Papa pidió a los presentes que persigan, “siempre con convicción, el camino de la justicia como camino que hace posible una auténtica fraternidad con todos aquellos que son tutelados, especialmente con los más débiles y frágiles”.

En su discurso, Francisco invitó a los trabajadores de la justicia vaticana a inspirarse en el Evangelio al impartir justicia, ya que “nos muestra una mirada más profunda respecto a la mentalidad mundana, y nos muestra que la justicia propuesta por Jesús no es un simple conjunto de reglas aplicadas técnicamente, sino una disposición del corazón que guía a quien tiene responsabilidad”.

“La gran exhortación del Evangelio es la de instaurar la justicia, principalmente, dentro de nosotros, luchando con fuerza para marginar la cizaña que habita dentro de nosotros”, explicó el Papa.

En este sentido, invitó a la conversión personal, porque sólo la conversión personal es “la justicia que genera justicia”.

Sin embargo, hizo hincapié en que “la justicia por sí sola no basta, se necesita que esté acompañada también por otras virtudes, principalmente las cardinales, que son las que actúan como eje: la prudencia, la fortaleza y la templanza”.

“La prudencia, de hecho, nos da la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y nos permite atribuir a cada uno lo suyo. La templanza, como elemento de moderación y de equilibrio en la valoración de los hechos y de las situaciones nos hace libres de decidir a partir de nuestra conciencia”.

Por último, “la fortaleza nos permite superar las dificultades que encontramos, resistiendo a las presiones y a las pasiones”.


Tomado del portal ACI Prensa