Falleció Gloria Zea, la directora histórica del Museo de Arte Moderno

Foto: Néstor Gómez / Archivo EL TIEMPO

La gestora cultural murió por complicaciones de salud en una clínica, en el norte de la capital.

A Gloria Zea (1935) nada la detenía. Sin duda, uno de los principales motores que la mantuvieron en pie hasta sus últimos días, junto con su familia, fueron sus amigos. A pesar de las dificultades para respirar, que la venían aquejando, a esta gestora del arte y la cultura se le veía feliz saludando a sus amigos en galerías, teatros y en reuniones.

La gran gestora del arte y directora histórica del Museo de Arte Moderno de Bogotá falleció este lunes en la tarde en una clínica capitalina, por complicaciones de salud. Así se lo confirmaron a este diario fuentes cercanas a la Fundación Ópera de Colombia y amigos cercanos.

Hasta el Palacio de Nariño llegó puntual, hace pocos días, para honrar el legado de su querido amigo el expresidente Belisario Betancur, durante un acto que le rindió el presidente Iván Duque.

Otro de sus sueños fue siempre la promoción del género operático, que adoraba. Precisamente, uno de sus proyectos recientes era hacer realidad el sueño de llevar al escenario ‘El caballero de la rosa’, de Richard Strauss, que estrenó en septiembre del año pasado. Este montaje lo realizaron en conjunto la Fundación Ópera de Colombia y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

Febrero del 2016 fue un momento difícil para Zea, cuando luego de 46 años al frente del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MamBo), tomó la decisión de dejar ese cargo.

En ese momento, Zea le comentó a EL TIEMPO, que estaba viviendo unos días muy nostálgicos.

“Estos días han sido una lloradera permanente. He recibido muchas llamadas, las más bellas que te puedas imaginar, de gente dándome las gracias”, comentó Zea.

Luego de más de cuatro décadas como cabeza del MamBo, su familia, especialmente sus hijos, le dieron un ultimátum: “Me pusieron ‘un revólver en la cabeza’ y me dijeron: no más, mamá, hasta acá llegaste. Te estás matando. Entonces, tomé la decisión de retirarme”, recordó Zea con el humor que siempre la caracterizó.

Pero lograr que este ‘huracán’ se detuviera era imposible. Para ella, esta decisión no fue una jubilación. Al salir de la Dirección del MamBo, Zea comentó que se iba a dedicar por completo la Ópera de Colombia, que en 2016 cumplió 40 años.

En su oficina, entre fotos de sus hijos, unos cuantos cuadros y un retrato que le hizo su primer esposo, el pintor y escultor Fernando Botero, esta filósofa de la Universidad de los Andes reconocida como una gran gestora cultural le resumió a este diario sus cuatro décadas al frente del MamBo: “Hemos traído 240 exposiciones internacionales, y realizado 489 nacionales”.

Gloria Zea era amiga de todos los artistas importantes de Colombia. “Todos, absolutamente todos, Grau, Édgar Negret, Ramírez Villamizar, Carlos Rojas fue especialmente cercano y me colgaba todas las exposiciones. Obregón era la dulzura personificada, el príncipe azul, eso era lo más bello de ser humano que tú te puedas imaginar. Todas las mujeres caían muertas de amor por él. Hay dos hombres que nunca volteé ni a mirar y que idolatré: Alejandro Obregón y Rogelio Salmona”, dijo en una entrevista con EL TIEMPO.

“Negret fue el amor toda la vida, eterno, infinito, por eso me ha dolido tanto su situación de hoy, es de llorar, de llorar. Fue mi íntimo amigo, nos adoramos, porque nuestras vidas coincidieron en Nueva York. Yo estaba recién separada, me cansé de vivir con mis papás y busqué un apartamento para mí y mis tres muchachitos. No tenía un peso y no tenía cómo amoblarlo, Negret llegaba a las seis de la mañana con su novio con un montón de cosas, ambos aprovechaban que en Nueva York todo el mundo bota los muebles a la calle y los dos recogían las cosas más lindas para mí. No se me olvidará jamás una lámpara que me hizo con una rueda de bicicleta y unas velitas de la Virgen de distintos colores, ¡era la lámpara más bella que te puedas imaginar!”, fue otro de los recuerdos de esa charla.

Además de traer exposiciones de artistas como Marc Chagall, Alexander Calder, Pablo Picasso, Andy Warhol, y la colección del Thyssen Bornemisza, su gestión en el MamBo también ayudó a formar públicos, según Eduardo Serrano, quien fue curador de este museo MamBo junto con personajes como el crítico de arte Álvaro Medina. Y curadores como María Iovino o José Ignacio Roca –excurador adjunto de arte latinoamericano Estrellita B. Brodsky de la Tate Modern– o la pintora Beatriz González, quienes pasaron por el departamento de educación del museo.

Zea también dirigió Colcultura durante ocho años, en la presidencia de Alfonso López Michelsen y luego en la de Julio César Turbay. En ese tiempo, y sin dejar a un lado la dirección del MamBo, Colcultura sacó adelante unas mil publicaciones. Entre estas, el Manual de historia de Colombia, junto con Jaime Jaramillo Uribe. Otros de sus colaboradores fueron Guillermo Abadía, Juan Gustavo Cobo y Jorge Eliécer Ruiz, por nombrar algunos.

Además gestionó la restauración de iglesias en Boyacá y estuvo dentro de las personas que apoyaron las inspecciones arqueológicas que permitieron descubrir Ciudad Perdida.

Entre el poder y la cultura

Zea creció entre la política. Su papá, Germán Zea, fue ministro de Carlos Lleras y de Julio César Turbay, senador, alcalde de Bogotá y gobernador de Cundinamarca. Su madre, Beatriz de Zea, también fue alcaldesa. A ella la describió como una mujer extraordinaria, de la que aprendió a trabajar. “Cuando la nombraron alcaldesa en Funza, ella dijo esta frase: ‘trabajaré por Funza, con amor’. Y esa es la que yo digo siempre, trabajaré por esto con amor, que es lo único que se necesita”, le contó a EL TIEMPO.

Gloria Zea se consideraba una mujer privilegiada y suertuda, porque había tenido la oportunidad de trabajar con la música, el arte, la literatura, con el rescate del patrimonio cultural, el folclor y la música del país: “Todo lo que hace la vida bella”.

Esa mujer, a la que Álvaro Castaño le puso como apodo ‘Los guaduales’ –por la canción de Garzón y Collazos que dice: “Lloran, lloran los guaduales, porque también tienen alma”– decía que precisamente esa facilidad que tenía para llorar fue una bendición, porque le permitió expresar lo que sentía.

Sin embargo, aseguraba que no lloraba en los momentos difíciles, entre los que se cuentan un secuestro, la enfermedad que sufrió Juan Carlos, uno de sus hijos, o el escándalo que vivió hace 20 años otro de ellos: el exministro Fernando Botero Zea.

Eso sí, muchas cosas la conmovían: una película, un libro, o un cuadro. Por ejemplo, la Primavera de Botticelli, que tuvo la oportunidad de ver en solitario junto con su tercer esposo, el italiano Giorgio Antei.

O el libro ‘La oculta’, de Héctor Abad Faciolince, como se lo recordó a este diario. “Me emocionaron tanto las descripciones de las montañas de Antioquia, que son de las más bellas”. (En ese momento, Zea hace una pausa y un par de lágrimas se asoman). “Siempre pensé que con la vejez se me iba a quitar esto, pero no”, comenta.

Y es que el amor que profesa por este departamento tiene que ver con el hecho de que su familia es de Titiribí, que las vacaciones de su infancia las pasó en Rionegro y, también, porque el papá de sus hijos (el maestro Fernando Botero) nació y se crió allá.


Tomado del diario El Tiempo