‘Jams’ narrativos, un fuerte reto a la escritura tradicional

Foto: Archivo particular

En torno temas muy diversos, creadores se reúnen en público y ponen a prueba su improvisación.

Por: Gloria Helena Rey

EL PAÍS (ES)

Para algunos de los grandes escritores, la creación en vivo y en directo, con la participación de músicos, ilustradores y lectores, podrá resultar una especie de sacrilegio, pero para los nuevos creadores del siglo XXI, el jam de narrativas, una novedosa tendencia de improvisación de escritura en vivo, es un desafío válido y muy prometedor.

“Promete, porque el mundo está experimentando cambios en la manera de contar historias. Se está transformando la forma como las nuevas generaciones se comunican, crean, publican y comparten.

También está cambiando la circulación del arte y la cultura”, le dice a EL TIEMPO Liliana Moreno Martínez, directora de LetraViva y pionera del jam de narrativas en Colombia.

“La ciberliteratura, las narrativas transmedia y, en general, las digitales están siendo exploradas y desarrolladas en el mundo de las industrias creativas y culturales. Este tipo de creación, que combina géneros, soportes y formatos, está también cambiando la forma como se involucra al público, no solo como espectador, sino como cocreador de una obra artística”, explica.

También, que el jam de narrativas “es exigente tanto para los artistas que participan (escritores, ilustradores y músicos como para el público, pues implica estar atento, dispuesto, alerta; querer compartir con otros, crear con otros y creer en otros; exponerse… La improvisación es un arte poco valorado por la academia o por las formas tradicionales del arte. ¿Y qué decir de la creación colectiva en tiempos en los que aún se piensa, al menos en la literatura, que escribir es un acto íntimo e individual?”.

El jam de narrativas nació en Argentina de la mano del escritor Adrián Haidu Kowski, en 2006, y desde entonces el éxito ha sido tan grande que hoy cuenta con fieles seguidores también en Colombia, España, México y Venezuela.

El lugar del escritor

El propósito al crearlo fue “sacar al escritor de su lugar de confort y ponerlo en el centro de la escena. El jam muestra la cocina de la creación, la literatura en estado puro. El escritor se expone a su público, convertido en lector del texto que improvisa”, dice Haidu Kowski.

Nacido en Buenos Aires en 1974, es autor de varias novelas como Met, el muerto (2001), Dos días en Venecia (2008), Cartas de un psicópata enamorado (2011), Estrategias del póker para la vida (2015) y, la más reciente, Instrucciones para robar un supermercado.

Cuenta que el jam narrativo fue resultado de un año de investigación. De chequear si se estaba haciendo algo parecido en el mundo y, en consecuencia, la inspiración vino como resultado de la investigación.

“Quería hacer algo realmente distinto y pensé y probé cosas hasta llegar al formato actual, que tiene más de quince años y todavía sorprende y atrapa. Estaba bastante cansado de los eventos de lectura en los que el ochenta por ciento de los autores destruían su texto al leerlo”.

Calcula que se han realizado, por lo menos, unos 400 jams en España, México y Argentina por los que pasaron cientos de autores, músicos e ilustradores, y que la duración fue irregular: de 6 horas a una noche entera; que hubo eventos en plena calle Corrientes hasta con mil personas y que muchas de las personas que han asistido a un jam salen con el deseo de crear y con la pulsión de la literatura sobre su piel.

Pero parte del éxito de este formato, además de la innovación, de ser un reto enorme y una especie de bofetada en la soledad, vanidad y egoísmo tradicional de un creador, se debe a la forma como Haidu Kowski ha manejado la expansión de su creación.
“En cada plaza, un productor tiene total autonomía para crear y apoyarse en la base de la casa madre del jam. Explicamos cómo hacer el evento, damos consejos y coordinamos la mejor manera de trabajar”, explica.

En España, por ejemplo, el jam de escrituras comenzó hace 10 años a partir de iniciativas personales en Barcelona y Valencia, que coincidieron con la creación de Haidu en Argentina, nos cuenta Marcos Xalabarder.

Dice que empezó a organizar el jam de narrativas, que llamó de escrituras, con el formato creado por Haidu en el club Cronopios de Barcelona, en 2014, pero que lo hicieron con un estilo diferente e invitaron al público a participar.

“Nuestra aproximación al jam ha sido siempre más participativa y cocreativa. Además, empezamos a diseñar eventos donde mezclábamos las artes como la pintura, la danza, el teatro, el cine… con la escritura en vivo. Hemos agregado también componentes audiovisuales, generando espectáculos muy visuales e interdisciplinarios”, afirma.

Usted, un coautor

En un jam de narrativas, el público se involucra desde el principio. En Colombia “lo hace a través de unas bolsas de tela de diferentes colores. Dentro de las que hay frases que proponen personajes, acciones, lugares, tiempos y sensaciones. Es el que define la materia prima con que trabajaran los creadores”, asegura Liliana.

El jam es definido como un evento, pero para ella es, sobre todo, “una tendencia mundial que atraviesa los formatos tradicionales de creación y circulación de contenidos: de la radio a los pódcast; de la televisión a plataformas de contenidos audiovisuales; de los talleres de creación literaria a las aplicaciones donde se cuelgan contenidos que son leídos globalmente; de la publicación a los libros por demanda, etc. Se explotan las nuevas formas de creación colectiva, de integración y complementación de las expresiones artísticas con la única finalidad de lograr una obra narrativa inédita y, de cierta forma, efímera”.

La exigencia para el creador, por lo tanto, es máxima y convertirse en reconocido experto en el sector, es un desafío, pero lo que se pone en riesgo es el proceso creativo, aunque se desnuda la creatividad de los artistas, admite Liliana.

“El escritor se expone y expone su habilidad para escribir ‘bajo presión’. Por lo que he visto, el artista que se sube a la tarima debe tener ciertas condiciones, como la de ser polifacético, por ejemplo”.

Además de polifacético, considera que el escritor debe estar dispuesto a mostrar su proceso de creación y a “someterse” a vivir una experiencia que pondría nervioso a cualquiera… (Ser) un escritor sin pudor. Que le guste mostrar la entraña de su escritura, el riesgo, la experimentación, incomodarse, que esté dispuesto al cambio y que sea sensible a otras narrativas, lenguajes, soportes y formatos”.

Para ella, el escritor colombiano Andrés Ospina, que ha participado en jam de narrativas, lo ha hecho muy bien, pues “es versátil, tiene buena conexión con el público y es muy hábil a la hora de escribir improvisando. Hasta ahora, en un jam de narrativa el escritor es el que lleva la batuta, aunque es relativo, pues cada artista es autónomo y cada lenguaje de expresión tiene sus propias reglas”.

Lo que se busca con un jam es que se entretejan las diferentes formas de creación y conformen “una única obra artística que solo existe en ese momento, durante la experiencia. Las tres narrativas giran en torno de una misma intención: crear un relato que se construye desde lo visual, lo escrito y lo musical”, dice Liliana.

En Colombia,  el jam aún se ve con distancia y desconfianza en nuestro medio, pues a los colombianos nos cuestan los cambios, y tal vez por eso nos atrasamos en las innovaciones.

“Aún estamos crudos en la forma como entendemos la literatura, la creatividad, las narrativas. Aún seguimos debatiéndonos entre los géneros literarios y los proyectos artísticos tradicionales… Pero poco a poco iremos contemplando otras formas de crear, circular, compartir”, afirma Liliana.

Cuenta que, aunque la mayoría de los artistas que han participado en los jam son jóvenes, muchos de los veteranos más notables, como Alberto Salcedo Ramos (Barranquilla, 1963) y Nahum Montt (Barrancabermeja, 1967), se han negado a hacerlo porque “el proceso creativo es demasiado personal como para ponerlo en escena. Pero creo que Salcedo en algún momento se animará. Haidu Kowski me contó que al comienzo pasó lo mismo en Argentina, pero que, con el tiempo, todos (o casi todos) querían subirse a escribir al escenario”.

Destaca que LetraViva, la entidad que preside, reconoce el valor de la tradición y cree en la innovación como un ejercicio pleno de sentido, que necesita de la memoria para que las transformaciones que se hagan sean consecuentes con el devenir de los procesos y la historicidad de las cosas”.

Localmente se han realizado hasta ahora dos jams de narrativas. El primero, en el cine Tonalá, con la asistencia de 98 personas, con el escritor Andrés Felipe Ospina, Cigarra Entinta (ilustración) y Alejandro Rodríguez DJ Piti (música), el 18 de diciembre de 2019, y el otro en febrero de este año. Se planea uno nuevo, en fecha próxima.

Las obras que resultan de un jam en Colombia, de momento, serán publicadas en camisetas estampadas con la ilustración y frases de la historia con código QR, para que los que quieran puedan leer todo el relato, pero tampoco se descartan otras formas alternativas, tanto digitales como analógicas.

Con pasión

Pero no hay que temer a los cambios. A fin de cuentas, hablamos de un retorno a los orígenes, pues se consideran literatura todas las obras anteriores a la invención de la imprenta transmitidas oralmente, como el folclor, los cuentos, los proverbios y hasta los chistes, según afirma en un texto sobre el tema el ensayista mexicano Ernesto Ortiz Diego.

Además, la literatura se considera “la manera de expresarse de una cultura, nación, lengua, una época o un género” y no solo se restringe a lo que está escrito, sino que cobija a lo que ha pasado de boca en boca y de generación en generación”, resalta.

Para Haidu Kowski, la pasión y la esperanza parecen alimentar su creación. “El futuro es para seguir viajando. Me encantaría ir a Colombia a hacer un megajam con autores de ahí, presentar mis novelas y seguir la gira”.

“El jam tiene una magia que ningún otro evento literario tiene, es algo relacionado con el momento mismo de creación, es un instante mágico al que cada autor le da su impronta. La gente que lee se va con adrenalina, con una sonrisa, comentando el texto, la gente puede opinar mientras el autor crea, es un todo que se retroalimenta, crea una tríada del aquí ahora, crea un espacio irrepetible, único, muy difícil de explicar. Es una experiencia para todos, porque los autores se exponen a sus críticos más severos, los lectores”.

Gloria Helena Rey
Para EL TIEMPO


Tomado del diairo EL TIEMPO