La pandemia no nos robará la literatura

Foto: Imagen de archivo de la FIL de Guadalajara el año pasado

La pandemia de coronavirus pone en duda la celebración de grandes eventos, como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La de Fráncfort, sin embargo, se celebrará pese a las notables ausencias.

Octavio Paz, único mexicano en ganar el Premio Nobel de Literatura, escribió que la poesía nos hace tocar lo impalpable. La cuarentena nos ha encerrado en nuestras casas, pero la literatura es una puerta siempre abierta a un mundo tan vasto como la imaginación del ser humano.

Al menos esa es la teoría. Lo malo es que la pandemia del nuevo coronavirus también ha supuesto un duro golpe al mundo del libro y a una industria editorial que navega, a veces dificultosamente, entre tormentas económicas y una compleja relación de amor-odio con la digitalización. La crisis del COVID-19 ha provocado el cierre de incontables librerías, despidos en sellos editoriales y la postergación -en algunos casos indefinida- de la publicación de innumerables títulos. Las presentaciones de libros y los encuentros físicos con autores no suenan quizás ya tan interesantes o prioritarios, ante el riesgo de contagios y rebrotes.

Los grandes eventos que usualmente marcan el calendario literario del año también han pagado un alto precio. Hace solo unos días, dos grandes editoriales -Penguin Random House y Cal y Arena- fueron las primeras en anunciar que no asistirán a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el evento de este tipo más importante de América Latina. Otros importantes nombres del sector, como la española Anagrama, están estudiando su asistencia.

En Alemania, la Feria del Libro de Fráncfort se celebrará finalmente, aunque de un modo híbrido que incluirá tanto eventos presenciales como digitales. En parte gracias a los cuatro millones de euros -anunciados hace apenas unos días- que destinará el Gobierno alemán a apoyar a la icónica cita literaria alemana por la crisis del coronavirus. Si bien no se sabe aún quién asistirá finalmente, son muchos los grandes socios que ya han adelantado que se quedarán en casa y el país invitado, Canadá, retrasará su presencia física a 2021.

“Todavía no sabemos qué sellos editoriales o escritores van a poder viajar”, dice en entrevista con DW Katja Böhne, directora de comunicación del evento. “No están llegando buenas noticias sobre la pandemia desde Estados Unidos y América Latina, por eso por ahora no contamos con muchos escritores latinoamericanos”.

España, que iba a ser país invitado en 2021, ha aceptado ser trasladado al año siguiente. La alemana cree que la tradicional cooperación entre la industria editorial española y sus socios en América Latina beneficiará al sector al otro lado del Atlántico.

No obstante, Böhne asegura que “los que no puedan participar van a poder llevar a cabo todo tipo de presentaciones a través de nuestra web” o de las redes sociales del evento, con mención especial a la plataforma YouTube. “Ya sea un evento en Lima o en Buenos Aires”, asegura Böhne, las editoriales que estén interesadas podrán presentar sus proyectos al mundo a través de las posibilidades del livestream.

En cuanto a la cita de Guadalajara, su directora, Marisol Schulz Danaut, dice a DW que “todavía es muy prematuro hablar de cómo estará la pandemia en América Latina para cuando llegue la fecha”, es decir, entre finales de noviembre y principios de diciembre. “Estamos planeando todos los escenarios posibles”, explica Shulz Danaut. Cuánto será a través de internet lo determinará sobre todo el avance del virus.

La directora de la FIL explica que, en su opinión, el carácter de la cita mexicana es muy distinto al de Fráncfort. “Nosotros tenemos un público muy familiar durante nueve días, con más de 800.000 personas, entre ellas más de 200.000 chicos en edad escolar”, detalla. Con esas cifras, explica Shulz Danaut, “da mucho miedo organizar un evento como este en una situación tan incierta”.

¿Cómo vivieron los escritores la cuarentena?

Sin grandes eventos literarios, o con esta maquinaria de intercambio de ideas a medio gas, cada nodo del sector literario se queda un poco más solo frente al cúmulo de incertidumbres que encarna la llamada nueva normalidad. “Me cuesta mucho irme resignando a todas estas pérdidas de eventos tan significativos para los escritores y el mundo editorial”, afirma a DW la escritora mexicana Guadalupe Nettel. La autora, traducida a 17 idiomas, entre ellos el alemán, ha tenido que cancelar sus viajes literarios a Italia y España, entre otros países.

La cuarentena también ha dejado su huella en los escritores y su trabajo. “Yo pasé por diferentes fases: al principio podía trabajar bien y estaba dando los últimos retoques a este libro que sale en septiembre”, recuerda Nettel. “Pero después me empecé a sentir sin rumbo y a ser incapaz de escribir”.

Frente al discruso de hiperproductividad que ha surgido durante estas semanas de encierro en casa, Nettel cree que muchos de sus compañeros de gremio se han visto incapaces de escribir por la angustia. “La productividad era esta corredera en la que estábamos que no casa con estar encerrado en un departamento”, explica la escritora mexicana. “Además, correr, ¿hacia dónde? Muchos se preguntaban: ¿Para qué vamos a escribir? ¿Para quién?”.

Pese a las preguntas que ha puesto sobre la mesa el confinamiento, las tres entrevistadas defienden el papel de la literatura en un momento de crisis e incertidumbre como el presente. Böhne pone el foco en el “interés creciente en Alemania y Europa en una literatura latinoamericana cada vez más dinámica”. Shulz Danaut, por su parte, defiende que “la literatura es la antigua forma de refugiarnos y conectarnos con el mundo”. El confinamiento, cree la directora de la FIL, “nos ha recordado la necesidad de recurrir a las letras para leer el mundo”. Para tocar lo impalpable, como diría un Premio Nobel.

(ers)


Tomado del diario alemán DW