Las aterradoras ‘escuelas’ en las que niños aprendían a desmembrar

Foto: En Colombia más de 9 mil niños han sido víctimas de reclutamiento / Archivo EL TIEMPO

Centro Nacional de Memoria presentó nuevo informe sobre paramilitarismo. Desgarradores testimonios

Por: Javier Forero Ortiz

EL TIEMPO

Cada vez que se habla del actuar de los grupos paramilitares parece como si entre estas organizaciones criminales hubiesen hecho una ‘competencia’ para determinar cuál era el más sanguinario.

Y en ese deshonroso ‘ranking’ ocupa uno de los primeros puestos el llamado Clan Isaza, de las autodefensas del Magdalena Medio, que no solo armó un ejército de niños para ir a la guerra, sino que mandó a construir escuelas en las que los menores aprendían a desmembrar cuerpos.

Un fallo del Tribunal Superior de Bogotá sala de Justicia y Paz, consultado por este diario, relata cómo miembros de ese grupo coaccionaban “a menores de edad para que ingresaran a las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio”, que operaban en zonas rurales y urbanas de los departamentos de Caldas, Cundinamarca, Antioquia y Tolima.

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No obstante, un episodio poco detallado hasta el momento es el de las escuelas de tortura y desmembramiento, en las que aprendices de las autodefensas, muchos de hechos menores reclutados ilegalmente, aprendían a torturar.

Según relata el más reciente informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, ‘Isaza, el clan paramilitar’, las técnicas de desmembramiento se enseñaban en las escuelas de entrenamiento adonde llevaban a las víctimas aún vivas, o ya muertas, para que los reclutas paramilitares “practicaran” con ellas y para enseñarles a su vez que los cuerpos que no se desaparecían deberían servir de advertencia a los demás habitantes.

“En cualquier parte se veía eso, una tortura; matar a alguien, en cualquier lado se hacía: se llevaba para allá, pa’ esos montes, y ahí sí, se hacía el hueco y los tapaban. ¿Dónde aprendían a desmembrar? En la escuela. Sí, porque le enseña, igual eso, pues no tiene ciencia. Yo miré mucho de eso, igual a mí me tocó ayudar, pues, a tener, pues ya uno muerto, y hacer huecos y tapar. Eso es muy duro. ¿Cómo así que a tener? No, que yo cogerle la mano, y otro cortaba e iba echando al hueco… ¿Y con qué lo cortaba? Con unos macheticos que uno carga o navajas grandes. ¿Y ese caso fue por qué? Eran manes que los traían ahí, ya ladrones moridos. [muertos]. Y ya uno los enterraba por allá. Había otros, que eran solo matarlo y dejarlos ahí pa’ que los vieran; había otros que había que desaparecerlos. ¿Y por qué la diferencia? Yo no entiendo; unos eran como pa’ que cogiera el escarmiento”, dice uno de los testimonios de paramilitares desmovilizados, recogidos por el Centro de Memoria.

Las escuelas de entrenamiento, de acuerdo con el informe, fueron en múltiples ocasiones los lugares en los que se cometían o se planeaban crímenes y se convirtieron incluso en sitios de experimentación criminal

“Porque, en el mismo curso, ahí decían: “Si usted no sirve pa’ matar, sirve pa’ que lo maten”. Entonces, en formación, llegaba y llevaban un marihuanero, un violador o lo que fuera. Y, entonces, a usted en formación, le decían: ‘Salga, que usted me mata a ese man’. Usted tenía que salir, matarlo. Y, al otro (compañero le decían): “Usted sale y me lo pica… usted ‘esto’. Entonces el que no tiene el corazón pa’ eso quedaba loco ahí o lo mataban. Y el entrenamiento también era muy duro, fuerte. Pues, porque uno escuchaba y uno preguntaba, y yo no… yo no tenía el corazón pa’ eso, yo decía: ‘Uy, no, ¿matar a otro que no le ha hecho nada a uno?’, yo me daba miedo”, dice otro de los testimonios.

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Este grupo paramilitar tenía al menos cinco escuelas de ‘instrucción militar’: ‘Águila 10’, Finca La Iglesia y La Guayabera, en Puerto Triunfo, Antioquia; y La Danta y Palos Verdes, en el corregimiento La Danta, en Sonsón, Antioquia.

Según un desmovilizado en la escuela Palos Verdes fueron desaparecidas más de cien víctimas.

“Ahí puede haber entre cien y doscientos cadáveres. O sea, por encimita. ¿De la gente que mataban entrenando o de todo? De todo, eso ahí hay de todo. Palos Verdes. (…) Sí. No, desde que tengan contacto con la Fiscalía de Manizales, yo a ellos los llevé allá. Y no volvieron a llamarme, ni sé en qué pararía, no volvieron a llamar. A ellos les dio como miedo”, relata otro de los desmovilizados.

Uno de los testimonios más aterradores es el de un miembro de estas escuelas al que, alias ‘Melchor’, el más importante de los instructores de esta organización, le puso una prueba que consistió en matar al primer habitante de calle que se encontraran en la autopista:

“Entonces el hombre llegó y me pasó una pistola. Y me dijo: ‘Papi, vea, dele a ese loco’. (…) Ni siquiera lo miré. No lo miré. Yo cerré los ojos [risas]. Él venía de Medellín… ¿Ustedes iban en una camioneta? Sí, los dos no más. Los dos íbamos solos en la camioneta. Y el hombre me dijo: ‘Dele, túmbelo’. Y yo tan. Listo”, dice el exparamilitar en su relato.(Vea acá el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica)

La historia del clan Isaza

Como ya lo había documentado EL TIEMPO, la historia criminal de ese clan comenzó en los 70, cuando el ‘Viejo’ y otros campesinos de Antioquia fueron armados por militares para que se defendieran de la violencia, el secuestro y la extorsión de las Farc. Ese grupo de autodefensa pronto derivó en una banda que primero se llamó los ‘Escopeteros’ y que, casi 30 años después, terminó desmovilizándose como las ‘Autodefensas del Magdalena Medio’.

Ramón Isaza se convirtió en uno de los hombres más temidos. Aglutinó el control de la zona, por donde aún se mueven toneladas de coca y armas. Y la historia judicial señala que fue el dinero del extinto narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, el ‘Mexicano’, el que financió a finales de los 80 que decenas de muchachos, entre ellos los hijos de Isaza, fueran entrenados por mercenarios israelíes y británicos.

Uno de esos mercenarios fue Yaír Klein, quien recientemente se salvó de ser extraditado a Colombia. Y entre sus ‘alumnos’ están algunos de los asesinos más temidos en la historia del país.

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Isaza participó en la guerra de capos contra Pablo Escobar, y en ese enfrentamiento perdió la vida Jhon Isaza Gómez. Fue en un atentado que Escobar ordenó luego de que Henry Pérez (el otro jefe ‘para’ del Magdalena Medio) se negara a ceder el territorio.

La muerte de Escobar en 1993 y la cercanía con mandos militares de la zona le aseguraron a Ramón Isaza un predominio en el Magdalena Medio que incluso fue respetado por Carlos Castaño.

En el 2006, con el proceso de paz con las Auc, Isaza aceptó desmovilizarse y se comprometió a contar la verdad y a reparar a sus miles de víctimas. Pero recientes informes de inteligencia confirman que desde esa época, la familia se trazó un plan bien diferente: mientras ‘el Viejo’ se entregaba con algunos de sus hombres, sus hijos siguieron manejando la región.

De hecho, desde hace hace más de dos años en el Magdalena Medio, específicamente en los límites entre Antioquia y Boyacá, los organismos de seguridad detectaron una red criminal denominada ‘clan del Oriente’, que no sobrepasaría los 45 hombres en armas y se dedica a la extorsión, en especial al sector transportador, y al narcotráfico.

La mayoría de sus integrantes habían sido parte de las desmovilizadas Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, cuyo jefe máximo era Ramón Isaza

El informe del Centro Nacional de Memoria Histórica

‘Isaza, el clan paramilitar. Las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio’ es la sexta publicación de la serie “Informes sobre el origen y actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones”, a cargo de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica.

El texto describe los grupos paramilitares ligados a Isaza desde sus orígenes hasta su reconfiguración, que se caracterizaron por una línea de mando de composición familiar. A partir de las voces de excombatientes, víctimas y testigos del conflicto armado se explica el fenómeno paramilitar a través de diferentes categorías analíticas: los escenarios de consolidación, disputa y expansión; las acciones de control, regulación, búsqueda de legitimación y financiación; y sus principales patrones de victimización (tortura, homicidio, desaparición forzada, masacres, desplazamiento forzado, violencia sexual y reclutamiento ilegal), por medio de los cuales impusieron un régimen de violencia durante 35 años.

(Vea acá el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica)


Tomado del portal del diario EL TIEMPO