Raúl Zurita, premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

El poeta chileno ha sido reconocido en la XXIX edición del galardón, que concede Patrimonio Nacional y está dotado con 42.100 euros

Por: Inés Martín Rodrigo

ABC

«Ni pena, ni miedo». Con esta frase, que Raúl Zurita dejó escrita en el desierto de Atacama en 1993 en el descomunal tamaño que abarcan 3,15 kilómetros (sólo puede verse desde el cielo, que en el mundo virtual viene a ser Google Maps), la poesía se ha hecho, una vez más, carne. Esas palabras, fruto del dolor y las torturas sufridas por el poeta durante la dictadura chilena, sirven para simbolizar la dureza extrema de un tiempo, este pandémico que nos está tocando vivir, en el que el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante del género en español y portugués, sólo podía reconocer a un poeta como Zurita. Así lo quiso dejar claro, al citar esos versos durante su comparecencia para hacer público el galardón desde el Palacio Real, Llanos Castellanos, presidenta de Patrimonio Nacional, organismo que, junto con la Universidad de Salamanca, concede un galardón dotado con 42.100 euros.

«El premio reconoce su obra, a su ejemplo poético de sobreponerse al dolor, con versos con palabras comprometidas con la vida, con la libertad y con la naturaleza», dijo Castellanos, con voz firme, pero emocionada. A su lado, el poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, compareció en representación del jurado y recordó los versos del poema de Zurita «Amadas playas que ruegan»: «Que aquí renazcan todas las cosas; / que renazcas tú, cada uno de ustedes / con algo de estos poemas, / con algo del nuevo mar tiñéndose sobre / el horizonte».

Con ese espíritu «renacido», tan necesario estos días, García Montero calificó a Zurita como «referente decisivo de la poesía iberoamericana desde los años 70». «Referente de las vocaciones poéticas –continuó el director del Cervantes–, con un lenguaje libre, arrebatado y ajustado, su obra fue convirtiéndose en el emblema de la gran poesía chilena. Libros como ‘Anteparaíso’ o ‘La vida nueva’ demuestran que se puede defender, frente al miedo, frente a la represión, la voluntad de la palabra poética como dignidad del ser humano».

Arte y batalla

Nacido un 10 de enero de 1950 en Santiago de Chile, Zurita creció al abrigo de «La divina comedia», obra que, desde bien chiquito, su abuela Josefina le leía en italiano, su lengua materna. Dante fue su primera inspiración literaria y a él recurrió para escribir su debut, «Purgatorio» (1979), cuya recepción hizo pensar que aquello de que Zurita hubiera estudiado ingeniería en una universidad de Valparaíso fue meramente circunstancial. Después llegaron «Purgatorio» (1979), «Anteparaíso» (1982), «Canto a su amor desaparecido» (1985), «La vida nueva» (1994, reeditado en 2018 como «Versión final») y tantísimas otras obras, casi una por año, haciendo de la escritura una forma de vida, sí, pero también de resistencia.

La dictadura dejó en él un amargor tan profundo que prefirió no regodearse en el trago y siguió componiendo preciosos versos, capaces de conmover hasta a las piedras, como aquellas del desierto de Atacama. Se embarcó, así, en un largo y ambicioso proyecto que mezcla literatura y vida, la suya propia y la del Chile del último medio siglo. Siempre con una única aspiración: que su escritura se moviera con la misma fuerza que la naturaleza. Por algo la poesía que de él emerge «es a ratos fría, abrasadora, ácidamente cruel y finalmente liberadora», según John Ashbery. Por algo Zurita es uno de los poetas vivos más deslumbrantes en español.

«El arte es la prueba de una derrota tremenda, pero al mismo tiempo también es la prueba de que se está librando una batalla». Suyas son estas palabras que, más que una declaración de intenciones poéticas, es una declaración vital. Claro que vida y poesía son lo mismo, o acaso deberían serlo en su concepción más pura. Claudio López de Lamadrid (1960-2019), su editor en España y amigo fiel, decía de él que era el «heredero» de Nicanor Parra. Su último tuit fue su poema favorito de Zurita, que ese día cumplía 69 años: «Guárdame todavía en ti / tenme en ti, en la brizna de aire que aún ocupa tu voz / dura y remota / como los cauces glaciares en que la Primavera desciende».


Tomado del portal español ABC