Viaje de autor: Julio Verne, el profeta de Nantes

Los viajes a la Luna y la navegación submarina se anticiparon un siglo en las páginas del escritor francés

Por: Isidoro Merino

EL PAÍS (ES)

“Un día, en una biblioteca pública cerca de mi casa en la que nos metíamos para refugiarnos del frío cuando jugábamos en la calle, eché mano de un libro. Era Cinco semanas en globo, la primera novela que leí. Empecé a leer y me precipité al interior del libro, de manera que cuando cerró la biblioteca me entró un ataque de angustia, porque no era socio y no me lo podía llevar. Al día siguiente estaba en la puerta de la biblioteca una hora antes de que abriera por miedo a que alguien se llevara el libro. Ese libro me hizo lector”. Juan José Millás resume a la perfección qué es lo que el lector del siglo XXI, cuando la realidad ha superado con creces los pronósticos más visionarios y se acaban de cumplir 50 años de la llegada del hombre a la Luna, puede encontrar hoy en las novelas de Julio Verne: el placer de la lectura, de la inmersión, de la aventura, del viaje por un territorio inagotable.

Saludado como el padre de la ciencia-ficción moderna, el escritor francés, nacido en Nantes en 1828, predijo con sorprendente precisión muchos de los logros científicos del siglo XX (entre ellos, los viajes espaciales, la navegación submarina con propulsión eléctrica o el cine), pero su obra y los maravillosos inventos que en ella aparecen pueden resultar algo cándidos a los ojos contemporáneos. Nadie puede arrebatarle, sin embargo, el sabor a terra ignota que conservan sus relatos, de los que han bebido todas las historias de aventuras posteriores, y muy especialmente las cinematográficas. Entre 1863 y 1876 publicaría, entre otros muchos, títulos definitivos como Cinco semanas en globoViaje al centro de la TierraDe la Tierra a la LunaVeinte mil leguas de viaje submarinoLos hijos del capitán GrantLa vuelta al mundo en 80 días o Miguel Strogoff. En las primeras ediciones colaboraron reputados ilustradores de la época, como Emile-Antoine Ballard (De la Tierra a la Luna), Jules-Descartes Ferat (La isla misteriosa), Édouard Riou (Viaje al centro de la Tierra) o Alphonse de Neuville (Veinte mil leguas de viaje submarino).

Los libros de Verne, tal vez por ser leídos con pocos años, fueron también de los más disfrutados. Su prolífica obra —el contrato que firmó con Pierre-Jules Hetzel, su editor, le obligaba a entregar tres libros al año—acompañó innumerables tardes de lectura adolescente, demorando siempre el momento de atacar algún odioso problema de matemáticas. Leyendo sus novelas se aprendía más geografía que en todas las clases del colegio; con ellos, el gusto por la lectura fue más allá de los queridos tebeos.

Los primeros viajes discurrían sobre un viejo atlas, siguiendo con el dedo los pasos de Phileas Fogg alrededor del mundo o el periplo de los hijos del capitán Grant en busca de su padre, de los desiertos australianos a los hielos de la Patagonia. Viajes que conducían a los límites del mundo, a las fosas oceánicas, a la órbita de la Luna, al centro de la Tierra. Poco importaba que los americanos acabasen de alunizar en el mar de la Tranquilidad; que Jacques Cousteau desvelase años más tarde, en los primeros televisores en color, los secretos de las profundidades abisales. Nunca el mar sería tan fascinante como a bordo del Nautilus, ni las inmersiones con escafandra alcanzarían el poder de evocación de los paseos en compañía del capitán Nemo por el cementerio de coral o los bosques submarinos de la isla de Crespo. Y ningún Parque Jurásico, ningún dinosaurio creado por ordenador, volvería a emocionarnos tanto como aquellos maravillosos monstruos antediluvianos que aparecían en Viaje al centro de la Tierra.

Cinco semanas en globo (1863)

Primera obra del ciclo que el propio Julio Verne (1828-1905) tituló Viajes extraordinarios. El doctor Samuel Fergusson, geógrafo y explorador inglés, acompañado por su abnegado sirviente Joe y su amigo el cazador Dick Kennedy, emprenden la aventura de atravesar África, un continente con grandes zonas todavía inexploradas, en un globo aerostático.

Viaje al centro de la Tierra (1864)

En 1864 se publicaba Viaje al centro de la Tierra, uno de los libros más populares de Julio Verne. Narra la odisea del profesor Lindenbrock, quien guiado por un antiguo manuscrito, se adentra en las entrañas del planeta a través del Snefells, un remoto volcán apagado del norte de Islandia. Junto a su sobrino Axel y el guía islandés Hans Bjelke descubrirá un mundo perdido poblado por criaturas antediluvianas.

De la Tierra a la Luna (1865)

El sueño de llegar a la Luna es el eje de esta novela. Una visión premonitoria que 104 años después (1969) se haría realidad con muchas similitudes (el lugar elegido para el lanzamiento, por ejemplo, es la península de Florida, de donde despegó el Apolo 11).

Los hijos del capitán Grant (1867)

Primera parte de la trilogía que completan Veinte mil leguas de viaje submarino y La isla misteriosa. A partir de la carta encontrada en una botella en el mar, comienzan las aventuras y desventuras de un despistado científico y unos niños que buscan a su padre. Cóndores que raptan niños, avalanchas, glaciares, vientos traicioneros y un tropel de excitantes peripecias desde Australia a los Andes.

Veinte mil leguas de viaje submarino (1869)

Tras una serie de misteriosos naufragios provocados por un misterioso monstruo marino se organiza una expedición para capturarlo. Pronto se descubre que el culpable es una enorme nave submarina. El prestigioso oceanógrafo Aronnax, su ayudante Conseil y el arponero Ned Land terminarán siendo rescatados por la tripulación del Nautilus, donde conocerán al capitán Nemo, hombre de talante libertario empeñado en su particular guerra contra la civilización. Julio Verne (1828-1905) se adelantó 25 años a la invención del submarino en esta trepidante novela que combina ciencia, imaginación y aventura Coincidiendo con 150 años de la publicación del libro, Ediciones Cátedra acaba de publicar una nueva edición, traducida y editada por Miguel A. Navarrete, que incluye un largo estudio sobre la novela (728 páginas, 22 euros), para muchos la mejor de Verne.

La vuelta al mundo en 80 días (1872)

Tras el viaje por las profundidades oceánicas, Verne se sirve del flemático Phileas Fogg para recorrer todo el planeta empleando todo tipo de transportes. Aventura, persecuciones, malentendidos y amores. Todo por una apuesta en un club de Londres).

Miguel Strogoff (1876)

El valiente correo del zar emprende un peligroso viaje a la sitiada ciudad de Irkutsk a través de Siberia, por un territorio hostil invadido por las hordas tártaras de Féofar Khan.


Tomado del diario EL PAÍS (ES)