30 años del primer concierto de los tres tenores

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En la alineación: José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, con Zubin Mehta al frente. Casi medio centenar de televisiones ofreció el concierto en directo, y otras sesenta y ocho lo hicieron en diferido

Por: Julio Bravo

Abc.es

El 8 de julio de 1990, en el Estadio Olímpico de Roma, las selecciones de Alemania y Argentina disputaron la final del Mundial de Fútbol. Diego Armando Maradona, Lothar Matthäus, Jürgen Klinsmann y Sergio Goycochea formaban parte de las alineaciones de los dos equipos y disputaron un partido para olvidar. Unas horas antes, sin embargo, las termas de Caracalla fueron testigos de un concierto hasta entonces único, y éste sí inolvidable. En la alineación, tres de los mayores tenores de la historia: José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, con Zubin Mehta al frente de una orquesta de ciento ochenta y seis músicos (conformada por los conjuntos de la Ópera de Roma y el Maggio Musicale Fiorentino).

Casi medio centenar de televisiones ofreció el concierto en directo, y otras sesenta y ocho lo hicieron en diferido, tal fue la expectación que despertó el concierto, pomposamente titulado «Concierto para Europa», y cuya idea original fue del productor Mario Dradi. Para José Carreras resultaba especialmente emotivo; hacía muy poco tiempo que había vuelto a los escenarios después de superar una leucemia. Precisamente los fondos iban destinados a la fundación que el tenor barcelonés creó para luchar contra esta enfermedad.

Los tres tenores -los «stradivarius de la gola», según los definió Zubin Mehta- se alternaron con varias de las mejores arias del repertorio operístico de tenor: «Lamento de Federico», de «L’Arlesiana», de Cilea; «O Paradiso», de «La Africana», de Meyerbeer; «Recondita Armonia» y «E lucevan le stelle», de «Tosca•, de Puccini; «Un di all’azzurro spazio», de «Andrea Chenier», de Giordano; y «Nessun Dorma», de «Turandot», de Puccini (que volvieron a cantar los tres juntos para rematar la velada) . Junto a ellas, varias canciones populares, como «Granada», de Agustín Lara, y «O sole mio», de Di Capua, y una romanza de zarzuela, que cantó Plácido Domingo: «No puede ser», de «La tabernera del puerto», de Sorozábal.

El éxito del concierto y los beneficios obtenidos con la venta en compact disc y en vídeo de su grabación -el disco es el álbum de música clásica más vendido de la historia-, hicieron que un avispado productor, el húngaro Tibor Rudas, se quedara con la marca. La fórmula se repitió cuatro años más tarde, en el Dodger Stadium de Los Angeles, como prólogo para la final del Mundial de Fútbol de Estados Unidos -50.ooo espectadores, que pagaron hasta 1.000 dólares por su asiento, y más de mil millones de espectadores a través de televisión-; y en los dos siguientes Campeonatos: el de Francia, en 1988, con un concierto celebrado en el Campo de Marte de París el 10 de julio; y el de Japón y Corea, en 2002, que se llevó a cabo en el Yokohama Stadium de Tokio el 27 de junio. En estos dos, James Levine tomó el relevo de Zubin Mehta al frente de la orquesta.

Lo que había de ser un acontecimiento único se convirtió, de la mano de Tibor Rudas, en una rentabilísima gira, con una treintena de conciertos entre 1996 y 2003. Se hablaba de que cada uno de los cantantes y el director cobraba por cada uno de los conciertos un millón de dólares. Pero se calcula que sólo en el año 2000 las ganancias por los conciertos superaron los mil millones de dólares.

Los tres tenores se convirtieron en un auténtico fenómeno de masas y fueron muy criticados por los aficionados a la música clásica, que consideraban que la fórmula abarataba la ópera. La gira se desarrolló fundamentalmente en estadios y grandes recintos (desde Wembley, en Londres, hasta el Olímpico de Munich, pasando por el Nou Camp barcelonés o la Ciudad Prohibida de Pekín. Pero también recaló en escenarios operísticos como el Teatro Real madrileño (Plácido Domingo convenció a sus dos compañeros para ofrecer juntos el tradicional homenaje al Rey Don Juan Carlos en enero, con motivo de su cumpleaños) o el Konzerthaus de Viena.

Fueron, en total 33 conciertos, que se desarrollaron en 16 países: Italia, Francia, Japón, Estados Unidos, Austria, Canadá, Alemania, Suecia, España, Australia, Suráfrica, Brasil, Corea, China, Reino Unido.

La fórmula creó escuela, y a raíz del éxito de José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti surgieron numerosos grupos que probaron suerte: Los Tenores Irlandeses, los Tenores Canadienses, Los diez Tenores, Las Tres Sopranos, Los Tres Contratenores, Los Tres Tenores Chinos, Los Tres Terrores… y sus ramificaciones: Il Divo, Il Volo… En 2001, Manuel Gómez Pereira dirigió una película, «Desafinado», lejanamente inspirada en los tres tenores, con Joe Mantegna, George Hamilton y Danny Aiello como protagonistas.


Tomado del portal del diario abc.es