Angelus del Papa Francisco en Irak: 7 de marzo

En el marco de su viaje apostólico a Iraq, Francisco visitó a la sufrida comunidad cristiana de la ciudad de Qaraqosh con quienes rezó el Ángelus. En su discurso, el Santo Padre los alentó a “no desanimarse” en el largo camino de reconstrucción que tienen por delante, confiando en que “Dios nunca defrauda” ya que Él tiene la última palabra y “no el terrorismo o la muerte”. Además, el Papa confió a la Virgen María “el renacer de esta ciudad”.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Agradezco al Señor la oportunidad de estar con ustedes esta mañana. He esperado con impaciencia este momento. Agradezco a Su Beatitud el Patriarca Ignace Youssif Younan su saludo, como también a la señora Doha Sabah Abdallah y al padre Ammar Yako por sus testimonios. Mirándolos, veo la diversidad cultural y religiosa de la gente de Qaraqosh, y esto muestra parte de la belleza que vuestra región ofrece al futuro. Vuestra presencia aquí recuerda que la belleza no es monocromática, sino que resplandece por la variedad y las diferencias.

Al mismo tiempo, con mucha tristeza, miramos a nuestro alrededor y percibimos otros signos, los signos del poder destructivo de la violencia, del odio y de la guerra. Cuántas cosas han sido destruidas. Y cuánto debe ser reconstruido. Nuestro encuentro demuestra que el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra. La última palabra pertenece a Dios y a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte. Incluso ante la devastación que causa el terrorismo y la guerra podemos ver, con los ojos de la fe, el triunfo de la vida sobre la muerte. Tienen ante ustedes el ejemplo de sus padres y de sus madres en la fe, que adoraron y alabaron a Dios en este lugar. Perseveraron con firme esperanza en su camino terreno, confiando en Dios que nunca defrauda y que siempre nos sostiene con su gracia. La gran herencia espiritual que nos han dejado continúa viviendo en ustedes. Abracen esta herencia. Esta herencia es su fortaleza. Ahora es el momento de reconstruir y volver a empezar, encomendándose a la gracia de Dios, que guía el destino de cada hombre y de todos los pueblos. ¡No están solos! Toda la Iglesia está con ustedes, por medio de la oración y la caridad concreta. Y en esta región muchos les han abierto las puertas en los momentos de necesidad.

Muy queridos: Este es el momento de reconstruir no sólo los edificios, sino ante todo los vínculos que unen comunidades y familias, jóvenes y ancianos. El profeta Joel dice: «Sus hijos e hijas profetizarán; sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes, visiones» (cf. Jl 3,1). Cuando los ancianos y los jóvenes se encuentran, ¿qué es lo que sucede? Los ancianos sueñan, sueñan un futuro para los jóvenes; y los jóvenes pueden recoger estos sueños y profetizar, llevarlos a cabo. Cuando los ancianos y los jóvenes se unen, preservamos y trasmitimos los dones que Dios da. Miremos a nuestros hijos, sabiendo que heredarán no sólo una tierra, una cultura y una tradición, sino también los frutos vivos de la fe que son las bendiciones de Dios sobre esta tierra. Los animo a no olvidar quiénes son y de dónde vienen, a custodiar los vínculos que los mantienen unidos y a custodiar sus raíces.

Seguramente hay momentos en los que la fe puede vacilar, cuando parece que Dios no ve y no actúa. Esto se confirmó para ustedes durante los días más oscuros de la guerra, y también en estos días de crisis sanitaria global y de gran inseguridad. En estos momentos, acuérdense de que Jesús está a su lado. No dejen de soñar. No se rindan, no pierdan la esperanza. Desde el cielo los santos velan sobre nosotros: invoquémoslos y no nos cansemos de pedir su intercesión. Y están también “los santos de la puerta de al lado”, «aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7). Esta tierra está llena de ellos, es una tierra de muchos hombres y mujeres santos. Dejen que los acompañen hacia un futuro mejor, un futuro de esperanza.

Algo que dijo la señora Doha me conmovió; dijo que el perdón es necesario para aquellos que sobrevivieron a los ataques terroristas. Perdón: esta es una palabra clave. El perdón es necesario para permanecer en el amor, para permanecer cristianos. El camino hacia una recuperación total podría ser todavía largo pero les pido, por favor, que no se desanimen. Se necesita capacidad de perdonar y, al mismo tiempo, valentía para luchar. Sé que esto es muy difícil. Pero creemos que Dios puede traer la paz a esta tierra. Nosotros confiamos en Él y, junto con todas las personas de buena voluntad, decimos “no” al terrorismo y a la instrumentalización de la religión.

El padre Ammar, recordando los horrores del terrorismo y de la guerra, agradeció al Señor que siempre los haya sostenido, en los tiempos buenos y en los malos, en la salud y en la enfermedad. La gratitud nace y crece cuando recordamos los dones y las promesas de Dios. La memoria del pasado forja el presente y nos hace avanzar hacia el futuro.

En todo momento, demos gracias a Dios por sus dones y pidámosle que conceda paz, perdón y fraternidad a esta tierra y a su gente. No nos cansemos de rezar por la conversión de los corazones y por el triunfo de una cultura de la vida, de la reconciliación y del amor fraterno, que respete las diferencias, las distintas tradiciones religiosas, y que se esfuerce por construir un futuro de unidad y colaboración entre todas las personas de buena voluntad. Un amor fraterno que reconozca «los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los que podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer» (Carta enc. Fratelli tutti, 283).

Mientras llegaba con el helicóptero, miré la estatua de la Virgen María colocada sobre esta iglesia de la Inmaculada Concepción, y le confié el renacer de esta ciudad. La Virgen no sólo nos protege desde lo alto, sino que desciende hacia nosotros con ternura maternal. Esta imagen suya incluso ha sido dañada y pisoteada, pero el rostro de la Madre de Dios sigue mirándonos con ternura. Porque así hacen las madres: consuelan, reconfortan, dan vida. Y quisiera agradecer de corazón a todas las madres y las mujeres de este país, mujeres valientes que siguen dando vida, a pesar de los abusos y las heridas. ¡Que las mujeres sean respetadas y defendidas! ¡Que se les brinden cuidados y oportunidades! Y ahora recemos juntos a nuestra Madre, invocando su intercesión por vuestras necesidades y vuestros proyectos. Los pongo a todos bajo su protección. Y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.

El papa en Mosul

El Santo Padre también visitó Mosul, donde oró por el sufragio por las víctimas de la guerra, en Hosh al-Bieaa. El lugar donde el EI prometió “cortar la cabeza al Papa” y conquistar Roma.

LLegada a Mosul

Hacia las 10 de la mañana, hora de Mosul, el Papa Francisco llega a la ciudad para tomar parte en la Oración por las Víctimas de la guerra. Esta celebración tiene lugar en Hosh al-Bieaa, la plaza de las cuatro iglesias: siro-católica, armeno-ortodoxa, siro-ortodoxa y Caldea, destruidas entre el 2014 y el 2017 por los ataques terroristas.

El papa Francisco ha dirigido un discurso a los presentes en el momento de Oración por las Víctimas de la guerra. Constató el desplazamiento forzoso de muchas familias cristianas y su trágica disminución en todo Oriente Medio, con el consecuente daño para las comunidades, las personas y la sociedad.

La paz es más fuerte que la guerra

Seguidamente, el Papa agradeció a quienes compartieron sus testimonios: se dirigió al padre Raid Kallo a quien dijo: “Gracias padre, por haber compartido estos signos que el Espíritu hace florecer en el desierto y por habernos indicado que es posible esperar en la reconciliación y en una nueva vida”.

También se dirigió al señor Gutayba Aagha: “usted nos recordó que la verdadera identidad de esta ciudad es la convivencia armoniosa entre personas de orígenes y culturas diversas, por eso acojo con agrado su invitación a la comunidad cristiana a regresar a Mosul y a asumir el papel vital que le es propio en el proceso de sanación y renovación”.

La fraternidad es más fuerte que el fratricidio

Francisco subrayó lo que era evidente a sus ojos: “Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana…”

El Papa finalizó sus palabras afirmando: “Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.

Oración por las víctimas

Después de las palabras del Papa, se procedió al momento de Oración por las víctimas de la guerra. En su intervención Francisco reafirmó nuestra fe en el Dios de la vida, de la paz y del amor, razón por la que, dijo: “a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre (…) no nos es lícito hacer la guerra en su nombre (…) no nos es lícito odiar a los hermanos”.

Francisco recordó que “no elevamos al cielo manos limpias”, por esa razón, “También nosotros, Señor, mientras te confiamos a las numerosas víctimas del odio del hombre contra el hombre, invocamos tu perdón y suplicamos la gracia de la conversión”.

El Obispo de Roma recordó el carácter transitorio de nuestras vidas y por eso suplicó: “Enséñanos a comprender que Tú nos has confiado tu designio de amor, de paz y de reconciliación para que lo llevemos a cabo en el tiempo, en el breve desarrollo de nuestra vida terrena”.

El Papa conocedor de que los humanos nos podemos desviar del camino del Señor, añadió: “Y cuando nos desviemos del camino, haz que podamos escuchar las voces de los verdaderos hombres de Dios y recapacitar durante un tiempo, para que la destrucción y la muerte no nos arruinen de nuevo”.

Monumento conmemorativo

Al terminar la Oración por las víctimas, se procedió a inaugurar un monumento conmemorativo de la visita de Francisco a Mosul. El texto de la Lápida dice:

“Qué hermosos son los pies de los mensajeros de paz (Rom 10:15. En conmemoración de la visita de su Santidad el Papa Francisco, como mensajero de la paz y del amor fraterno, a la ciudad de Mosul y a la llanura de Nínive. Aquí donde los cristianos soportaron el desplazamiento forzoso (2003-2017) el Papa rezó por la difusión de la paz y la justicia, la convivencia serena y la fraternidad humana. Domingo 7 de marzo de 2021


Fuente: Vatican News y Aciprensa