Brittany Howard: un deleite de ruido y melancolía

Foto: EL PAÍS (ES)

El álbum de la cantante estadounidense recibe una calificación de 8 sobre 10

Por: Fernando Navarro

EL PAÍS (ES)

Cuando Brittany Howard tenía ocho años, murió su hermana mayor, Jaime. Tenía 13 años y falleció de cáncer. Jaime era una gran inspiración. Cantaba, componía y ejercía sobre su hermana una gran influencia, que terminó por materializarse muchos años después cuando Brittany se dedicó a la música. Hoy, más de 20 años después, la vocalista de los imponentes Alabama Shakes ha decidido grabar su primer disco en solitario en memoria de su hermana.

Decía el poeta Jacques Prévert sobre la alegría que la reconoció “por el ruido que hizo al marcharse”. Brittany Howard conoce ese ruido, pero también todos los silencios que no han dejado de surgir desde entonces. Por eso, Jaime es un álbum que, como bien señaló justo antes de su lanzamiento, no tenía que ver con la vida de su hermana mayor, sino de ella. Es decir, la obra es el latido de la existencia de la cantante de Alabama Shakes sin la presencia prolongada de su hermana. De cómo su ausencia definió al ser que es hoy en día Brittany. Un ser complejo, espiritual, vitalista, todo ruido y furia, pero también silencio y melancolía. Ese ser de latido profundo queda plasmado de forma admirable en Jaime.

Al frente de todo, aunque con la gran ayuda de Robert Glasper y Nate Smith, que vienen del hip hop y el jazz, Howard no solo constata su impresionante calidad vocal, como antes demostró en sus dos notabílisimos trabajos con los Shakes, sino que además se erige como una artista de primer nivel al crear un hermoso y dinámico disco, con sangre funky y soul, pero con piel de pop moderno. Una dulce maravilla, por momentos bailable —ese arranque con History Repeats—, por momentos atronadoramente sentimental —Stay High o Short and Sweet—.

La influencia de Prince planea en todo el álbum, especialmente en el cierre hipnótico Run to Me, pero el temperamento de Howard rasca hasta la raíz hasta emparentarse con la sensualidad de Al Green en He Loves Me o con la fiereza de Nina Simone, aunque chutada de electrónica, en 13th Century Metal. Un deleite.


Tomado del diario EL PAÍS (ES)