El coronavirus acabó con una generación de leyendas del ‘jazz’

Foto: Lawrence Sumulong

Durante la pandemia, han muerto icónicos músicos del género como Ellis Marsalis y Manu Dibango. 

Los amantes del género no terminaban de reponerse por la partida de un músico cuando se conocía el deceso de otro. Las complicaciones generadas por la covid -19 se llevaron en tiempo récord a Ellis Marsalis, Bucky Pizzarelli, Wallace Roney, Mike Longo y Manu Dibango. El jazz perdió a varias de sus glorias.

Pasaron pocas semanas entre sus fallecimientos: la racha empezó con Mike Longo, el 22 de marzo, y terminó a principios de abril, con Marsalis.

Herederos de los sonidos que forjaron Miles Davis y Dizzy Gillespie, e incluso compañeros suyos en distintas ocasiones, estos artistas fueron el rostro de un género selecto, exigente en su concepción y para nada masivo.

“El jazz siempre ha estado en las márgenes y esa podría ser la razón por la cual la pandemia ha afectado tanto a sus intérpretes: excepto que haya sido un artista multiventas –como Marsalis o Dibango–, la mayoría de los músicos de jazz viven modestamente y jamás tendrán el dinero de un intérprete de pop. Eso los convierte en seres vulnerables, adscritos a un sistema de salud público y viviendo con lo básico”, asegura Jaime Andrés Monsalve, jefe musical de Radio Nacional.

Marsalis fue uno de los cultores del piano en la onda más clásica del género, “esa tan cercana al ‘bebop’ de los años 40 y el ‘cool’ de los 50, a eso que se le conoce como jazz clásico”, dice Monsalve acerca del también compositor y docente.

El Patriarca, como era conocido este artista de Nueva Orleans, murió en su ciudad natal a los 85 años. Su legado vive en sus hijos, los músicos Wynton (trompetista y actual director de jazz del Lincoln Center de Nueva York) y Branford (saxofonista recordado por el solo en la canción ‘An Englishman in New York’, de Sting), por mencionar solo a los dos más famosos de la dinastía Marsalis.

“Con Ellis se va un maestro enorme, de los que terminó de codificar los saberes del jazz para transmitirlos como complemento de la oralidad y la intuición. En su larga carrera docente fue mentor y padrino musical de artistas que bien podrían articular algo así como la ‘nueva escuela Nueva Orleans’”, escribió en su obituario Santiago Giordano, del diario argentino Página 12.

“Siempre vio el jazz clásico como una manera de comunicarse”, complementa Monsalve, para quien Marsalis representó una lucha constante por sustraerse de la influencia vibrante e intensa de ese sonido pegajoso de Nueva Orleans, pero de la cual no se pudo desprender y que “marcó su carrera”.

Adiós a una era del ‘jazz’

Al fallecimiento de Marsalis se sumó el Manu Dibango, a quien muchos recuerdan por un mediático escándalo que protagonizó cuando demandó por plagio a Michael Jackson. El músico camerunés –que perdió la vida por el nuevo coronavirus, a los 86 años, en un hospital a las afueras de París– se enfrascó en un alegato con el rey del pop, que acabó en un arreglo económico, por un estribillo de la canción ‘Wanna Be Startin’ Somethin’ ‘.

Formado en el jazz en el París de la posguerra, en la década de 1940, el saxofonista africano pulió su técnica interpretativa en Bélgica.

Por su autoría del himno ‘Soul Makossa’ (1972), se convirtió en una suerte de embajador de la música africana, pues muchos artistas hicieron versiones del tema que fueron éxitos en las radios comerciales. Hasta Los Univox, aquí en Colombia, tienen la suya.

Dibango –apodado Papy Groove– estuvo en el país, en 2010, dando un concierto en el teatro León de Greiff. “Fue una experiencia sobrecogedora. Cuando interpretaba su saxofón plasmaba todo el sabor de Camerún”, recuerda Monsalve.

Otro que se suma a la lista de grandes partidas del jazz es el guitarrista Bucky Pizzarelli (tenía 94 años), figura importante en la ejecución de este instrumento en el género y padre de John Pizzarelli, reconocido en la escena jazzística mundial.

El deceso de Wallace Roney, el más joven de esta generación de jazzistas con 59 años, deja huérfanos a sus seguidores y a los amantes de otra leyenda del género: Miles Davis, pues veían en Roney a su heredero directo debido al estilo en la interpretación de la trompeta.

“Si alguien quería sentir que estaba viendo a Miles, debía ver a Wallace. Lo suyo era un entendimiento profundo de la interpretación de la trompeta, de una tradición de improvisaciones muy intimistas y breves, de golpes entrecortados”, explica Monsalve.

Mike Longo también deja un profundo vacío entre los amantes de esta música. El pianista, que murió a los 83 años por covid-19, compartió con grandes músicos como Cannonball Adderley y el genial Dizzy Gillespie, cuando dirigió la Orquesta de las Américas. Colombia llora a Luis Felipe Basto

La música colombiana también fue golpeada por el virus. A finales de abril, falleció el pianista huilense Luis Felipe Basto, víctima de la covid -19, cuando se encontraba visitando a su familia en Miami. Tenía 73 años.

“Él hizo una carrera en el jazz aquí en Bogotá, donde tocó durante algunos años en un bar”, cuenta Monsalve.

Sin embargo, su mayor aporte se dio en la salsa y en la música tropical local, como arreglista de los Black Star, Los 8 de Colombia, El combo de las estrellas y Fruko y sus tesos.

“Sus teclados pueden escucharse en grandes clásicos de nuestra música bailable como ‘Violencia’ y ‘Maldita navidad’, de Los Black Stars, y ‘El ausente’ y ‘Tú sufrirás’, de Fruko y sus Tesos”, recapitula.


Tomado de portal del diario EL TIEMPO