“En el ámbito privado nos convocan más para saber si alguien tiene un amante”: ¿qué hace un lingüista forense?

A mediados de 2010, el español Oscar Sánchez estaba en su trabajo lavando autos en Montgat, al noreste de Barcelona, cuando la policía llegó para detenerlo.

Analía Llorente

HayFestivalCartagena@BBCMundo

¿El delito? La justicia italiana lo acusaba de tráfico de drogas entre España e Italia.

La prueba principal en su contra era una grabación de una conversación telefónica interceptada desde un teléfono celular que estaba a su nombre.

Pero en esa conversación aparecía la voz de un hombre con acento uruguayo que nada tenía que ver con la de Sánchez.

Un primer perito lingüístico que intervino en el caso determinó que sí era la voz de Sánchez y por lo tanto la justicia italiana lo condenó a 14 años de prisión.

Tras una apelación y varias pericias lingüísticas nuevas que determinaron que no era la voz de Sánchez y que ambos hombres hablaban diferentes tipos de español, entre otras diferencias, el lavacoches salió en libertad tras casi 2 años preso.

“Hicieron falta unos cuatro peritajes lingüísticos, entre ellos uno nuestro, para que se pudiera demostrar que efectivamente esa persona que habían detenido no era la que aparecía en las grabaciones”, explica a BBC Mundo, Sheila Queralt, perito en lingüística forense.

Así que la suerte de Sánchez, primero para mal y luego para bien, estuvo en manos de peritos lingüísticos.

Pero ¿quiénes son, qué hacen y por qué a veces su trabajo es tan relevante?

¿Qué es la lingüística forense?

La lingüística forense es el análisis del lenguaje para aportar pruebas de la lengua en procedimientos judiciales, en investigaciones policiales e incluso en temas privados.

“Cubre muchísimos campos pero el que más se ha desarrollado es en casos en los que se intenta descartar o identificar a través del análisis de texto, conversaciones, grabaciones, etc., el posible autor o autores de un delito”, define Juan Santana Lario, profesor de lingüística en el Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Granada.

“Igual que otros aspectos de la investigación criminal en donde se utilizan las huellas digital o análisis de ADN, la lingüística forense aporta evidencia basada en cómo utilizamos nuestro lenguaje”, añade a BBC Mundo.

El caso Evans

La lingüística forense es una ciencia relativamente nueva en el ámbito judicial internacional.

De hecho aún existe desconocimiento y hasta a veces descreimiento en las evidencias que los profesionales del área pueden aportar en un caso, según advierten los especialistas consultados.

La lingüística forense se consolidó en la década de 1960 cuando se inicia como disciplina académica en Reino Unido, a partir del estudio “Las declaraciones de Evans: un caso para la lingüística forense” (The Evans Statements: A case for Forensic Linguistics), del lingüista Jan Svartvik.

En ese estudio, el lingüista analizó las supuestas declaraciones hechas ante la policía de Timothy Evansun hombre galés acusado de asesinar a su hija.

Mediante el análisis descriptivo y estadístico, Svartvik demostró que las declaraciones de Evans habían sido manipuladas por la policía.

“Desgraciadamente, Evans fue declarado culpable y ejecutado 18 años antes de que Svartvik lo pudiera demostrar, pero sirvió para exculparlo a título póstumo”, describe Queralt.

De lo civil a lo penal

Los lingüistas forenses pueden ser convocados para una gran variedad de situaciones en donde la lengua puede aportar pruebas.

“Vamos a todo tipo de juicios, civiles, penales y laborales“, explica Queralt que es directora del Laboratorio SQ de Lingüística Forense.

“Por ejemplo, en el derecho de familia podemos analizar si un menor hace declaraciones que podrían estar influenciadas por un adulto o si está utilizando un lenguaje propio de su edad o uno que haya sido transferido de un adulto”, dice la especialista que trabaja como lingüista forense desde hace 10 años.

Los especialistas también destacan que suelen convocarlos en juicios por plagio y por amenazas.

“El análisis lingüístico forense puede revelar que hay una amenaza subyacente incluso en el lenguaje más normal, como así también chantaje o extorsión”, asegura Santana Lario.

Las redes sociales tampoco escapan a la lupa de los lingüistas que hasta tienen la habilidad de detectar si una misma persona maneja dos cuentas de Twitter.

“O por ejemplo si hay una cuenta de un grupo organizado, apolítico o terrorista, podemos analizar cuántos individuos escriben en ella. Si se trata de una única persona o de un grupo”, ejemplifica Queralt.

Pero sobre todo, los servicios del lingüista forense aparecen en el ámbito de la autoría.

“Si tenemos una carta de suicidio podemos determinar si esa persona ha escrito esa carta o, por el contrario, si se la han dictado y puede derivar en un homicidio”, señala Queralt.

¿Qué analiza?

Todo el análisis depende del encargo y del material disponible para analizar. Pero para enumerar algunos aspectos, los lingüistas forenses estudian:

  • la ortografía
  • el uso de construcciones sintácticas, como la manera de conectar las oraciones entre unas y otras
  • errores que se cometen a la hora de escribir o hablar
  • el uso de expresiones características, como frases hechas, refranes, etc.,
  • el vocabulario, como el uso de ciertas palabras muy específicas que caracterizan la manera de hablar de cada uno.
  • si el texto es formal o informal.

“Se analiza cualquier error que resulte peculiar”, dice Santana Lario que se especializa en el estudio de la lingüística forense desde hace más de 20 años.

Normalmente, para determinar si un sospechoso es el posible autor de un delito, los especialistas trabajan comparando material.

Tomemos como ejemplo una nota de un secuestro pidiendo un rescate.

“Se comparan los elementos lingüísticos de esa nota con otros textos escritos de una persona a la que se acusa de potencialmente haber cometido el secuestro, y se determina si puede o no haber sido el autor de ese texto”, detalla el profesor de la Universidad de Granada.

¿Y si fuese una llamada telefónica para pedir rescate?

“Las llamadas de secuestros son muy interesantes porque podemos determinar de dónde es la persona que ha secuestrado”, dice Queralt.

“Hay veces que no es la voz propia del secuestrador sino la voz que aparece detrás de la grabación, alguien que pasa y que permite saber dónde transcurre esa llamada”, detalla.

Del mismo modo, Queralt explica cuál es el análisis de un lingüista forense de una cuenta de red social.

“Por ejemplo, una persona puede tener predilección por escribir tuits muy cortos y sin puntuación. Pero podemos tener otros tuits que son más largos y donde sí hay puntuación. Esta sería una de las variables que analizaremos”, agrega.

“En general lo que hacemos es dar una lectura general y profunda del texto. Y después empezamos a analizar las distintas marcas que vamos observando. Primero nos fijaremos en el léxico, después en la estructura sintáctica, en la pragmática, tipografía, etc.”, resume.

Las mentiras

“Hay cosas que se pueden fingir y otras no”, dice Queralt.

Para la especialista, hay elementos superficiales, como el uso de determinados emojis, o que una persona utiliza siempre dos signos de exclamación al final de una oración, lo cual es algo que es fácil de notar.

Pero hay otras variables “más internas en el lenguaje, que forman parte, por ejemplo, de la estructura sintáctica, que es como una persona ordena las categorías gramaticales dentro de la oración. Y en esto la gente no se fija”, dice

Ella cita el ejemplo de una persona que siempre use el adjetivo delante del nombre o los adverbios de tiempo al final de una frase.

Santana añade que “si hay material lingüístico suficiente para analizar, por más que una persona intente esconder su identidad en una nota o en cualquier mensaje falso, muchos de los rasgos lingüísticos son inconscientes y al final acaban apareciendo aunque uno quiera disfrazar su manera de escribir o hablar”.

“Detectives de la lengua”

La lingüística forense no solo está presente en el ámbito judicial.

“También te convocan para la investigación policial que no siempre llega a juicio. Como por ejemplo, en un caso de ciberdelito, en los que hay varios candidatos y podemos decir cuáles son los más probables”, describe Queralt.

“A veces nos llaman los detectives de la lengua”, asegura.

Pero hay otra área en la que los lingüistas forenses están ganando terreno: en la investigación privada.

“En el ámbito privado nos convocan más para saber si alguien tiene un amante”, dice Queralt que tiene su estudio en Barcelona.

“Nos traen las conversaciones de Whatsapp o los correos electrónicos y preguntan quién es el sospechoso. Y hay una alta posibilidad que haya un amante. Después se llevan la pericia, pero si rompen la relación, no lo sé”, cuenta.

“Nosotros no analizamos el contenido de los mensajes, sino si esa persona que aparece es alguien que ellos conocen. Por ejemplo, si el cliente sospecha que el amante es el profesor de inglés o la profesora de paddle. Tenemos mensajes de esas personas entonces hacemos una comparación para determinar si es ella/él o no”, describe.

Y como en toda ciencia, los lingüistas forenses se encargan de aclarar que se pueden equivocar.

Claro que hay un margen de error. Nunca decimos sí o no, categórico. Si no que lo que decimos es que hay una alta probabilidad porque la lengua es variable. Uno no habla igual que cuando te pones a correr y te persigue un perro, o si estás enojado, o estás enfermo”, detalla Queralt.

“Pero cuando llegamos a una alta probabilidad en la medición de variables suele ser bastante efectivo”, dice.

Aunque Santana Lario aclara, por su parte, que “un análisis de un lingüista forense nuca puede ser nunca tan fiable como un análisis de ADN”.


Tomado del portal BBC Mundo