“La comunión de energía con la gente es esencial para nosotros”, Diego Herrera de Caifanes

Foto: Tomada del Twitter

El tecladista de la legendaria banda mexicana que tocará el 15 y 16 de junio en Bogotá, habló corto y claro con ARCADIA sobre las dinámicas de la banda, lo que extraña de sus años de juventud, y por qué su última visita al país fue memorable.

Por: Alejandro Pérez

Revista Arcadia

Usted integra Caifanes desde que protagonizó una época vibrante y fundamental para el rock latinoamericano. ¿Qué extraña y qué no extraña de esos días?

Extraño la forma de consumir música. En esa época era muy complicado grabar, y el acceso a la información era muy limitado. Si querías saber de una banda francesa o inglesa era prácticamente imposible, excepto si te topabas con un reportaje que a alguien se le había ocurrido hacer. Entonces, ibas y comprabas un vinilo, de unas doce canciones, que te costaba mucho dinero. A lo mejor lo comprabas porque te gustaba una canción, pero acababas escuchándolas todas. Y le dabas la vuelta, y le volvías a dar la vuelta porque, además, por mucho tenías cinco vinilos: el de los Stones, el de los Beatles, el de Creedence, el de Traffic, el de The Who…

En ese entonces, por un lado, había una historia de mayor conocimiento por el grupo y, por otro, se apreciaba más que las bandas (muchas veces) concebimos los discos como un todo, que un tema tiene que ver con el otro. Y además el arte, ¡ufff!. Poder abrir un disco de ese tamaño, un vinilo, y leer los créditos del productor y saber cómo se grababan las baterías, y a quien invitaron en tal tema o en tal otro. Los mismos gráficos, las fotos, todo era como muy completo. Esa parte la extraño. No extraño la poca producción que había, por lo menos en México, hacia los conciertos, hacia que los jóvenes nos pudiéramos juntar masivamente.

¿Qué tanto ha cambiado su forma de producir y de asumir sus conciertos?

Mira, no mucho. No mucho y sí mucho. Hemos cambiado nosotros, ya no somos los chavos de 23 años que andábamos por ahí, ¿me entiendes? Ahora ya tenemos hijos y la forma de ver la vida es diferente. Sin embargo, es impresionante la conexión que existe entre nosotros. Llevamos 33 años juntos, pero fue sorprendente la conexión y el ensamble y la propuesta de cada uno a la hora de grabar este tema nuevo, Heridos). Y esa es una de las características más importantes de esta banda, cómo compagina la influencia y la historia musical de uno el otro, con el otro y con el otro, y así forma su amalgama.

En su regreso a Bogotá decidieron vender dos fechas (15 y 16 de junio), algo muy atípico aquí. Eso prueba que esta ciudad siempre responde a su arte y música; sobre todo a sus decenas de grandes éxitos. ¿Pesó eso a la hora de componer algo nuevo?

Por supuesto que en un momento dado teníamos el fantasma de haber hecho grandes canciones y conciertos en los ochenta y, sobre todo, en los noventa, y ahora tuvimos que pensar en cómo iba a ser, cómo iba a sonar. Pero como te dije, fue una gran sorpresa el trabajo en el estudio. Yo no lo sabía, el tema no lo teníamos definido, y empezamos a trabajar y mágicamente empezaron a suceder las cosas. El tema empezó a caminar y, al día y medio, lo teníamos prácticamente grabado, solo faltaba la mezcla. Otra vez se dio una circunstancia muy particular. Algo como cuando nos juntamos en 2011 y dijimos “A ver qué pasa”. Tomamos un contrato por un par de conciertos y bueno, llevamos ocho años.

Componer, arreglar, y sacar Heridos, trajo la sorpresa de que todo cayó en su lugar, y de que se creó un sonido. No sucedió aleatoriamente, nació de la historia de cada uno y de nuestra historia juntos. Fue impresionante. No somos una banda que se la juega por sumar “unos metales” porque la onda es el lounge, y no sé qué. En nuestra banda nunca ha habido eso, más bien, se ha dado el escuchar lo que te viene, escuchar qué te sugiere, qué te propone, y buscar ese espacio donde anímicamente y emocionalmente podamos hacerlo bien.

La figura de Saúl Hernández es enorme y, desde la ignorancia, se asume que él empuja al resto. ¿Cómo se dan sus dinámicas?

En un momento nos dimos cuenta de que es esencial lo que cada uno trae a la banda, la conjunción entre todos desde las propuestas . Por supuesto, Saúl es la figura frontal y hay mucho de él, pero creo que la participación de cada uno es muy especial, la forma de Alfonso André de tocar la batería, la forma de ‘Sabo‘ Romo de tocar su bajo, esos temas, ¿no? De ahí sale la amalgama. Con el tiempo, a veces miras hacia atrás para entender qué fue lo que pasó y cómo pasó, porque fue un tren arrollador que nos llevó de repente.

¿Cuál es el mejor concierto que recuerda con Caifanes y el mejor concierto que recuerda como espectador?

Como espectador, uno en Nueva York. Llegué, aterrizó el avión, y una amiga me estaba esperando me dijo: “Vamos a dejar las cosas que te tengo una sorpresa”. ¡Peter Gabriel en un estadio enorme!

Y de Caifanes, hay varios. Pero creo que fue el de 2011, cuando llevábamos 15 años sin tocar juntos y regresamos. Yo quería regresar en algo más chico, para poder, sabes, cometer errores frente a menos gente, pero fue enorme, frente a más de 70.000 personas. era un momento muy significativo, muy esperado, en el que salieron las muchas ganas que tenía de tocar después de tanto. Ese fue muy especial pero cada concierto tiene su magia, su onda, una comunión de energía muy fuerte con la gente que para nosotros es esencial. Nos alimenta enormemente y nos hace corresponder. Es una responsabilidad fuerte, y Bogotá no será la excepción.

Poco después de que se anunciara su concierto, después de muchísimo tiempo apareció un jaguar en la región de la Sierra Nevada. ¿Simple coincidencia?

¡Me alegra escucharlo! No sé qué sea, pero te digo, la última vez que estuvimos en Colombia, hace unos cinco o seis años, para mí fue una cosa mágica. Yo estaba persiguiendo a Claudio Naranjo, un maestro chileno muy importante, un chamán, y quería verlo en Colombia. Y de repente me dicen: “Van a tocar el 15 y 16 de tal mes” y curiosamente el 17 empezaba, en Guasca, una semana de chamanismo con este señor. Me quedé, tomé este taller… Inolvidable.

Y eso que dices del jaguar, pues me parece alucinante. Se lo comentaré a mis compas.


Tomado de la Revista Arcadia