Los planes de Netflix para revolucionar Hollywood

Foto: Philip Cheung para The New York Times

Mientras cientos de cinéfilos hacían fila para ver Roma, de Alfonso Cuarón, en el Festival de Cine de Telluride en agosto, un vehículo todoterreno se detuvo frente al sitio. Un hombre alto y bronceado, con lentes de sol, se bajó del vehículo. Sonrió y saludó a la gente antes de entrar al cine con su grupo.

Por: Brooks Barnes

The New York Times (Es)

“¿Era alguien famoso?”, preguntó un miembro de la audiencia.

Quizá el público no conoce a Scott Stuber, pero se está volviendo uno de los personajes más importantes en el negocio del cine. Stuber, de 50 años, pasó de ser vicepresidente de Universal Pictures a dirigir la rama de cine de Netflix. Su misión es hacer que el catálogo de películas originales del servicio de transmisión sea tan formidable como el de sus series, que recibieron 112 nominaciones al Emmy este 2018, la mayor cantidad para cualquier televisora.

Con Roma, que ha recibido excelentes críticas y se estrenó el 14 de diciembre en Netflix, Stuber ha impulsado al gigante del internet al centro de la contienda de los premios Oscar. Es probable que el filme de Cuarón acerca de la vida de una familia en los años setenta en Ciudad de México le consiga a Netflix su primera nominación en la categoría de mejor película. Para asegurarse de ello, la empresa está apoyando Roma con la que quizá es la campaña de los premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas más extravagante jamás organizada. Sin embargo, esa película de Cuarón es solo el comienzo de la misión cinematográfica de Stuber, la cual ya está confrontando a los estudios y cadenas de cines tradicionales con una pregunta que les provoca pánico: tal como Netflix provocó que muchas personas dejaran de contratar servicios de televisión por cable, ¿ahora causará que la gente deje de ir al cine?

Ya irrumpió en el negocio de la televisión y de la música, ahora el internet amenaza el corazón de Hollywood.

Stuber, armado con grandes presupuestos (financiados en parte a través de deudas), ya alista los próximos estrenos de Martin Scorsese, Steven Soderbergh, Dee Rees, Guillermo del Toro, Noah Baumbach y aquel rey del espectáculo hollywoodense Michael Bay. “Si vas a construir un gran estudio fílmico, debes hacerlo con grandes cineastas”, dijo Stuber en entrevista. Señaló que la realeza de Hollywood —como Meryl Streep, Ben Affleck, Eddie Murphy, Sandra Bullock o Dwayne “the Rock” Johnson— ya tiene acuerdos para hacer películas con Netflix.

El departamento del que se encarga Stuber tiene como propósito estrenar 55 películas originales al año, entre ellas algunas con presupuestos de hasta 200 millones de dólares. Si a esa cifra se le suman los documentales y las películas animadas, manejadas por otras divisiones, el número anual de lanzamientos cinematográficos de Netflix ronda casi noventa filmes al año. En comparación, Universal, uno de los estudios tradicionales más prolíficos de Hollywood, lanza aproximadamente treinta películas al año.

Hasta ahora, el mundo del cine ha quedado relativamente protegido de las fuerzas digitales que le han dado una nueva forma al resto de los medios. La mayoría de las películas se estrenan de la misma manera en que se ha hecho durante décadas: primero en los cines, con un periodo de exclusividad de casi tres meses, y ya después en los hogares. Varias cadenas de cine han hecho frente a las presiones para acortar ese periodo, porque les preocupa que la gente no quiera comprar boletos si pueden ver la misma película en su hogar tan solo unas semanas (o días) después.

“Dada la rentabilidad marginal del negocio de los cines, si pierdes el diez por ciento de la audiencia —porque algunas personas se quedan en casa— varios cines podrían quebrar”, afirmó John Fithian, presidente de la Asociación Nacional de Propietarios de Cines estadounidense, un grupo cuyos miembros creen que la pantalla grande es parte de la definición misma del cine.

Netflix ignora, en buena medida, esa etapa de estreno en las salas de cine. Pero para intentar clasificar para las entregas de premios de Hollywood, un puñado de las películas de Netflix son lanzadas simultáneamente en internet y en algunos cines en Los Ángeles y Nueva York. Con el impulso de Stuber, la empresa develó un tercer modelo de lanzamiento para Roma y dos otras películas de prestigio: primero estuvieron disponibles en cines —aunque solo durante una a tres semanas— y ya después en su servicio en línea. Varios cines en Estados Unidos no quisieron abocarse a ese modelo, pero Netflix sí colaboró con casi 140 cines en América del Norte y con casi 600 más en otros países para el filme de Cuarón. (Las otras dos películas que siguieron este modelo de estar algunos días en salas estadounidenses fueron La balada de Buster Scruggs, de Joel y Ethan Coen, y Bird Box: A ciegas, protagonizada por Bullock y que estará disponible en la plataforma el 21 de diciembre).

La atención que Netflix ahora le está poniendo a los cines es, en buena medida, para quedar bien con los votantes de los premios Oscar. Personajes destacados como Steven Spielberg han criticado la política de Netflix de transmitir películas de inmediato con la insinuación de que todo el contenido del servicio debe considerarse solamente televisión. No obstante, Netflix necesita estar presente en los galardones de la academia y contar con esa validación para mantenerse competitivo con estudios fílmicos tradicionales y atraer así a los mejores talentos.

“Estamos tratando de construir un nuevo estudio que sea emocionante para los artistas”, dijo Stuber. “Mientras lo hacemos, es importante estar abiertos a las críticas. Cuando un gran artista dice: ‘Oigan, esto no funciona’, es mejor que intentemos arreglarlo. Para algunos de nuestros cineastas, eso implica tener un estreno en cines y competir en entregas de premios”.

Sin embargo, tampoco es probable que Netflix se doblegue mucho más.

“En un mundo donde las elecciones que toma el consumidor son el impulso detrás de todo —las maneras en las que compramos, cómo pedimos en línea hasta los alimentos, cómo consumimos el entretenimiento—, buscamos ese punto en el que sea la elección del consumidor si va a un cine o ve una película en casa”, dijo Stuber. “Creemos que es clave poder ver películas sin esperar demasiado cuando no tienes los medios, el acceso ni el tiempo para ir a un cine”.

Fithian, de la asociación de propietarios de cines, dijo que los comentarios de Stuber acerca del acceso “son patrañas” y que los cineastas que ha trabajado con ellos “quieren el cofre de dinero y no se preocupan por cómo debe disfrutarse una película”.

Scorsese no está de acuerdo. Netflix acordó estrenar su próxima película, The Irishman —protagonizada por Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci—, después de que el estudio Paramount se quejó sobre el presupuesto.

“Algunos podrían decir: ‘Es Netflix: pierde lo teatral, solo es una transmisión’”, señaló Scorsese vía correo electrónico. “Hasta cierto punto es cierto, desde luego, y, para mí, que vengo de la era del cine, me resulta extraño e incierto. Quizá Joel, Ethan, Alfonso Cuarón y Tamara Jenkins dirían lo mismo. No obstante, todos estamos filmando películas para que sean experiencias en la pantalla grande y ellos son quienes nos están asegurando que existirá el lanzamiento en cines. Lo más importante es que Scott y su equipo sí están haciendo nuestras películas, con una actitud de respeto y amor al cine, y eso significa todo para nosotros”.

Roma fue financiada y producida por Participant Media, que se acercó a seis compañías, entre ellas estudios tradicionales como Fox Searchlight, para que fueran posibles distribuidores en salas. Cuarón dijo que, con excepción de Netflix, todas se dijeron preocupadas por la viabilidad comercial de una película en un idioma distinto al inglés y en blanco y negro. “Me emociona el modelo de distribución que está desarrollando Netflix”, comentó Cuarón. “Hará que regrese la diversidad al cine”.

“Confío en Scott. Lo he conocido durante mucho tiempo”, agregó.

Stuber, que tiene un estilo relajado que contrasta con un Hollywood de manías, también tiene un amplio historial en la industria del cine. Conoció a Cuarón a principios de la década de 2000, cuando Stuber era ejecutivo sénior en Universal y Cuarón rodó Niños del hombre con ese estudio.

En la entrevista, Stuber habló casualmente de proyectos con “Sandy” y “Marty” mientras bebía té. (Se refería a Bullock y a Scorsese).

Stuber dejó su trabajo en Universal en 2005 para dedicarse a producir; en ese entonces hizo películas de comedias al estilo de Ted y Tú, yo y ahora… Dupree. A pesar de los resultados variados que obtuvo —produjo películas que no tuvieron éxito en taquilla, como A Million Ways to Die in the West (Pueblo chico, pistola grande) y Battleship: Batalla naval— lo invitaron de Paramount a dirigir el estudio en 2017. Netflix se comunicó con él más o menos al mismo tiempo.

En Netflix, Stuber ha intentado unir la brecha cultural entre Hollywood, donde las decisiones en ocasiones se toman a partir de instintos, y con la plataforma de emisión en continuo, donde imperan los algoritmos y los datos.

El departamento de cine de Netflix tiene dos grupos principales. Uno se llama Originales, que tiene el propósito de lanzar alrededor de veinte películas al año con presupuestos de entre 20 millones y 200 millones de dólares. El grupo Indie tiene el objetivo de lanzar 35 películas al año, con presupuestos de máximo 20 millones de dólares. Casi el 75 por ciento de los productos de esta última división son películas de género dirigidas a audiencias específicas (como la comedia romántica para adolescentes El stand de los besos (Kissing Booth), y también películas de cine de arte de directores como Nicole Holofcener. Stuber tiene la autoridad para dar luz verde a cualquier película de Netflix; sin embargo, delega algunas de esas decisiones.

Stuber, quien está casado con la actriz y modelo Molly Sims, creció en Granada Hills, California; su padre trabajó para Lockheed Martin y su madre, en una empresa de importaciones y exportaciones. No conocía a nadie en Hollywood.

En 1992, después de graduarse de la Universidad de Arizona, con un título en cine (pese a que fue reclutado para jugar béisbol en el equipo universitario), Stuber obtuvo un empleo en Universal como asistente publicitario. Sus deberes incluían entregar resúmenes de noticias a las ocho de la mañana todos los días a Lew Wasserman, el entonces todopoderoso director del estudio.

Después de seis meses, Wasserman, al parecer impresionado con la puntualidad de Stuber, le dirigió la palabra por primera vez. “Me preguntó: ‘Oye, chico, ¿qué quieres ser cuando crezcas?’”, recordó Stuber.

El joven Stuber respondió rápidamente: “Quiero ser como tú”.


Tomado del portal de noticias del diario The New York Times (Es)