¿Qué fue de Grace Jones?

Foto: Grace Jones – ABC

El huracán mediático que generó en los ochenta se fue disipando tras rechazar un papel en «Blade Runner» y una colaboración con Lady Gaga, y ahora el coronavirus ha boicoteado su regreso

Por: Nacho Serrano

ABC

Con esa mirada altiva parecía un extraterrestre de vuelta de todo que se indignaba ante la inferioridad de una especie primitiva y tosca, pero sabemos a ciencia cierta que Grace Jones es humana gracias a sus padres, que confirmaron que nació en Spanish Town (Jamaica) el 19 de mayo de 1948. Sin embargo, es posible que nunca muera. «Incluso la muerte no me detendrá. Nunca lo ha hecho. Puedes encontrar imágenes de mí desde hace siglos. Rostros como el mío tallados en madera en el Antiguo Egipto. Llevo aquí mucho tiempo, con el corazón palpitante, listo para saltar sobre mi presa, acechando, desafiando, amando, cazando, conquistando, seduciendo , luchando, soñando, riendo, y siempre lo estaré», dijo la Jones en una de sus declaraciones más míticas.

Creció en un ambiente religioso guiado por su padre, un pastor evangélico que «era un auténtico sádico», según dijo ella misma. «Decía que tenía una excusa para ser cruel porque era nuestro guardián. Usaba la religión y el miedo para controlarnos». Las secuelas de esa sensación de control dominante se dejaron notar durante mucho tiempo: en 1979 se cortó el pelo en rebelión contra su padre. «Me lo corté mucho, casi rapado, porque de pequeña lloraba cada día cuando me lo tenía que peinar. No podíamos ponernos suavizante, porque la religión lo prohibía. Así que no pensaba más que en cortarlo. Finalmente me lo rapé y dejé plana la parte de arriba. Me inspiré en un boxeador, Don Denzey, que Jean-Paul y yo habíamos visto en el ring. Nos decidimos por un corte parecido al suyo, de estilo militar. Afeitarme la cabeza me llevó a mi primer orgasmo», cuenta en sus memorias.

Antes de eso su familia se había mudado a Nueva York cuando ella tenía 13 años. En los sesenta se sumergió en la cultura hippie y llegó a vivir en varias comunas, donde probó el LSD con 15 años. Años después seguiría defendiendo el uso de esta droga psicodélica, asegurando que había sido esencial para su «crecimiento como persona». Desde entonce su lema vital ha sido «prueba de todo al menos una vez. Si algo te gusta, sigue haciéndolo», algo que tuvo sus consecuencias. «He sufrido daños, desde luego que sí, y muchos de mis amigos han muerto de sida. A veces traspaso los límites, y lo sé. Después soy más sabia. Como soy muy vanidosa, no quiero agotarme físicamente. Me cuido. Hay que tener cuidado con las drogas, el alcohol y el sexo».

Cuando cumplió 16 años fue descubierta por la agencia de modelos Wilhelmina Modeling, pero no lograron darle trabajo porque su físico no gustaba en Estados Unidos, así que en 1970 se marchó a París, donde instantáneamente llamó la atención del mundillo de la moda, consiguiendo contratos con diseñadores como Yves St. Laurent, Claude Montana o Kenzo Takada.

A mediados de la década fue virando hacia la industria musical, donde corrió el rumor de que era transexual. Cuando publicó su primer disco «Portfolio» en 1977, la canción «I Need a Man» la convirtió en referente de la comunidad gay, y sus dos siguientes álbumes, «Fame» (1978) y «Mus»e (1979) fueron auténticos hits en la escena de música disco. Tras regresar a Nueva York se hizo amiga íntima de Andy Warhol, que quedó hechizado por sus peculiares pasiones estéticas, y la pareja se convirtió en asidua de Studio 54, donde Jones llegó a bailar con el pubis teñido de fluorescente o se presentaba vestida únicamente con un collar de huesos blancos al cuello.

Tras el giro sonoro de «Warm Leatherette» (1980), en 1981 lanzó uno de sus discos más populares, «Nightclubbing», y ahí fue donde arrancó su verdadero ascenso meteórico a la fama mundial.

Ese mismo año ya se veía que Jones empezaba a verse como una estrella: Durante una entrevista en televisión, se lió a golpes en directo con el presentador Russell Harty porque le estaba dando la espalda para hablar con otro invitado.

Durante los ochenta lanzó cuatro discos más: «Living My Life» (1982), «Slave to the Rhythm» (1985), «Inside Story» (1986) y «Bulletproof Heart» (1989). Pero fue su década cinematográfica. Interpretó a Zula (un personaje originariamente masculino) en «Conan el Destructor» (1984), a la chica Bond May Day en «Panorama para matar» (donde compartió cama con Roger Moore para disgusto de éste, según afirmó tiempo después), y cuando formó pareja con su guardaespaldas y futuro actor Dolph Lundgren, fueron portada de la revista Playboy. En España tuvo un par de apariciones de lo más esperpéntico. Una fue en una entrevista que le hizo Mikel Erentxun (a quien dijo que no era su tipo de hombre), y la otra en diciembre de 1992 en Oviedo, cuando acompañó a Mickey Rourke en un combate de boxeo amañado con Poli Díaz junto a Samantha Fox o Loreto Valverde, en un evento organizado por Telecinco.

En aquel bizarro combate, Jones ya estaba en horas bajas. Había hecho películas, pero también había rechazado el papel que podría haberla catapultado a un nivel incluso superior de fama. «Solo lamento una cosa en mi vida: no haber hecho más cine y, sobre todo, no haber aceptado la película que me propuso Ridley Scott: Blade Runner. Mi carrera y mi imagen habrían cambiado. Cuando finalmente me decidí, era demasiado tarde. No seguí mi instinto», dijo la artista.

A partir de mediados de los noventa, Grace Jones empezó a ser noticia por motivos más vergonzantes que otra cosa. En 1998 mostró sus pechos durante una actuación en Disney World (Florida) ganándose una prohibición de por vida para acceder a los parques de la marca, y en 2005, la policía británica le obligó a Jones a abandonar un avión en el aeropuerto londinense de Heathrow después de que se negara a salir con el resto de los pasajeros, exigiendo un vehículo para ella sola.

En todo ese tiempo solo tuvo un marido: un joven musulmán húngaro de origen turco llamado Atila Altaunbay, cuya boda se celebró en 1996 y del que se divorció en 2004. Desde 2006 es pareja del compositor Ivor Guest, y eso le dio la estabilidad suficiente para plantearse un regreso. Así, en 2008, rompió un silencio discográfico de 19 años con el álbum «Hurricane», que la trajo a España para actuar en el Sónar de 2009. Pero entonces volvió a cometer otro error: rechazar una colaboración con Lady Gaga, que debió quedarse de piedra ante la explicación de Jones: «Para colaborar contigo no me tiene que gustar lo que hagas, me tengo que sentir inspirada por lo que hagas. Y no me inspiras». Después, Jones aseguraría que vio a Gaga como «artista que todavía se estaba buscando a sí misma», una paradoja dados sus bandazos en el mundo del arte.

En lugar de arrepentirse de rechazar un dúo con Lady Gaga, Jones fue a más, acusándola de copiar sus estilismos. «He visto que ha llevado prendas que yo he llevado, y eso me molesta. ¿Tiene talento? Yo no iría a verla. No pienso en Lady Gaga, me limito a mis asuntos. Sí, me pidió trabajar conmigo, pero dije que no. Simplemente prefiero trabajar con alguien que sea más original y que no me esté copiando. Las tendencias vienen y van. Unas quieren ser como Miley Cyrus y otras, como Rihanna. Unas, como Lady Gaga y otras, como Madonna. Ninguna de ellas me gusta, excepto por el hecho de que todas han intentado ser como yo. A veces roban descaradamente, otras veces se inspiran, pero lo cierto es que no hay nada nuevo bajo el sol».

En 2017 rodó y publicó un documental sobre su vida, pero su orgullo se puso en su camino hacia el renacimiento artístico en el mundo de la música. Sin embargo, en marzo de 2019 dio la campanada en el de la moda al ser la protagonista del desfile del diseñador estadounidense Tommy Hilfiger en la Semana de la Moda de París.

Desde entonces ha estado planeando volver a la música, y al parecer lo estaba consiguiendo: este año iba a ser la programadora del prestigioso festival Meltdown. Pero el coronavirus se ha cruzado en su camino destrozando su predicción, aquella que decía ni la muerte la detendría.


Tomado del portal español ABC