Roger Waters hizo una hermosa radiografía del caos en Bogotá

Foto: Radioactiva

En El Campín, recordó éxitos, lanzó dardos al poder y apoyó las luchas por la educación en Colombia.

El lado oscuro del estadio el Campín se iluminó a las 8:28 de la noche, revelando poco a poco cada detalle del suntuoso reencuentro de Roger Waters con Colombia. El júbilo convertido en un grito de emoción se amplificó cuando las luces dispararon su mirada al escenario y la impresionante pantalla de 72 metros de largo dejaba ver las primeras imágenes en su superficie.

Una playa gigantesca apareció en la pantalla. Era una imagen en tonos rojizos del mar que era observaba por una persona que sirvió como marco para los primeros sonidos del recital. “He estado loco por muchos y jodidos años (…) Siempre he estado loco, como la mayoría de ustedes”, fue la voz que rompió el silencio y dio inicio a la histeria.

La cita con Waters, uno de los cantantes y compositores más importantes del universo del rock y quien edificó parte de la historia de Pink Floyd apareció en escena dando los primeros acordes con su inseparable bajo de ‘Breathe’.

La cadencia de las guitarras y el mensaje que gira en torno al sentido de la vida electrizó a los fanáticos que cantaron emocionados tratando de guardar fuerzas para el siguiente golpe emocional: One of These Days, con ese inconfundible golpe de bajo de un Waters enchufado con sus fanáticos.

Un trueno interrumpió los aplausos y luces multicolores cayeron como una cascada rebotando en la gigantesca tarima. Luego el sonido de un tic tac, dejó en claro que era hora de Time. Miles de relojes aparecieron detrás de los músicos, mientras muchos cerraban los ojos para entregarse al trance de uno de los clásicos del álbum The Dark Side of the Moon.

Cuando la frecuencia emocional estaba en su pico, las coristas Jess Wolfe y Holly Laessig le regalaron a los asistentes una poderosa muestra de talento con su interpretación de Breathe (Reprise) y Great Gig in the Sky, dejando bocabiertos a todos en El Campín.

Roger reapareció con Welcome to the Machine, del disco Wish you were Here de los Floyd, como un alegato contra la superficialidad de una industria musical que no apuesta por el riesgo.

El viaje musical tomó luego el rumbo de Is This the Life We Really Want?, el más reciente disco del músico británico (2017), con la canción Déjà Vu (crítica a las inconsistencias de la sociedad actual), aspecto que luego desarrolló en The Last Refugee y en Picture That, otra fuerte crítica social y política en la que en una de sus frases grita: “Tómate una foto con un líder sin cerebro”(…) “Sigan filmando el show en su celular desde un asiento de primera fila (…) Sigan registrando a Miss Universo atrapando un rayo”, fue parte del duro mensaje que lanzó el artista.

Para equilibrar las emociones, el concierto siguió con Wish you were Here, la emotiva balada que movió a los más de 30.000 asistentes al concierto. No era para menos, al tratarse de uno de los himnos con los que Waters y Pink Floyd le rinden un homenaje a Syd Barrett, baterista fundador del mítico grupo.

El ensordecedor ruido de un helicóptero inundó de un momento a otro al estadio para dar paso a The Happiest Days of Our Lives, junto a Another Brick in the Wall (part 2 y Part 3), que disparó a las nubes la histeria, que se calmó, tras una segunda sesión y en la que la banda fue acompañada por un grupo de doce niños y niñas de la Fundación Crea, quienes hicieron el coro de una de las composiciones más populares de Pink Floyd.

Tras un intermedio, el espectáculo palpitó de nuevo con las melodía acústica de Dogs y luego mutó al hipnótico ritmo de “Pigs (Three Different Ones), que volvió a difundir una diatriba en contra de los poderosos. “…Y cuando te pones la mano en el corazón, eres casi un chiste, eres un bufón”, cantó un Waters acompañado de nuevo con imágenes del mandatario de los Estados Unidos y de un famoso cerdo flotando sobre las cabezas de los asistentes, con un cierre impactante en el que todos leyeron: ‘Trump es un cerdo’.

El cantante se puso una máscara del animal de la canción y brindó a una audiencia extasiada con una tarima transformada en una industria de cuatro chimeneas humeantes. Antes había tomado un cartel que decía: ‘los cerdos dominan al mundo’ y luego dio paso a otro en el que rezaba la frase: ‘que se jodan los cerdos’.

Waters se tomó también un momento para hablar con los fanáticos que le cumplieron la cota en el Estadio. Los invitó a creer en los derechos humanos, aplicarlos y a su ve mostró su apoyo a las protestas de los estudiantes colombianos que han protestado por una mejor educación.

“Los préstamos estudiantiles no son una solución…significan una vida de esclavitud eterna”. Entre un sonado aplauso levantó otro cartel con las palabras ‘We Need More Education’ (necesitamos más educación) y recalcó que la educación es para todos.

Siguiendo con un poco de crítica, sus músicos develaron los acordes de Money. De nuevo el estadio vibró entre aplausos y gritos, que no se interrumpieron luego de la avalancha de himnos que siguieron en el espectáculo con Us and Them; Brain Damage y Eclipse, antes de terminar con una Comfortably Numb, profundamente sentida, para despedir un concierto cargado de emoción musical y reflexión poderosa acerca de un mundo al que Waters siempre le ha dado una connotación de caótico, doloroso e injusto, con letras consideradas himnos maduros, pero de una relevancia pasmosa en el presente.

Resist (resiste) fue el mensaje que los niños colombianos que acompañaron al artista llevaban en sus camisetas y fue la palabra que martilló varias veces en la mente de una multitud que tuvo con este concierto, la experiencia de una catarsis de un panorama sombrío, pero que, en este caso se pudo conjurar con música y reflexión.


Redacción Paz Estéreo. Con información del diario El Tiempo.