Viaje al interior de la extravagante fiesta de cumpleaños de Freddie Mercury

Foto: Culto / La Tercera

El 5 de septiembre de 1985, el líder de Queen decidió celebrar sus 39 años a lo grande. No parecía ser una novedad considerando su reputación como amante de los grandes eventos cargados de lujos para todos los invitados. Entre carruajes, interminable champaña y el requisito para los invitados de ir travestidos o bien de blanco y negro, aquella noche es una de las más recordadas más allá de su carrera musical.

Por: Mónica Garrido

Culto / La Tercera /Ch)

“Su lema era ‘La vida vale la pena vivirla’ y gastaba una fortuna en esas fiestas”, relata David Wigg, periodista de espectáculos del Daily Express, en el documental A Kind of Magic (2006), uno de los pocos que contaba con la confianza de Mercury, según relató Jim Hutton en sus memorias.

Para 1981, cuando cumplió 35 años, Freddie Mercury decidió celebrar su cumpleaños con estilo, lo que le costó 200 mil libras esterlinas de la época, según registra la biografía publicada por Lesley Ann-Jones en 2011.

Para la ocasión llevó a un grupo de amigos -incluyendo Peter Straker y Peter Freestone- a bordo del Concorde desde Londres a Nueva York, y arrendó la lujosa suite en el hotel Berkinshire Place, ubicada en la esquina opuesta de la tienda Cartier. “Durante cinco días bebieron 30 mil libras en champaña”, registra el libro de Lesley Ann-Jones.

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El mismo Mercury posteriormente dio una entrevista a la prensa -de las pocas que dio- manifestando que había cambiado, ya que veía la fama y fortuna de forma muy diferente a sus años de juventud.

“Cuando no esté en Queen, quiero ser el hombre corriente de la calle. He cambiado. En los primeros días, disfrutaba que me reconocieran. Ahora no. Pasé mucho tiempo en Nueva York, donde mucha gente no me conoce. Puede que sea muy rico, pero los días de posar y fingir que tengo dinero han quedado atrás. Soy un hombre de jeans y camiseta en la casa y en cualquier otro lugar. Ya no ofrezco un espectáculo cuando salgo del escenario, porque estoy seguro de mi propio conocimiento de quién soy y qué tengo. Atrás quedaron los días en los que quería entrar en una habitación y detener la conversación de todos. No puedo predecir si continuaremos [refiriéndose a la banda], pero mientras sigamos abriendo nuevos caminos, el fuego permanecerá en Queen. Si mañana perdiera todo lo que tengo, arañaría mi camino de regreso a la cima de alguna manera”, registra Freddie Mercury: la biografía definitiva.

Cuatro años después, el hombre de “Bohemian Rhapsody” daría una fiesta inolvidable, organizada justamente con ese propósito, ya que fue registrada por cámaras de cine -obteniendo un metraje total de 50 horas de material- para su video de “Living on my own”, de su disco solista Mr. Bad Guy.

Los preparativos

“Cada vez que Freddie regresaba a Londres se quedaba en Garden Lodge. En un fin de semana de agosto hablamos sobre el tipo de fiesta que él tendría que preparar para festejar sus treinta y nueve años, que cumpliría el 5 de septiembre. Sugerí que debía ser una fiesta de blanco y negro y pareció gustarle la idea. Como era típico, Freddie la convirtió en un acontecimiento inaudito e impactante, un baile de blanco y negro travesti”, registra Mercury y yo, el libro con las memorias de Jim Hutton, la pareja de Mercury hasta su muerte.

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El cantante arrendó un night club en Munich llamado Henderson’s, el que hizo redecorar, y amoblar completamente en blanco y negro. Incluso exigió retapizar las sillas y decorar con rosas en el mismo dúo de colores.

El día de la fiesta -el 5 de septiembre de 1985- Jim Hutton, Mary Austin, y Peter Freestone [apodado Phoebe], volaron desde Londres junto a parte del equipo de Queen y el periodista David Wigg. Según el relato de Hutton, pasar por la aduana inglesa fue todo un tema, ya que llevaban consigo el traje que Freddie usaría en la fiesta: suspensores decorados con balas falsas. Finalmente resolvieron llevarlo en la bodega de carga en vez del equipaje de mano.

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“Como el único que viajaba en la clase empresarial, yo tenía bebidas gratis y mejor comida que los demás. Mary sugirió que robara una botella de vino de la clase empresarial y se la pasara. No hice nada de eso. Hubiese sido demasiado ordinario”, detalló Jim Hutton sobre los pormenores de aquel vuelo vía British Airways.

Pero no todos los invitados tuvieron la misma suerte.

Wigg viajó a Alemania junto a Phil Symes, quien se desempeñó como encargado de relaciones públicas de Queen. En su equipaje tenían sus disfraces para el cumpleaños del ídolo: Wigg se caracterizaría como la actriz Margaret Lockwood y Symes como la duquesa de Kent. “Abrí mi maleta con gran vergüenza, y también lo hizo Phil. El funcionario empezó a sacarme el vestido de noche, el sostén, la ropa interior, la enagua, la peluca y los zapatos de tacón. Luego abrió la de Phil y sacó su tiara. Dije: ‘Vamos a la fiesta de cumpleaños de Freddie Mercury’. Me miró y dijo: ‘Estoy seguro de que sí, señor’”, recordó el periodista en conversación con The Telegraph.

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La mayoría del grupo de alojó en el hotel Hilton de la ciudad alemana, mientras que Mary decidió quedarse en el departamento que compartían Freddie y Jim. Hutton recuerda que cuando arribaron con Mary, ya había una gran cantidad de invitados.

“Me dolió el corazón cuando entré al departamento y vi todos los regalos costosos que habían llevado los amigos de Freddie. Yo no estaba seguro de qué darle. No tenía mucho dinero para comprarle algo, así que decidí darle un trébol de cuatro hojas seco. No era auténtico, me lo había dado mucho años antes el padre de un amigo, que lo había hecho él mismo. Me daba demasiada vergüenza entregarle a Freddie el trébol de la suerte delante de todos, así que lo llamé al dormitorio”, confesó Hutton en sus memorias.

-Lo siento, es todo lo que puedo darte- dije, pasándole un pequeño trozo de papel de seda doblado. Cuando lo abrió quedó impactado. Me besó y después corrió a la sala de estar con el obsequio.

-Miren que hermoso regalo me hizo Jim- les dijo a todos, y yo me ruboricé. Freddie parecía encantado porque sabía que yo le había dado algo de todo corazón.

La gran fiesta

“He estado en muchas fiestas del mundo del espectáculo – Elizabeth Taylor, Elton John, Madonna – y la fiesta número 39 de Freddie fue la fiesta más extravagante, imaginativa y sexy en la que he estado”, recuerda David Wigg.

“Salvaje, loco, hedonista, borracho”, así la describió el asistente personal de Mercury, Peter ‘Phoebe’ Freestone. Mientras que Rudi Dolezal, director de cine austriaco que grabó el video de “Living On My Own”, describió la noche como “la fiesta más loca a la que he estado, y he estado de gira con The Rolling Stones y Bon Jovi”.

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Cuando el reloj marcaba las 10 de la noche, Freddie y Jim Hutton salieron del departamento a bordo de una limusina con dirección a Henderson’s. Freddie vestía un leotardo de arlequín en blanco y negro y una chaqueta de estilo militar, diseñada por los Emanuels, quienes hicieron el vestido de novia de la Princesa Diana de Gales.

“Todos iban vestidos en blanco y negro o como travestis esa noche… menos yo. Yo llevaba una chaqueta multicolor de lentejuelas con faldones, que le había pedido a un amigo ex bailarín. Como llevaba pantalones negros argumenté que lograría pasar… y pasé”, recordó Hutton en su libro.

Con invitados en su mayoría alemanes, personalidades del mundo lgbt+ y, por supuesto, los amigos de Freddie; todos se lucieron con disfraces y trajes a tono con la celebración. “Brian May llegó como bruja. David Wigg llevaba un manto cautivante; Phoebe fue vestido de gitana y hasta Richard Young, un fotógrafo paparazzi iba travestido a la perfección. Reinhold Mack estaba allí con su esposa, Ingrid, y también Steve Strange, como así también una cantidad de empresarios de los sellos”, registró Hutton.

Wigg relató al Telegraph que los invitados más jóvenes “casi no llevaban nada puesto” y con el pasar de las horas, “los disfraces parecían cada vez menos”. Peter Freestone recuerda haber visto a gente teniendo sexo en las esquinas. “La cosa es que eso no era nada fuera de lo común en esos días”, dijo.

Symes, en tanto, recuerda la fiesta como menos libertina de lo que se cree, memorable por lo relajado y feliz que estaba Mercury por haber conocido a Hutton recientemente. “Esta no fue una noche de excesos deliberados. Pero fue una noche muy lúdica, elegante y templada de disfraces, cabaret, acrobacias y bigotes con vestidos”, dijo.

Durante toda la fiesta habían cámaras filmando, “captando la magia”, dice Mercury y yo, algo que Hutton intentó evadir. “Me hice muy experto en escurrirme a las sombras a la primera señal de una lente”.

Al momento de cantar “Feliz cumpleaños”, una gran torta con forma de piano de cola apareció en medio de la fiesta. “Era tan grande que cada uno de los trescientos invitados tuvo su tajada”, dijo la pareja de Mercury.

Pero poco después de soplar las velas, el músico se descompensó. Joe Fanelli -chef de Mercury hasta sus últimos días- se acercó a Jim con muestras de preocupación y le dijo que Freddie quería verlo porque tenía una especie de “ataque de ansiedad”.

“Lo encontré en medio del cuarto con un aspecto de agotamiento total. Había discutido con alguien: no tengo idea de quién ni sobre qué tema. Cuando llegué el drama había terminado. Freddie quería que lo ayudara a calmarse, así que lo rodeé con mis brazos y lo apreté. Pronto descubrí que no era solo la discusión lo que lo había llevado a ese estado”, relató Hutton.

“Todo lo que había para beber esa noche era champagne y más champagne. Todos tomamos unas copas, pero Freddie se había pasado por completo. Circulaban drogas y alguien les había deslizado algún tipo de cocktail de drogas. Aunque le gustaba la cocaína, no le gustaba experimentar con drogas distintas. Quedó muy destrozado por la experiencia”, agregó.

Tras descansar un momento, Freddie se sintió más compuesto y regresó a la fiesta. Bailaron lo que quedaba de festejo hasta que cayeron rendidos en su cama a las seis de la madrugada.

Pocas horas después, mientras la mayoría intentaba reponerse de la resaca, Freddie volvió con su traje al night club junto al equipo de grabación con algunas reinas travestis alemanas, para  filmar más metraje para el videoclip.

“Cuando Freddie recibió la cuenta de fiesta ya no fue tan divertido. El gasto fue enorme, alrededor de 50 mil libras (150 mil libras actuales), debido a que mucha gente había sido extravagante a costa de él. Sintió que lo habían tomado por tonto”, desclasificó Hutton.

¿Hubo carruajes y caballos? Sí. ¿Travestis y strippers? También. ¿Alcohol y drogas? Por supuesto. Pero un elemento altamente comentado y escasamente demostrado, es la supuesta presencia de enanos con bandejas de cocaína en sus cabezas.

En el documental A Kind of Magic, el periodista David Wigg asegura: “Nunca vi enanos con cocaína, así que no sé de dónde vino eso”. Una declaración similar a la de Roger Taylor, baterista histórico de Queen: “La idea era simplemente divertirse y que las personas liberaran sus mentes un poco, con el exceso de todo. Muchas de las historias son exageradas. De hecho los enanos con bandejas de cocaína, no sé de dónde salió eso. Los luchadores en el barro sí es cierto”.

Tras la publicación del video “Living on my own”, Jim Hutton se dio cuenta que su maestría para evadir las cámaras no fue tal, ya que sí fue parte del registro. “Cuando apareció el video, para mi asombro fui incluido por un breve instante, bailando a solas sin camisa. Freddie era tan puntilloso con la edición de sus videos que debe haber insistido en que me incluyeran. El video nunca fue lanzado en Norteamérica porque CBS -el sello de Freddie como solista- creía que era demasiado escandaloso: para ellos era demasiado travestismo”, concluyó Hutton en Mercury y yo. 


Tomado del portal Culto del diairo LA Tercera (Ch)