A cajas de compensación hay que sacarles más jugo: nuevo jefe de Anif

Foto: Andrea Moreno / Archivo EL TIEMPO

El exministro Mauricio Santamaría empieza este lunes a dirigir el centro de estudios.

Por: Mauricio Galindo

EL TIEMPO

El exministro de Protección y exdirector de Planeación Mauricio Santamaría llega este lunes a dirigir la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), en medio de una tormenta que él no desató. Así, las primeras posiciones que presenta en público como cabeza de ese centro de estudios son para torear el debate de unas ideas ajenas.

Asume la presidencia de Anif cuando a la institución le llueven rayos y centellas por una propuesta publicada desde la entidad 5 días antes de su posesión.
¿Cómo ve esas ideas de eliminar los pagos de intereses de cesantías y aportes de las empresas a cajas de compensación?

No pongo en duda la gran labor que cumplen las cajas de compensación familiar. No es razonable decir que uno va a prescindir de las cajas. Vaya y dígales a los millones de afiliados que tienen las cajas que van a dejar de recibir sus subsidios monetarios o que no van a tener los subsidios de educación, no van a tener los temas recreativos o que no van a tener la salud o que no van a tener los temas de acompañamiento a la vejez… Eso es impensable. El debate, que viene de hace mucho tiempo, debe centrarse en aspectos fundamentales.

¿En cuáles?

En cómo se financian. En Colombia ya muchas cosas se han hecho en la práctica para pasar la financiación de temas de política social que antes estaban a cargo de la nómina –como un impuesto al empleo– y se han pasado a impuestos generales.

Existen otros debates alrededor de las cajas. De pronto, ya es momento de que lleguen a poblaciones más vulnerables, en particular, a los informales. También, que hay cajas que cumplen una labor excepcional y hay regiones en las que las cajas no son tan buenas.

De hecho, creo que a las cajas hay que sacarles más jugo. Ya son una institucionalidad establecida, grande, buena, con experiencia en dar subsidios en plata, en prestar educación, en dar salud. Eso no se puede desechar.

¿Y los intereses de las cesantías?

Son un logro de los trabajadores, muy importante. Dudo mucho de que removerlo tenga un efecto importante sobre la generación de empleo.

En Colombia, uno de cada tres habitantes no han vivido una recesión. Todos los menores de 20 o 21 años. ¿Qué mensaje les puede dar a esas personas?

Es un tema que quiero resaltar en mi paso por Anif. Colombia, en los últimos 50 años, pero sobre todo en los últimos 30, y sobre todo en los últimos 10, ha progresado demasiado. Redujo la pobreza a la mitad; ha reducido, poquito, pero ha reducido la desigualdad; ha tenido un surgimiento de la clase media reconocido por todo el mundo. Recientemente lo dijo la Universidad de Oxford. Ha aumentado la cobertura en educación de manera fundamental. Tiene un sistema de salud que, a pesar de lo que muchas veces dicen sin conocer, es un sistema que responde por los más pobres.

La mayoría de los países latinoamericanos se la pasan de crisis en crisis. Argentina tiene crisis cada año. Venezuela, ni hablar. Y Colombia tuvo una crisis en el 99. Cuando la producción de un país pasa de crecer a caer, lo siente la gente de carne y hueso. Pierden el apartamento, no tienen con qué comer, con qué mandar los hijos al colegio. Fue lo que pasó en la crisis del 96 al 2000. El 25 por ciento de la gente que tenía créditos hipotecarios perdió su vivienda. Pero como no la hemos vivido, pensamos que es carreta. Y muchas de esas personas son las que están marchando con motivos difusos, sin entender el progreso que ha tenido Colombia.

Sobre los impuestos

Tras hablar de esos avances, ¿cuáles son las tareas pendientes?

Hay muchas cosas todavía que Colombia tiene que hacer. En impuestos, lo que hemos hecho, desde el año 86 hasta hoy, es tratar de llenar un hueco fiscal que surge cada año. Y sigue siendo un país que recauda poco, pero los que pagan mucho, porque esa ha sido la estrategia: coger a los mismos e irlos exprimiendo y exprimiendo.

También tenemos que mejorar en materia de corrupción, aunque Colombia está mejor que muchos países sobre todo latinoamericanos; en materia de desigualdad territorial; en calidad de la educación. Lo que Colombia hizo en cobertura fue espectacular, pero nos colgamos en calidad.

La transformación ha sido sustancial, y la gente no la reconoce, y los mismos que hablan de corrupción y de que el Estado no hace nada son los que no pagan impuestos o buscan evadir. Y no pagar impuestos es un acto de corrupción, porque da lo mismo robárselos antes de pagarlos que después de pagarlos.

¿Y quiénes son esos?

Mucha gente. En todas las capas de la sociedad. En los más afortunados, en la clase media…

Desbalance en ingresos frente a gastos

Cuando habla de lo que falta, ¿por qué menciona primero los impuestos?

Tenemos un desbalance entre 2 y 3 puntos del PIB, que puede volverse de 4 y que hay que arreglar. La salud se va a volver más cara porque la población se está envejeciendo. La educación también. Las pensiones se van a volver más caras porque la gente está viviendo más. Hay más necesidades de carreteras, de vivienda. Tenemos unas necesidades de 25 puntos del PIB, que van a crecer, y unos ingresos que por mucho nos llegan a 20. Probablemente uno de los ingresos más bajos del mundo. De esos, solo 14 son impuestos nacionales, como IVA o renta. Los países latinoamericanos tienen 25 o 30 puntos del PIB de ingresos tributarios. Entonces, la discusión debe girar en torno a eso. Sí, somos una sociedad que ha progresado mucho, pero progresar más nos vale más plata, y todos tenemos que poner para eso.

Todos piden mejor salud, mejor educación, mejores carreteras, pero cuando les dicen “sí, por eso nos toca pagar a todos”. La gente dice “no, que lo pague el Estado”. Cómo así, el Estado somos todos. El Estado no tiene unos lingotes de oro escondidos debajo de la tierra. El Estado vive de los impuestos. Pero no hay disposición para financiar el gasto, los servicios y los bienes públicos por parte de la clase política.

Un gasto inflexible que usted mencionaba es el de pensiones. Y en el Gobierno en el que usted participó estuvieron cerca de presentar una reforma. ¿Sería políticamente viable en este momento?

No creo. El tema pensional es mucho más de fondo. No es solo una discusión sobre edades. Es un tema de cobertura. Es uno de los principales factores que aumentan la inequidad. No por las pensiones altísimas de magistrados o congresistas, que son terribles pero son muy pocas.

El problema de fondo está en el grueso de las pensiones comunes. El subsidio más grande que da el Gobierno es el de pensiones, casi 4 puntos del PIB. Y más del 70 por ciento de ese subsidio se va para el 20 por ciento más rico.

La mayoría de países que han tenido sistemas pensionales de prima media, incluidos desarrollados, han renegado en algún momento de sus pensiones. Los alemanes, en los años 50 dijeron “no tengo cómo pagar esto”, y no lo pagaron. Los uruguayos se comieron las pensiones a punta de inflación. Un día dijeron “vamos a generar una inflación altísima y con eso las pensiones valen menos”.

Los argentinos se apropiaron de parte del ahorro pensional. Imagínese que eso pasara acá. Colombia nunca ha renegado de sus pensiones. Pero valen 4 puntos del PIB.
Es una discusión de fondo que cuando llega a la arena política se trivializa.

O se aplaza, justamente por las implicaciones políticas.

La discusión les va a tocar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, porque les estamos pasando un problema grave.

La generación de nuestros papás no cotizó casi nada, y recibió pensión. Nuestra generación cotizó un poquito más, y vamos a recibir una pensión altamente subsidiada. ¿Quién va a pagar esos subsidios? Nuestros hijos y nuestros nietos. Les va a tocar pagar la pensión de ellos, la pensión nuestra…

¿Y quienes salen a las calles buscan que eso siga?

No tiene sentido. Y es parte de que por redes sociales corren muchas noticias que no son verdad.

Mauricio Galindo
Editor de Economía
EL TIEMPO


Tomado del diario EL TIEMPO