El 2020, un año desafiante para la economía colombiana

Foto: Portafolio

El año inicia con un panorama abundante en tareas. Reducir el desempleo es el gran reto, al igual que resolver el tema del descontento social.

La economía colombiana inicia el 2020 con un variado panorama de desafíos, fortalezas y debilidades. La situación del país en los próximos 360 días dependerá de las decisiones que se adopten para resolver la larga lista de tareas pendientes que le dejó el 2019, el cual cerró con algunos indicadores positivos, otros negativos (especialmente el desempleo), y un elevado nivel de descontento social.

Los expertos coinciden en que los vientos de cola no se originan en el crecimiento económico, el cual podría superar el 3,6% este año; tampoco en la inflación, cuyo resultado seguramente se mantendría dentro del rango fijado por el Banco de la República de entre 2% y 4%; ni hay dudas en que el ambiente para la inversión seguirá siendo atractivo.

La incertidumbre es generada por el aumento del desempleo, el estancamiento o retroceso en algunos indicadores sociales, principalmente la desigualdad, el posible deterioro de las cuentas fiscales y el bajo ritmo de las exportaciones, dos materias que le ponen fuerte presión a la nota del país frente a las calificadoras de riesgo.

Estos factores plantean un panorama complejo, que el Gobierno y el Congreso (cuando inicien las sesiones ordinarias en marzo), deben enfrentar, ojalá con la participación de los empresarios, la academia, las centrales obreras y las organizaciones sociales lideradas principalmente por las nuevas generaciones.

La situación es tan particular que hay opiniones encontradas frente a las tareas del país en el 2020. Por ejemplo, algunos creen que Colombia debe discutir, tramitar y aprobar este año las reformas laboral y pensional. Sin embargo, el pliego de peticiones de los organizadores del paro nacional exige que estas dos iniciativas no sean presentadas.

En total, plantean 104 puntos, varios de los cuales ya fueron descartados por el Gobierno (reforma tributaria y la creación del holding financiero estatal), en tanto que otros se salen de cualquier posibilidad de negociación.

Este panorama genera un círculo vicioso: si el paro y las protestas regresan se pone en riesgo la generación de empleo, y si no hay puestos de trabajo aumenta el descontento ciudadano.

La realidad en torno a las reformas laboral y pensional es que ambas son necesarias. Sin embargo, los organizadores del paro rechazan estas iniciativas, a pesar de que la idea es corregir la inequidad en la que ambos sistemas incurren.

En efecto, hoy, los subsidios a las pensiones del régimen de prima media que, administra Colpensiones, son mayores para quienes reciben las mesadas más altas, lo que hace que el sistema sea insostenible. La reforma debería abolir esta gabela para los colombianos de mayores ingresos y aplicarla solo para quienes reciban mesadas de uno o dos salarios mínimos.

Por su parte, la reforma laboral también es necesaria. El país ha cambiado y es urgente adaptar la contratación formal a las condiciones impuestas por la tecnología y las nuevas oportunidades de empleo. Por ejemplo, el teletrabajo y la demanda de mano de obra por horas. Solo así será posible que todas las personas que tengan un puesto estén cubiertos por la seguridad social y puedan pensionarse al finalizar su vida laboral.

EFECTO DE LA REFORMA

El primer año de la tercera década del siglo XXI inicia con la expectativa de la entrada en vigor de la reforma tributaria que reemplaza a la Ley de Financiamiento, y que el Gobierno ha denominado Ley de Crecimiento.

Aunque el articulado es prácticamente el mismo de la norma declarada inexequible por la Corte Constitucional y que rigió durante todo el 2019, el Gobierno agregó varios artículos de corte social, que buscan bajar la presión del descontento expresado a partir del 21 de noviembre pasado.

Los puntos agregados tienen que ver con devolución del IVA a hogares de ingresos bajos, el establecimiento de tres días sin IVA, cada año, la reducción de los aportes a salud para los pensionados que reciban mesadas inferiores a dos salarios mínimos mensuales, la obligación de las empresas del Estado de contratar jóvenes sin experiencia laboral, y el otorgamiento de nuevos beneficios tributarios a personas que generen empleo en el sector rural.

De entrada, el efecto de este paquete tributario social impulsado por el Gobierno no ha sido el mejor. Analistas y académicos consideran que los artículos tendrán un alto costo para el país, y ponen en riesgo la sostenibilidad fiscal.

Sin embargo, la Ley de Crecimiento Económico ya está vigente y, por ahora, solo los aspectos que requieren una nueva reglamentación tendrán que esperar a que esta sea diseñada por el Gobierno.

Aun así, esta será una tarea rápida, ya que la mayoría de los artículos vienen de la ley declarada inexequible, y por tanto ya contaban con reglamentación. Ahora solo se requiere reexpedirlos respectivos decretos.

En conclusión, el 2020 es un año de desafíos, abundante en tareas para el Gobierno, el Congreso, los empresarios y los ciudadanos en general. La solución a los problemas dependerá, como en muchas otras oportunidades, del compromiso y el consenso entre los colombianos.


Tomado de diario Portafolio