Foo Fighters: Cuando vivir de roquear es un compromiso muy serio

Foto: Brantley Gutierrez / Cortesía Ocesa

La agrupación vuelve a Colombia este 1.° de octubre, esta vez junto a Weezer y Tenacious D.

Por: Carlos Solano

EL TIEMPO

Apenas dos canciones después de que Foo Fighters saltara al escenario del estadio de Gotemburgo, en Suecia, en 2015, Dave Grohl dio un paso en falso: resbaló y cayó directo al foso de seguridad, de una altura de más de dos metros. No podía levantarse. Lo más sensato era suspender el concierto.

Pero ese no es el tipo de sensatez que rige a Grohl…

“Creo que me rompí la pierna”, dijo el cantante, sentado en el piso y micrófono en mano, a los espectadores: “Les prometo que vamos a volver a terminar el ‘show’ en una hora, pero déjenme voy al hospital”.

Nate Mendel, el bajista de los Foo –que, como todo buen bajista, es el polo a tierra emocional de su banda– cuenta que pensó en ese momento: “Bueno, no hay nada que hacer, devolvamos el dinero, Dave está herido, volveremos acá en un par de años y listo… Pero esa es la diferencia entre Dave y yo, entonces él dijo ‘no, no, no, no vamos a dejar pasar esto, vamos a terminar el show’… Le contesté que me alegraba de que hiciera algo así pero que era una idea totalmente demente”.

Al volver al escenario, tocaron dos horas y media más. Grohl cantó sentado, estirando su pierna derecha como apuntando con el yeso a las 52.000 almas. Y la radiografía de su pierna es hoy una de las camisetas más populares de la década.

Así es el compromiso de esta banda con el rock.

Foo Fighters regresa a Colombia el próximo primero de octubre, cuatro años después de su primera presentación. Y esta vez viene acompañada de dos bandas que completan un círculo brillante de ese tributo al rock: Weezer y Tenacious D.

Que comparta escenario con esta última es un ‘bocatto di cardinale’ para los fanáticos: Tenacious D es la banda del comediante melómano Jack Black (recordado especialmente por la película ‘School of Rock’) en una dupla junto a Kyle Gass que comenzó como un gran chiste: la cinta ‘Tenacious D and the Pick of Destiny’, en la que Dave Grohl encarna a un diablo multiinstrumentista, en una de sus representaciones más desfachatadas e hilarantes.

Weezer, por su parte, representa uno de los momentos más originales de la historia del rock: una banda alternativa que surgió en 1992 en Los Ángeles sin mayores pretensiones y que aun así se ha mantenido fiel a su sonido, bajo el liderazgo de Rivers Cuomo. Fue una de las herederas destacadas en su momento del legado del productor Rick Ocasek, otrora guitarrista de The Cars y fallecido recientemente. Le puede interesar:

Que naciera Foo Fighters en 1994 fue una voltereta del destino. Dave Grohl no tenía previsto ser otra cosa diferente a baterista de Nirvana hasta cuando comenzó el devenir del grupo y culminó en la tragedia del suicidio de Kurt Cobain.

Semejante noticia era lo suficientemente devastadora para acabar con todo un movimiento que había llevado por nombre ‘grunge’. Pero Grohl guardaba consigo más de 40 composiciones que debían ver la luz en algún momento.

Por eso, el baterista dio el siguiente paso y se armó de valor, a sabiendas de que en semejante punto tan sensible podía ser criticado por los fanáticos de Nirvana. Tomó la guitarra y armó una banda que hasta hoy se ha sostenido firme como un pilar del rock.

Y ya son, desde entonces, 25 años.

“Es gracioso porque ha sido todo un proceso de adaptación. Cuando comenzamos, éramos cinco tipos solteros que veníamos de otras bandas sin mayores pretensiones. Esas experiencias le fueron poniendo el sabor a lo que terminamos siendo como Foo Fighters –explica Mendel–. Dave venía de Nirvana, de su éxito tanto como de la tragedia que significa la partida de Kurt. También había una esencia de ‘punk’ de fondo. Tantas influencias había sobre la mesa que la banda fue sacudiendo y llegó al sonido de Foo, con los años”.

Afirma el bajista que algo tenían claro y es que “si viendo el horizonte iba a dejar de ser divertido, no lo haríamos más”. Reconoce que hubo momentos en que pensaron tirar la toalla.

En 2017, Foo Fighters publicó su último disco, ‘Concrete & Gold’, que refleja a una banda en estado exploratorio. Los críticos destacan una inmersión en sonidos más progresivos, lo que coincide con una tendencia receptiva al rock progresivo en estos momentos, si bien el regreso de una banda como Tool ha sido una de las noticias más importantes de la música en el 2019.

“Haces muy feliz a nuestro baterista al decir eso, pues es un fanático total del rock progresivo y fue él quien me metió en el sonido de Yes (la banda)… No considero que sea realmente un álbum catalogable como rock progresivo”, explica Mendel, quien se declara un fanático total de Tool: “Creo que lo tuvimos presente en algunos de nuestros discos anteriores, pero no pretende ser esa apuesta acrobática, lo que sí es que tratamos muchas texturas y es lo que probablemente lo hace sonar más cercano a ese sonido, pero nunca queremos que nuestra música suene complicada, no fue algo diseñado así”.

Para Mendel, de hecho, es un álbum más orientado al trabajo vocal y asegura que en ello estuvo claramente involucrado el productor Greg Kurstin, quien ha estado detrás de éxitos de Adele, Pink, Lilly Allen, Sia, pero también Beck y sir Paul McCartney.

“Ese trabajo vocal de fondo nos plantea un reto grande acerca de cómo llevar eso vocal a los conciertos”, agrega.

Sobre este concierto, Mendel afirma que recorrerá el material más reconocido de la banda, pero también dará un buen espacio a ‘Concrete & Gold’.

Y es una larga historia en esos 25 años, que comenzó con el álbum homónimo (1995), se fortaleció al final de los 90 con ‘The Colour and the Shape’ (1997), ‘There is Nothing Left to Lose’ (1999), y dio álbumes en los últimos años que los críticos destacan como ‘Wasting Light’ (2011).

También es la historia de compromiso con el rock: la obsesión de Dave Grohl de colaborar en la mayor cantidad posible de proyectos de los demás (por ejemplo, sus apariciones a escondidas –con capucha y máscara– con Ghost B.C.).

El concierto de este primero de octubre será en el Estadio El Campín. Los precios de boletas van de 110.000 a 460.000 pesos. La apertura de puertas será a las 4:30 p. m.


Tomado de portal del diario EL TIEMPO