Jane Birkin vuelve a susurrar a sus viejos amores en un nuevo disco

Foto: Jane Birkin, en «La piscina» - ABC

Sus canciones saldrán en otoño y coinciden con la versión inglesa de sus diarios íntimos

Por: Juan Pedro Quiñonero / París

ABC

A sus setenta y tres años, Jane Birkin sigue contando batallas e historias de amor, no siempre tórridas, forzosamente, pero termina confesando: «Es un alivio no tener una relación amorosa… ¡se acaban transformando en una droga..!».

La edición inglesa de sus diarios íntimos, «Munkey Diaries: 1957-1982» (2018), y «Post-Scriptum» (1982 – 2013), marca este verano su vuelta a la vida «normal», tras el paréntesis de un confinamiento que vivió, sola, en París, acompañada de su perro, Dolly, trabajando en su nuevo disco, «Oh, pardon, tu dormais» (Ah, perdona, estabas durmiendo), que saldrá el próximo 30 de noviembre. El homenaje y recuerdo, en cierta medida, a varios de sus numerosos encuentros y desencuentros amorosos.

En su día, el primer volumen de los diarios de Jane Birkin, causó un relativo escándalo. La cantante y actriz comenzaba contando por lo menudo su primer amor fallido, John Barry, compositor de la música de varias películas de James Bond, seguido de un larguísimo rosario de amores, amoríos, encuentros y desencuentros amorosos durante varias décadas. Su incipiente carrera cinematográfica, como actriz, la condujo pronto a París, donde encontró a Serge Gainsbourg, el cantante, el hombre de su vida. Todo comenzó y termina con él.

Poco antes del confinamiento, entre marzo y junio, Birkin dio varios conciertos sinfónicos, consagrados a la memoria de Gainsbourg. Con motivo del lanzamiento veraniego de la edición inglesa de sus diarios, la cantante contempla esas historias con un humor muy british, quizá: «Serge fue mi gran amor, claro. Pero también me convirtió en una suerte de “muñeca”, al servicio de mis caprichos. De ahí, en cierta medida, mi historia de amor con Jacques Doillon. Jacques había realizado varios cortos muy interesantes. Y debía realizar grandes películas. Yo me sentía atraída por los genios. Y también deseaba demostrar que no era exactamente la muñeca de Serge. Llegué a pensar que podríamos acostarnos juntos, los tres, Serge, Jacques y yo… pero la cosa no funcionó».

El «efecto mariposa» personal y los devaneos amorosos de Gainsbourg terminaron rompiendo una relación que terminaría restaurándose, con el tiempo. Jane conoció a muchos otros hombres. Serge conoció a muchas otras mujeres. Andando el tiempo, mirando hacia atrás sin ira, intentando explicar al público inglés las páginas más íntimas de sus diarios, Birkin, confiesa una cierta melancolía: «Contar por lo menudo una historia amorosa, a dos o tres, en el mismo lecho, o por separado, no deja de ser una ingenuidad. Los diarios íntimos no se escriben para ser leídos, en vida del autor. Y yo tuve la tentación de publicarlos. Con los años, creo que habría escrito otras cosas, para ser publicadas, y no para exponer historia que ahora me parecen falseadas, con el tiempo».

Dicho eso, Birkin, hace un guiño a sus nuevos lectores: «Oigan, no olviden que nací inglesa. No sería nada sin el humor inglés. Y, en el fondo, no sé si cambiamos mucho. Quizá la niña de 12 años que fui sigue siendo muy parecida a la mujer de mi edad, setenta años más tarde».

¿Qué ha cambiado en Jane Birkin? Nada de lo esencial, quizá. De eso habla su nuevo disco, «Oh, pardon, tu dormais» (Ah, perdona, estabas durmiendo), con música de Étienne Daho.

Quienes conocen parte de esa obra estiman que se trata de un homenaje a los hombres de su vida, desvelando la nueva verdad de la penúltima Jane Birkin: tras la jovencita que huyó de su primer marido, se convirtió en uno de los sex symbols de los años 60 / 70 parisinos, para ganar la madurez siempre provisional de pareja en pareja, para volver siempre a Gainsbourg, artísticamente, al menos.

En su nuevo disco, Birkin habla en voz baja a los hombres que se fueron, a sus hijas, a sus íntimos, recordándolos, pidiéndoles perdón, amándolos a todos y a todas, con el ecumenismo de una gran señora de nuevas causas humanitarias y ecologistas. A una cierta edad, el amor a la tierra, la pasión justiciera, la ilusión de una tierra más limpia y menos amenazada, comenzaron a «suplantar» las idas pasiones sensuales por unos señores que no siempre estuvieron a su altura.

Idas las juveniles y menos juveniles pasiones carnales, las pasiones cívicas y morales cobraron proporciones inesperadas. En la veraniega edición inglesa de sus diarios íntimos, se confunden los distintos rostros de la autora. Desde París, Inès de la Fressange, antigua modelo, creadora de moda, le rinde homenaje creando líneas de bañadores y lencería que recuerdan los lejanos años 70: «Jane, como otras, estuvo al frente de un movimiento que defendía la emancipación de las mujeres, rompiendo tradiciones. Liberadas, a su manera, dieron un nuevo aliento a la moda que llegaba. Es un buen momento para rendirles homenaje».

«Qué cosas dice Inés», comenta Jane Birkin, entre irónica y encantada.


Tomado del portal ABC