La cantante revelación de Argentina, María Campos

Foto: María Campos estuvo nominada en la categoría mejor álbum artista femenina pop en los Premios Gardel 2019 / Cortesía Natalia Preti

A los 30 empezó su carrera musical y ha logrado ocupar los teatros en Argentina, su país. 

Por: Simón Granja Matias

EL TIEMPO

La María Campos, como es conocida por sus seguidores, es una de las artistas emergentes más importantes de la música en Argentina. Escribe canciones desde los 12 años y ha compartido tarima con grandes exponentes de la música como Fito Páez y Bebe, entre otros.

Luego del éxito de su primer álbum y de recorrer Argentina con ‘sold out’ en cada una de sus presentaciones, la cantautora argentina presenta Santo entendimiento, su nueva producción discográfica, que mantiene la variedad musical que la caracteriza e incorpora nuevos géneros como el rap, la payada y el folklore.

¿Cuándo empezó su carrera musical?

La música en mí tiene casi mis años. Nunca fue solo placer, siempre me inspiró a crecer, siempre fue puro desafío. No solo a cantar, sino a escribir cada vez más desde mi propia voz. Desde la primera vez, en el coro del colegio, me enamoró, la música se presentó como forma de vida, como camino secreto. Empecé a los 16 años a cantar en escenarios y ser parte de bandas y a formar las propias. Me vengo preparando desde casi siempre.

Tengo entendido que llegó a la música siendo muy joven, pero que solo hasta los 30 decidió lanzarse a vivir de su pasión, ¿cómo fue dar ese salto?

Fue subirme al último tren y agradecer de por vida no haberme bajado. Me costó mucho coraje resistir. No me fue fácil ser estable en mi confianza con respecto a mi música. Fue la gran movida de amor ciego que hice hacia mí. Y me salvó.

¿Cómo define su música?

La música me define a mí. Va mutando en el tiempo, con el tiempo, todo el tiempo. Me gusta pensar que muestra las dos caras de todas las emociones y sus debilidades y hasta contradicciones. Intenta abrazar mis vulnerabilidades y no dejar que mis virtudes me den demasiada seguridad. Mi música combina permanentemente la fantasía y la realidad, sin que me genere tanto miedo ni dolor.

¿Qué representa la cumbia y el folklore para su música?

La cumbia tiene ese clima romántico sin pretensión… es lúdica y, si bien es bailable, a mí me resulta supermelancólica. El folklore es la nobleza misma y me gusta combinar géneros y climas, porque creo que se retroalimentan a la hora de expresar una emoción. Creo en el trabajo en equipo y en cuanto a géneros me pasa igual. Siento a los géneros musicales como personas, entidades, cada una con sus matices y rebeldías. Me interesa juntarlas, combinarlas. ¡Me gusta ver qué pasa!

¿Cuál es el rol del desamor, el humor y la ironía en sus canciones?

El desamor fue la historia de mi vida. Todas mis creaciones surgen a partir de un dolor, de una desilusión. Nunca escribí una canción de amor. Lo triste es que lo he intentado… pero nunca las puedo terminar y terminan mutando en una triste canción de desamor. Será que el amor no es para cantarlo en mi vida, sea quizás para solo vivirlo. El humor es una herramienta que me sirve para casi cualquier relato. Oxigena, empatiza y permite que uno después gane lugar para expresar cosas terriblemente dolorosas donde la vulnerabilidad es casi insoportable. Y la ironía baila entre la pena y la alegría, y por alguna extraña razón siempre me generó cierta esperanza y simpatía para con la vida misma. Pero ¡ojo! No hay que abusar de ella ya que es viciosa y puede dejarnos muy solos.

¿Cómo describe su primera experiencia en un escenario?

La recuerdo muy bien. Canté un góspel de Oleta Adams. Tenía 14 años. Tenía una túnica blanca y las uñas postizas naranjas. Recuerdo la magia de no sentir el tiempo. Nunca en mi vida sentí algo así. Nunca me sentí tan viva y emocionada. Recuerdo sentir que podía conectarme con mis padres. Que me estaban escuchando solo a mí desde mi corazón. ¿Cómo olvidarlo?

¿Cómo fue el proceso de crear y lanzar ‘Santo entendimiento’?

Fue muy lindo empezar a componer con un poco más de dirección y confianza. Animarme a la producción artística de distintos productores… animarme a rapear un poco. Y un poco a apostar a mi música, a mi género. Creo que los géneros están mutando a nuevos géneros y hay que ser realista: nada es para siempre. Lanzar Santo entendimiento en vísperas de una pandemia fue una gran oportunidad para mí de compartir en un momento donde el miedo es protagonista, ¡tener un disco para compartir me hace muy feliz!

¿Qué le aportó a tu disco la intervención del colombiano Daniel Valencia?

Trabajar con Daniel fue una delicia. Talento puro, y nos entendimos muy bien. Supo escucharme y tener en cuenta todo lo que le dije. Supimos trabajar muy bien juntos y me alentó muchísimo con coraje que ni sabía que tenía adentro. No tiene precio cuando alguien sin darse cuenta te invita a crecer.


Tomado del portal del diario EL TIEMPO