Marcos Mundstock: se apagó la voz eterna y profunda de Les Luthiers

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El presentador, actor y libretista del grupo humorístico y musical argentino falleció a los 77 años.

Por: Julio César Guzmán

EL TIEMPO

Bastaba una mínima introducción de Marcos Mundstock para desatar una avalancha de carcajadas: “El célebre compositor Johan Sebastian Mastropiero…”. Es más: ni siquiera tenía que abrir la boca, tal y como escribieron  sus compañeros de Les Luthiers para anunciar su deceso:

“Nos quedará el recuerdo de su voz, única e inconfundible. Y de su presencia sobre el escenario, con su carpeta roja y frente al micrófono, que cautivaba al público antes de decir una sola palabra”.

Mundstock fue el eterno anfitrión, el guardián del ingreso a esa secta de fanáticos que se saben de memoria los parlamentos de sus obras. El ancla que estuvo con el grupo desde el primer día, el 4 de septiembre de 1967, cuando la agrupación I Musicisti se desintegró y nació el conjunto de instrumentos informales Les Luthiers:

“Marcos Mundstock, a su vez, nacido en Santa Fe, publicista y locutor, dueño de una voz que invoca de inmediato a Les Luthiers, tenía entonces 25 años. Con el paso de los días se convirtió en autor de los principales textos de introducción a las obras de los espectáculos luthieranos y presentador emblemático, actor de rico registro (lo mismo encarna a Drácula que al viejo crooner José Duval), intérprete mundialmente famoso de gom-horn y cantante capaz de proyectarse como bajo o como contratenor, según las exigencias del libreto y el estado del tiempo. Ah, y futbolista aficionado de caballeroso estilo”.

Así lo presentó el biógrafo oficial del grupo, Daniel Samper Pizano, en el libro que escribió junto con Jorge Maronna y que se titula La vida privada de Les Luthiers. Pero Mundstock no solo anunció a Mastropiero.

Él creó a Mastropiero, como explica el sitio oficial de Les Luthiers, que se tiñó de luto con el despliegue de una carta de despedida para el gran humorista: “Cuando en 1961 leyó en público por primera vez la biografía de Mastropiero –un personaje que había creado para entretener a amigos y conocidos del coro de la facultad de Ingeniería–, Mundstock no sospechaba que estaba iniciando un ritual que se repetiría durante más de cincuenta años en los escenarios de 14 países”.

Nació el 25 de mayo de 1942, hijo de padres judíos, provenientes de Polonia. Aunque nunca se graduó, estudió en la facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, en donde conoció a Gerardo Masana, el motor que impulsó I Musicisti y luego a Les Luthiers.

Por su experiencia como locutor y su tono de voz privilegiado, se consolidó como el presentador de los espectáculos del colectivo, desde su primera gira internacional, en 1969, hasta cuando su salud se lo permitió.

En Colombia comenzó a hacerse popular a finales de la década de 1970, en casetes clandestinos que volaban de mano en mano y que comenzaban con la irresistible voz comercial de Mundstock, como si estuviera anunciando un producto exclusivo: “Usted, que frecuenta el éxito como una costumbre más (…). Usted, que está habituado a que los hombres lo respeten y las mujeres lo admiren… Usted, ¡nos puede decir cómo hace!”.

Y a continuación sonaban los instrumentos insólitos, entre ellos el gom-horn, una especie de trompeta hecha con una manguera y un embudo, que era la especialidad de Mundstock y que venía en tres variedades: natural, a pistones y Da testa, con un casco de obrero.

Una voz para la historia

El resto es leyenda. Los discos, videos y espectáculos en vivo de Les Luthiers se

esparcieron como un virus por el mundo y le depararon a él y a sus compañeros más de 40 premios, entre los que se destacan el Princesa de Asturias 2017, el del Instituto Cervantes, en 2019, y hasta un Grammy honorífico, en 2011.

A Mundstock la fama no solo lo alcanzó en esmoquin, el uniforme oficial de Les Luthiers. Fue también actor de renombre, y una de sus películas –El cuento de las comadrejas– estuvo hace apenas unos meses en la cartelera nacional.

La cinta fue el producto de su amistad con el cineasta argentino Juan José Campanella (director y productor de El secreto de sus ojos, ganadora del Óscar), con quien también hizo el doblaje de uno de los personajes de Futbolín.

Habían trabajado, además, en el video Viejos hazmerreíres (2017), que dirigió Campanella, y que fue uno de los quince que produjo hasta ahora Les Luthiers.

De igual forma, Mundstock actuó en el cine español (Torrente 3: el protector) y hasta hizo voces en Hollywood, con el doblaje argentino de Gusteau en Ratatouille, y como una impávida paloma en Bolt (para los estudios Disney).

Para la televisión, también hizo diversos papeles, desde homenajes como Los cuentos de Fontanarrosa hasta la presentación de la versión argentina del programa Drunk History.

Sus juegos de palabras descollaron en las introducciones de Les Luthiers (“De cada diez personas que ven televisión, cinco… son la mitad”), pero también en ocasiones especiales, como cuando envió un video desopilante al Congreso de la Lengua Española, reunido en Argentina en 2019, a manera de ponencia magistral:

“No debemos confundir agnosticismo con ‘angosticismo’, que es una doctrina que postula que todo lo bello debe ser angosto. Ni con el ‘agosticismo’, que dice que todo lo bello ocurre en el mes de agosto”.

Justamente en agosto del año 2018 lo vimos por última vez en Bogotá. En esa, la más reciente presentación de Les Luthiers en el Palacio de los Deportes, sobresalió como siempre por su gracia. Pero en las giras del 2019, Mundstock comenzó a ausentarse cada vez más. Su esposa, Laura, le escribió a Samper Pizano: “Continúa la evolución de su enfermedad impiadosa, humillante y demostrando diariamente su poderío”.

La enfermedad era el cáncer, que lo mantuvo en pena por largos meses, y en la última semana sus familiares lo llevaron a su casa para esperar en familia cualquier desenlace. Ayer murió, a los 77 años, y de inmediato su nombre se convirtió en tendencia de las redes sociales, las mismas que anunciaron en falso su muerte dos días antes.

En la memoria queda esa última presentación del 2018, en la que dio fin a un programa radial en el que debía conversar con Daniel Rabinovich, pero este también había fallecido en 2015. Tuvo, entonces, que despedirse de Martin O’Connor con su adiós habitual: “Aquí finaliza otro programa de Radio Tertulia, nuestra opinión y la tulia”.

JULIO CÉSAR GUZMÁN

EDITOR UNIDAD DE VIDEO DIGITAL

EL TIEMPO


Tomado del diario EL TIEMPO