Mon Laferte: ‘Soy una punk, folclórica y romántica’

Foto: El 56 por ciento del público de Mon Laferte en Spotify está conformado por mujeres / Universal Music

La cantautora conversó con EL TIEMPO a cerca de su canción más reciente con Alejandro Fernández.

Por: Mateo Arias Ortíz

EL TIEMPO

Norma Monserrat Bustamante Laferte (Chile, 1983) parece ruda, pero es dulce. Incluso cuando habla de su actitud punk lo hace con un tono tranquilo y suave. Lo mismo cuando explica que tiene “cierto grado de maldad”, pues le gusta ver “cuando la gente llora, desgarrada”, en sus conciertos.

Y algo de ese desgarro se proyecta en sus canciones. Algo de Chavela Vargas se siente en su voz. No es gratuita esta comparación, pues para Mon Laferte la tradición musical mexicana es clave en su formación y en su propuesta. Se hace evidente en muchas de sus canciones, pero particularmente en la más nueva, ‘Que se sepa nuestro amor’, que canta con Alejandro Fernández y que es la razón por la que conversó con EL TIEMPO desde su casa, precisamente en México.

Pero su identidad está compartida entre este país y el de su origen: Chile. De hecho, confiesa que Violeta Parra es su “madre artística”. También habla de su activismo político en su patria. Aunque, realmente, es una defensora del cosmopolitismo.

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Su talento le ha significado varios premios, entre ellos, dos Grammy Latinos: uno fue por la canción ‘Amárrame’, que hizo con Juanes y el otro por su disco ‘Norma’. Lo de Juanes es solo una de sus múltiples colaboraciones, que pasan por Gwen Stefani, Jorge Drexler o Plácido Domingo y que son una demostración de la diversidad que intenta abarcar.

Con su prolífica carrera, Mon Laferte se ha vuelto un símbolo de la música femenina, un rostro del activismo, un sinónimo de la belleza y la pluralidad artística de América Latina.

Chile tiene una tradición poética poderosa. ¿Eso ha significado algo para su escritura?

Cuando vivía en Chile, simplemente disfrutaba los paisajes de mi ciudad, que es Viña del Mar y Valparaíso. Allá el mar Pacífico es violento, frío, con unas olas enormes que rompen en las rocas. Me acuerdo de que tomaba la micro para ir a Valparaíso e iba por toda la costa, viendo este paisaje, soñando despierta. Y hoy, después de vivir 13 años en México, me doy cuenta de que Chile es un país con un paisaje y un imaginario muy poéticos. Y por eso tenemos poetas tan importantes, y de una belleza riquísima.

Supongo que algo debió quedar en mí. Me encantaría pensar que me quedé con algo de eso después de leer, cuando niña, a Gabriela Mistral, a Pablo Neruda; y de crecer con esa figura de Violeta Parra. Hasta el día de hoy, cuando tengo que tomar alguna decisión artística, pienso: ‘¿Qué haría la Violeta? Ok, voy a hacer lo que haría la Violeta’. Es mi madre artística. Es mi guía espiritual y musical.

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Ahora que menciona a México, ¿qué relaciones ve entre México y Chile?

Digo que hay un romance entre estos dos países. Yo crecí oyendo música mexicana. Incluso, diría que en Chile se oye más folclor mexicano que chileno. Sobre todo, en el sur. También hay una relación con los artistas. Justo ahora estoy volviendo a leer ‘Los detectives salvajes’, de Roberto Bolaño, este escritor mitad chileno, mitad mexicano. Y hay muchos otros creadores con esta conexión. Aunque, cuando a mí me preguntan qué pienso ‘como chilena’ sobre tal cosa, creo que es un poco obsoleto esa visión tan nacionalista. Prefiero, más bien, ¿qué pienso yo como ciudadana? Yo me siento conectada con toda Latinoamérica e incluso tengo influencia en mi arte de otros sitios que ni siquiera conozco. Pero, claramente, soy una mescolanza de estos dos países que, debo decir, son mis favoritos.

Ese cosmopolitismo también se ve en su música. Leonel García, por ejemplo, dice que “el artista del futuro no tiene género, crea su propio universo”…

¡Me encanta! Me encanta pensar que vengo del futuro. También me encantan las tradiciones, en la música y en los pueblos. De hecho, yo vivo en un pueblo, aquí en México. Pero también me gusta que la gente sea libre en sentido de la expresión artística. Esta cosa purista que llega a ser un poco nazi… no puedo con ella. El futuro nos llama a entender que la única opción que nos queda es la conversación. La música permite eso: conversar, unir, sumar, colaborar. No hay otra opción. Es algo que he hecho desde siempre.

Al principio, de forma quizás inconsciente. Tenía una banda con unos señores en Valparaíso y tocábamos tangos y valses peruanos. Pero también quería tocar en una banda de metal. Y la gente me decía: ‘No entiendo: o eres esto, o eres esto otro’. Y yo respondía: ‘Pues yo puedo ser todas esas cosas, ¿no? Y quiero ser muchas más’. No todo es blanco o negro: hay una gran gama de colores. Coincido con lo que me cuentas de Leonel: el futuro es crear universos propios a partir de la mezcla.

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Pero, entre todas esas posibles personalidades suyas, hay una esencia, algo en común. ¿Cree que pueda definir esa esencia?

¡Ay, es tan difícil! Mira, yo creo que, primero, soy una escritora. Escribo canciones. Escribo historias. Me gusta mucho. Y, después, soy una actriz, una intérprete de estas canciones. Entro en esos personajes que creo. Además, son mis propias historias. Las exagero, porque también disfruto mucho el escenario. Pero no podría definir un estilo. Podría decir que soy una romántica arrabalera punk. Es que también tengo algo de punk en el sentido de que hago lo que sea, no me importa. Así que podría decir que soy una romántica folclórica arrabalera punk teatral, no sé.


Tomado del portal del diario EL TIEMPO