‘Preocupa que la gente se esté endeudando a más plazos para consumo’

Foto: Abel Cárdenas

Superfinanciera advierte, además, por deudores que venden cartera hasta 6 veces en muy poco tiempo.

Por: Carlos Arturo García M.

EL TIEMPO

Los colombianos cada vez se están endeudando a plazos más largos. Esto no tendría mayor problema si los recursos de esos préstamos se destinaran a compra de bienes durables y no a financiar su consumo diario.

Los desembolsos en crédito de consumo con plazos superiores a cinco años son hoy el 35 por ciento, 10 puntos porcentuales más que una década atrás, algo que le preocupa a Jorge Castaño Gutiérrez, superintendente financiero, quien analiza la forma de revertir esa situación en el marco de una iniciativa de endeudamiento responsable.

“La situación es dramática en algunos casos… libranzas a 15 años, eso no es bueno para el consumidor”, dice el funcionario, quien señala que será necesario que las entidades hagan mayores provisiones sobre esos créditos con plazos extendidos por el riesgo que tienen.

¿Cómo está la salud del sector financiero del país?

El primer mensaje está relacionado con su capacidad de resiliencia. Cuando revisamos las cifras del ciclo largo encontramos que tuvimos un pico de deterioro de la cartera que se está revirtiendo desde mediados del 2019, y el ajuste en el ciclo económico da un parte de tranquilidad en términos de que logramos tener entidades con niveles óptimos en calidad de capital e indicadores de cartera sin restricciones en la oferta de crédito. Esto es clave al evaluar el papel del sistema financiero como apalancador de un mayor desarrollo económico.

¿Le fue bien al sector el año pasado?

Las ganancias de las entidades de crédito se acercaron a los 12 billones de pesos, mientras que los recursos del público manejados por el sistema obtuvieron rendimientos récord por 71,1 billones, de los cuales 42,7 billones se abonaron a las cuentas individuales de los afiliados a los fondos de pensiones y cesantías.

¿Qué tanto creció la cartera?

Cerca de 3,8 por ciento, lo cual es bueno en la medida que las empresas y las personas comienzan a demandar crédito. Ese comportamiento se explica por la cartera de hogares, préstamos hipotecarios y de consumo, que crecieron 6,5 y 11,5 por ciento real, respectivamente. Y si se incluyen las titularizaciones, los hipotecarios suben al 8 por ciento. Esto significa que los hogares están logrando financiar parte de su consumo vía el sistema financiero.

Y la comercial…

Creemos que está repuntando en términos de originaciones, a pesar de que estas individualmente no lo muestran. En diciembre se presentaron prepagos por 8 billones de pesos de grandes deudores. Si se quitan esos prepagos, esta cartera estaría creciendo 3 por ciento. Las empresas comienzan a pedir dinero, y esto nos da pie para estimar que en el 2020 se cierre con un crecimiento real de la cartera del sistema del 5,5 por ciento.

¿Siguen siendo buena paga los colombianos?

Sí. El saldo de la cartera es de 502 billones de pesos, de los cuales solo 22 billones tienen mora superior a 30 días, es decir, solo 4,38 por ciento; hace un año este indicador era 5 por ciento. Hoy todos los indicadores muestran cómo se está desacelerando la cartera vencida. A ello se suma que la cobertura de esos préstamos está en un buen nivel (141 por ciento), pues por cada peso en mora, las entidades tienen guardados 1,41, lo que en plata significa que hay 30,5 billones para cubrir esos créditos atrasados.

Es decir, no hay alertas que preocupen en este frente…

La de consumo siempre es una cartera sobre la que hay que estar pendiente, porque es la puerta de entrada de personas nuevas al sistema financiero. Hay una preocupación porque vemos que los consumidores, de alguna manera, y aunque su carga financiera no aumente tanto, se están endeudando a más largo plazo para consumir. Un crédito que antes era a 36 meses, hoy se paga en 50 meses, la situación es dramática.

¿Qué tan malo es esto?

Es bueno que la economía empiece a usar créditos de largo plazo, no nos oponemos a eso. La pregunta es qué tipo de crédito y qué es lo que la gente está comprando con esos recursos. Si fueran bienes durables, no habría problema, pero no es lo que estamos viendo.

Las personas se endeudan a 48 meses para irse de vacaciones, eso no es saludable. En el 2009, los créditos de consumo de 3 a 5 años eran el 25 por ciento, hoy son el 35 por ciento. Esa tendencia a endeudarse a más largo plazo se tiene que revisar para saber el riesgo implícito. El mensaje es endéudese con plazos más largos, pero ojalá en créditos para adquirir bienes durables, no para consumo.

¿Cómo ponerle freno a esa tendencia?

Hay que incentivar que los bancos empiecen a recortar esos créditos, porque vemos casos de libranzas a 15 años, y eso no es bueno. Estamos evaluando calibrar los mecanismos de provisiones con una mayor sensibilidad a la duración de los créditos. Esto significa que un crédito de consumo que se vaya extendiendo a más plazo debe tener mayor nivel de provisiones.

¿Hay otras alertas que lo preocupen?

Vemos, además, mucha compra de cartera, lo cual es muy positivo para el consumidor en términos de tasas y de movilidad, pero el punto es que los bancos están compitiendo y comprando tanta cartera que pueden estar bajando mucho su rentabilidad.

Ahora, hay casos de deudores que en muy corto tiempo venden su cartera hasta cinco o seis veces, lo que puede ser señal de que el mecanismo se estaría usado para ocultar sobreendeudamiento, riesgo que no se estaría midiendo bien. Entonces, las entidades deben incorporar en su análisis qué tanta rotación está teniendo el cliente que vende su cartera en el sistema, si esa persona lo está haciendo porque le conviene más el nuevo producto o lo hace porque quiere esconder su incapacidad de pago.

¿Está preparado el sistema para una eventual nueva crisis financiera?

Todas las medidas prudenciales lo que buscan es eso, fortalecer la calidad y la cantidad del capital para que ante situaciones de estrés, la entidad sea capaz de afrontarlas desde adentro. Estamos en proceso de convergencia a Basilea III, un modelo que eleva los niveles mínimos de solvencia de todas las entidades, que ya no partirán del actual 9 por ciento, sino del 10,5 por ciento hasta el 11,5 por ciento, según el tipo de entidad.

En ese último estarán los bancos Davivienda, de Bogotá, BBVA y Bancolombia, considerados como sistémicos, que deben tener, incluso, más capital que los demás. Con el trabajo que hemos venido desarrollando, ese cumplimiento será en el 2020 y no en el 2024, como estaba previsto.

Esto, en términos de plata, ¿qué implica?

Subir un solo punto de solvencia es un esfuerzo de un billón de pesos por entidad. Nos preparamos con más calidad y cantidad de capital (solvencia), mejores estándares de gestión de liquidez, con provisiones por más de 30,5 billones de pesos, con reservas de utilidades que no se reparten sin autorización de la Superintendencia y con un colchón de 22,8 billones de pesos del seguro de depósitos que maneja Fogafín. Nadie está totalmente blindado frente a una crisis sistémica, pero sí puede estar mejor preparado para afrontarla cuando se presente.

¿Para qué alcanzan los recursos de Fogafín?

Primero, decir que son recursos aportados por la propia banca por ley. Eso, en teoría, alcanza para cubrir el seguro de depósito de las 34 entidades más pequeñas al mismo tiempo, pagando hasta 50 millones de pesos por cada cuenta de ahorros si se llegara a ordenar su liquidación. Pero también para capitalizar las más grandes de manera simultánea o uno de los bancos más grandes.

CARLOS ARTURO GARCÍA M.


Tomado del portal del diairo EL TIEMPO