Entrevista con Nubya García, la nueva cara del jazz londinense

Foto: Cortesía Juan Santacruz / Idartes

La saxofonista británica estuvo recientemente en Bogotá, compartiendo con artistas del país.

Por: David Alejandro López Bermúdez

EL TIEMPO

Un verdadero ‘coctel’ cultural se vivió hace unos días en Bogotá. Una disquera independiente –en uno de los barrios más tradicionales de la ciudad– fue escogida para un completo ‘jam’ de improvisación, en donde los sonidos de la marimba del Pacífico se cruzaron con los del saxofón londinense y las gaitas sucreñas se armonizaron con los de una tuba británica.

Se trataba de un elixir musical. Cualquiera que escuchara lo que se estaba creando, sanaría sus peores momentos. Era inevitable no moverse al son de las propuestas espontáneas que emanaban. Estaba más que claro que la música era el canal de comunicación principal. Bastaba estar concentrado en la melodía para decidir en qué momento saltar al fondo de una piscina de ritmos y sacar a flote la música que se ha llevado cultivando desde hace varios años. Hubo un momento en el que, por lo menos, 17 personas tocaron al tiempo. En ese instante, el significado de la palabra ‘mestizo’ cobró vida.

Justo ese término es el nombre del programa del British Council que permitió el intercambio cultural entre artistas independientes colombianos provenientes de lugares como el sur del Cauca, Buenaventura y Cartagena con la saxofonista Nubya García, el intérprete de tuba Theon Cross y el colectivo Steam Down, de Gran Bretaña. Ya había pasado algo similar el año pasado con Nidia Góngora, Sidestepper y Cero39, pero esta vez la apuesta fue por llevar a fondo los procesos de creación colectiva.

Era la primera vez que los artistas británicos visitaban Colombia. Hoy son considerados la nueva ola del jazz en Londres, pues han roto los esquemas tradicionales del género para fusionar otros sonidos, como los del ‘reggae’, ‘dub’, ‘soul’, ‘grime’, hip hop e, incluso, calipso y góspel.

Se presentaron en el cierre del reciente festival Jazz al Parque de Bogotá. Durante una hora y 15 minutos deslumbraron al público y lo llevaron a través de una montaña rusa en la que eran libres de acelerar y desacelerar a su antojo las pulsaciones por minuto de los asistentes hasta llegar a la cima del éxtasis. Fueron el fuego que avivó aquella noche capitalina.

La historia de los británicos ha resaltado en el mundo, pues varios de ellos son de familias que llegaron con la diáspora africana a Londres. De hecho, la mayoría se conoció en programas musicales, como el de ‘Tomorrow’s Warrior’, creado para educar y ayudar en los proyectos de jazz a jóvenes de minorías étnicas y mujeres a las que se les dificulta estar en la industria musical por razones socioeconómicas.

En este lugar fue donde Nubya, en su adolescencia, logró desarrollar su talento con el saxofón. Tiempo después complementó sus estudios en el Trinity Laban Conservatoire of Music, y de ahí en adelante ha construido una impresionante carrera musical. Ha llevado su propuesta a escenarios que nunca imaginó. Debutó en 2017 con su EP ‘Nubya’s 5ive’ y el año pasado lanzó su segundo proyecto, ‘When We Are’. Fue reconocida con los premios Jazz FM Breakthrough Act of the Year y Sky Arts Breakthrough Act of the Year en 2018, y el Jazz FM UK Jazz Act of the Year este año. Hace dos semanas inició su gira de otoño y estuvo seis días en Colombia. EL TIEMPO habló con ella en medio de uno de los ‘jam session’ en Bogotá.

¿Qué le ha parecido este intercambio cultural e improvisar con artistas independientes colombianos?

Es asombroso. Es una situación realmente especial en la que me encuentro por estos días. Tengo mucha suerte de estar cerca de músicos tan increíbles de diferentes partes. No nos conocíamos antes y estamos creando juntos una música increíble. Solo tener la oportunidad de hablar e interpretar con todos es realmente especial. Es algo que desafortunadamente no pasa de forma regular, aunque debería. Estoy muy feliz de participar.

¿Es necesario hacer esto en la industria?

Sí, por supuesto. Las colaboraciones son las que permiten que la música avance y se desarrolle, es decir, ayudan a que no se quede estancada. En la actualidad, hay muchas cosas que se han quedado en el mismo lugar por miedo a agredir su esencia.

¿Por qué eligió tocar el saxofón? ¿Cuál es la historia detrás?

Toqué otros instrumentos primero como el violín y el piano, pero fue hasta los 10 años, más o menos, que me concentré en el saxofón. Soy del norte de Londres y empecé a estudiar música en Camden Music. Tiempo después, mis padres encontraron la forma para poder costearme el instrumento y ya llevo en eso 17 años.

Escucharla en vivo es una cosa que despierta varias emociones, ¿qué quiere expresar con su música?

Es una gran pregunta. La verdad, muchas cosas, ¿sabes? El trabajo del artista es expresar lo que él está viviendo, cómo ha sido su historia y de qué forma afecta a otras personas. El papel del artista en el mundo es comunicarse. Y estoy aquí para comunicar con el mundo algunos de mis pensamientos, sentimientos, frustraciones, algo de belleza, algo de alegría. Quiero dar algo de equilibrio a quien lo necesita.

Usted hace parte de la creación del colectivo Nérija, que es un referente musical femenino en la escena del jazz londinense, ¿cuál es su mensaje?

El mensaje con esa banda era tocar música. Sabemos que las mujeres podemos tocar jazz y hacer buena música. Nos conocemos desde hace 5 a 10 años, por lo que la primera premisa para crear la banda fue disfrutar crear música juntos. Nos hemos conocido a través de un taller que fue organizado para promover más a las mujeres en la música. Pero la banda no está asociada ni restringida al proyecto de solo promocionar mujeres. De hecho, el bajista es un hombre.

¿Cree que todavía hay discriminación en la industria musical?

Creo que todavía hay un largo camino por recorrer. Hemos atravesado varios momentos difíciles desde hace muchos años. Si uno mira lo que ha pasado hace 5, 10, 50 o 100 años ha sido un largo trayecto de luchas constantes sobre este tema. Creo que es realmente importante en este punto hacer un balance sobre lo que ha pasado. No significa detenerse, sino evaluar lo que se ha vivido dentro de la industria para no repetir. No se trata de hacer movimientos explosivos sin algo detrás.

Y en ese camino, el jazz ha sido el contraste en varios contextos: para algunos hizo parte de la música popular mientras que para otros estaba asociado con el elitismo, clasismo y sexismo, ¿qué tanto han cambiado esas percepciones?

Es definitivamente diferente, ¿no? Miremos, por ejemplo, lo que pasó entre los años 20 y los 50. Tan solo en esas tres décadas hubo un cambio enorme dentro de lo que se concebía como jazz. Las percepciones han sido cíclicas y tienen una razón: tenemos influencias de nuestros padres y antepasados que crecieron con esas concepciones, al igual que de nuestros amigos que fueron formados con otras formas de ver el arte y el mundo. El idioma del jazz, por ejemplo, fue diversificándose hacia los 80 y 90, cuando se abrió a nuevos sonidos, y otras personas empezaron a interesarse por él. Lo diferente está en cómo hemos venido aceptando la música. Creo que ahora somos muy afortunados de ser capaces de entender lo que ha pasado y definir la expresión en nuestras vidas.

¿Está de acuerdo con que la música cambia el mundo?

Creo que lo ha cambiado. Si uno mira, por ejemplo, toda la música de protesta y la forma en la que se convirtió en el canal para que las personas expresen sus pensamientos, sus frustraciones e, incluso, lo mucho que se aman, es algo que te deja sin palabras. Ambas caras de la moneda son necesarias en la vida y deben expresarse. Desde el comienzo, el hombre y la música coexistían. A través del sonido, empezamos a comunicarnos porque interactuar se convirtió en nuestra necesidad. A partir de ese momento, narramos historias. La música se convirtió en el canal para transmitir las tradiciones y los conocimientos. Claro, también ha sido usada para transmitir cosas de todo tipo, como ideologías, pero de eso se trata, ¿no? Es el canal para expresarnos.

¿Cree que debemos rescatar los sonidos tradicionales?

¿Crees que hay que rescatarlos? Rescate no es la palabra porque, de ser así, significaría que esos sonidos están muriendo. Creo que es importante mostrarlos para fortalecer el sentido de identidad que tenemos en nuestros contextos, desde la forma en la que vives e interactúas, hasta quiénes son tus padres. En mi caso, puedo decir que soy alguien del Caribe, no nací allí, ni crecí allí, pero mis padres eran de esa región –su madre es de Guyana y su padre, de Trinidad– y eso me ha dado las herramientas para definir quién soy ahora. De hecho, me ha permitido ir más atrás y descubrir sonidos africanos. Creo que es importante que cada persona lo haga. Ahora, la música tradicional necesita ser compartida. Creo que es realmente necesario que los mayores de la sociedad cuenten las historias sobre sus realidades a los más jóvenes. Tenemos la responsabilidad compartida de mantener vivo lo que ha pasado en el mundo.

Para varios medios, usted se ha convertido en la nueva cara del jazz y la han catalogado parte de ese ‘renacimiento’ en Londres, ¿qué piensa de eso?

Para mí es una gran declaración. La verdad no sé qué decir sobre eso. Me han honrado con eso en todos los lugares del mundo a los que voy. Es una gran forma de llamar a lo que está pasando ahora en Londres. Me alegra ser parte de esta nueva generación.

¿Qué es necesario para ser un buen saxofonista?

La lista es larga. Es fundamental la dedicación, la pasión y el estudio para usar de la mejor forma el instrumento. Siempre hay que aprender, ya sea por uno mismo, a través de una universidad o con los propios compañeros. Eso ayudará a entender que lo que se tiene en las manos es el canal que elegiste para comunicar lo que sientes. La clave está en escuchar y aprender.

Usted revoluciona con sus sonidos, tocando en escenarios donde suena música comercial, ¿cómo ha sido esa experiencia?

Se siente realmente genial. Es una gran felicidad porque te das cuenta de que tu mensaje se ha entendido en el mundo. Es una oportunidad grande tocar en lugares donde era difícil imaginar estar. Sobre todo, el hecho de conocer personas que se interesan por tu música y la forma como nos articulamos como banda. Nubya García no se trata de solo una artista que toca saxofón, sino hay algo más detrás. Tengo mucha suerte de tocar con los músicos con los que toco y la oportunidad de crear historias en los lugares a los que voy.

Luego de casi dos décadas de carrera musical, ¿cómo se describiría?

Soy una creadora, una amante de la vida.

David Alejandro López Bermúdez
Portafolio


Tomado del portal del diario EL TIEMPO